61- La mano que rodeaba la piedra

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Narra ____:

Hay algo distinto en mi cuerpo. Y no hablo del coma, no. El coma me dejó cansada, débil, amargada, pero no es el golpe más bajo que pudieron darme. El coma me robó años de vida, pero no me arrancó este pedazo de mi cuerpo que no sabía que existía, y que ahora me hace sentirme vacía.

Vacía. Pasaron un par de días y sigo en cama. El panorama es deprimente. Mis cabellos largos se derraman sobre las sábanas blancas, al igual que mis brazos, muertos, con cables insertados en mis venas. Porque por mis venas corre sangre normal, pero infectada ligeramente con un parásito que antes solía ser mi otro yo.

Me la están terminando de eliminar para que no me mate. Me están matando para que no me mate.

Cristina viene todos los días a hacerme compañía, Andrea y Billy día por medio. Están ocupados en algo, dicen. No me quieren contar en qué. Alan prácticamente se mudó a la torre de libros que armó en mi habitación, y Owen...

Owen me moviliza, me observa, me estudia. Le debo haber parecido un ser fascinante, pero ya no lo soy más. No soy tonta, no nací ayer (un poco sí renací, pero se entiende) y sé cómo me mira. La cosa que le hace brillar los ojos es un destello que lo que podría llegar a ser amor.

Y tengo que apagarlo antes de que sea definitivo y descubra, embobado, que ahora no soy mas que un peso muerto tirado en una cama, despojada de su motivación y de ella misma.

Hablando de Roma, Owen abre la puerta. Viene cada día, como quien peregrina a la iglesia, a visitarme. Como cuando seguía dormida.

Me analiza por unos momentos para comprobar si estoy dormida con los ojos abiertos, muerta o simplemente ausente.

-Presente- le digo, como cuando iba a la escuela- no traigas el resusitador, sigo acá.

Se le dibuja una sonrisa en el rostro. Mi voz ya es clara pero débil. No precisamente porque mis cuerdas vocales se hayan visto afectadas. El daño es más profundo.

-Es un día hermoso afuera- me dice, dejando a mi lado un paquete y una bolsa- ¿Te gustaría salir?

Lo observo casi con ingenuidad.

-¿Puedo salir?- pregunto, sin buscar respuesta

¿Puedo caminar? ¿Puedo mantenerme en pie? ¿Puedo salir sin que me acribillen, o más bien me peguen un sólo tiro para quedarse con mí cadáver y experimentar? ¿Puedo hacer algo en este cuerpo.... Humano?

...¿Puedo encontrar a mí hermano?

-Este hospital es muy reservado, y los fines de semana sólo pueden acceder al patio los... Cómo decirlo- dudó, con un dejo de gracia- inquilinos. Además- extrajo con entusiasmo una peluca pelirroja de la bolsa- si te ponemos esto, no tendrían por qué reconocerte.

Desvió la mirada hacia mis piernas, que yacen bajo las sábanas cual cadáver. Podrían ser huesos y nada más, y nadie notaría la diferencia.

-____- me trae devuelta a la vida- hace 18 meses que no ves la luz del sol ¿Qué tiene de malo un paseo por afuera? Te prometo que no va a ser como el último paseo que dimos...

Ríe, y un poco yo también. Le extiendo el brazo para que me ayude a levantarme, un médico me saca los cables, me acomodan la peluca. Casi no tengo fuerza en las piernas, rodeo los hombros de Owen con un brazo para sostenerme en pie.
No pasa nada, me digo, no va a ser necesario correr. Él tiene razón, no va a ser como el último paseo que dimos.

En ese paseos había dinosaurios por todas partes. Ahora, en esta sala, no hay ninguno.

El aire fresco es agradable, aunque me recomiendan no estar mucho tiempo expuesta. Nos sentamos en un banquito y la luz del día me enceguece un poco, subo un brazo para tapar el sol. Noto que mi piel es casi traslúcida.

-¿Cómo te sientes?- me pregunta.

-Mejor- le respondo. Después de subir las escaleras y recorrer los pasillos hasta el parque, noto que tengo más energía, menos mareo, pero no puedo mantenerme firme erguida. Me cuesta horrores caminar- ¿Le pasó algo a mi pierna izquierda durante la cirugía del disparo?

Owen baja la cabeza, como indeciso.

-De eso te quería contar, veo que lo notaste. Verás, tuviste la bala dentro de tu cuerpo por unas horas, y en esas horas soltó algunas esquirlas. Y las esquirlas llegaron a dañar algunos huesos de tu cadera.

Balanceo ambas piernas, notando un leve dolor en la izquierda. No, no es dolor. Es como un peso, es algo distinto.

-¿O sea?- pregunto, ya sin miedo ¿Noticias peores que las que ya me dieron? Imposible

Voltea y toma el paquete que llevaba junto a él. Es alargado y está envuelto en papel de regalo.

-Abrilo- me dice- posiblemente sea sólo por un tiempo, pero imaginé que te podría hacer más amena la convivencia con esa nueva... Característica

Despellejo el paquete y me encuentro con un bastón pulido. De madera oscura, reluciente. Seguía con fuerza suficiente en las piernas para mostrarle que no iba a necesitarlo, hasta que lo ví bien, su superficie. En ese momento se me aflojaron las piernas, y no hubiera habido bastón que me sostuviese.

Una piedra del tamaño de un puño, ovalada, naranja, algo opaca. Las ramas del bastón sostenían firmemente la piedra en su cúspide, y la piedra encerraba un pequeño insecto que se había quedado, por mala suerte o destino, atrapado e inmovilizado.

Como yo.

-Es... Es hermoso- le dije, intentando no quebrar la voz y admirando el bastón- ¿Cómo supieste que John tenía uno así?

El río de buena gana.

-Veo que sí perdiste un poco la memoria. En el parque había unas cuantas estatuas de él sosteniendo ese bastón en sus manos. Es casi una leyenda. Y ahora- tomó el bastón en sus manos, se arrodilló frente a mí y me dió un toque en cada hombro con el regalo extendido como espada- te nombro sucesora de la leyenda.

Me lo entregó nuevamente, bajando la cabeza y disimulando la sonrisa sincera que lucía. Sé que no podía ni caminar, pero hubiera aniquilado pelotones enteras por merecerla, por merecerlo.

Tomé el bastón y lo sospesé en mis manos. Era portadora de la leyenda, pero no estaba a la altura. Estaba débil, indefensa y vacía. Como tantos años atrás, cuando veía a la persona que sostenía entre sus manos el ámbar con el mosquito dentro calmar mis inseguridades. Ahora, esa persona debía ser yo.

Yo.

Clavé el bastón en el suelo y me levanté con dificultad, haciendo fuerza con los brazos. Owen me observó con admiración y cautela, preparado oara atajarme si sus cálculos fallaban y aún no estaba lista para salir.

No falló, es más, se limitó. No estaba sólo lista para salir. Estaba lista para volver a sostener este bastón dignamente.

A cualquier precio.


Buenas noches, pero miren quien reapareció e hizo su entrada triunfal! Yo señores, con la cabeza gacha e intentando seguir el curso de esta historia. Espero volver a verlos muy, muy pronto.

-C


Jurassic World (Dinosaurios&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora