27- Escala de Grises

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Narra ____:

No quedaba más opción. Ya no era yo, ni mis temores, mi ADN. No eran los errores de John Hammond, de Nedri, de Ludlow, de Masrani. No era el monstruo que había escapado. No eran los humanos desesperados.

Era la convergencia de dos mundos. Era la selva. Era sobrevivir.

<Matar para no morir> pensé, mientras con mis garras atrapaba en pleno vuelo a un pterosaurio. Él estaba libre, por primera vez.

Yo también.

Mis recuerdos de aquellos diez minutos se mezclan con mis pensamientos. Sólo sé con lucidez que la pila de cadáveres alados a mis espaldas se hacía cada vez más grande, y que sabía que lo que hacía no estaba mal.

Vino a mi mente una charla con Rex.

<-¿Y cómo se hace?- le pregunté, arrojándome en el sillón. Eran las seis de la mañana, estábamos vestidos de fiesta y Cristina, bajo efectos del alcohol, dormía a unos metros.

Rex y yo éramos tolerantes al alcohol, tal vez porque es bien sabido que necesitas unos cincuenta litros de whisky y un tanque nuclear para voltear a un velocirraptor.

-¿Qué cosa?- me respondió, sentándose frente a mí.

-Vivir después de haber matado inocentes.

Él rió.

-Una fantástica pregunta para hacerme en mi boda, sin duda.

Me quedé en silencio, interrogándolo con la mirada.

-En cierto punto- comenzó- empiezas a hacerte una idea de que hay dos bandos. Dos bandos que se definen como contrarios. Blanco y negro. Hitler y Judíos. Libertad y esclavitud. En ese momento, comienzas a odiar. Después no cuesta jalar el gatillo.

-¿Y la escala de grises?- pregunté yo.

-La escala de grises...-suspiró, como si hubiese despertado sin querer un viejo recuerdo- sin fanáticos no existirían las guerras....>

Apilaba cadáveres. Cadáveres negros, cadáveres malignos. Eso me decía en mi mente. Esos cadáveres negros y malignos tenían sesenta y cinco millones de años, un milagro detrás y una vida dedicada a amarlos y estudiarlos. Mi vida.

Y los estaba matando.

La gente continuaba corriendo, despavorida. Los que se escondían en negocios eran arrastrados por los pterodáctilos con sus picos, sin salvación alguna.

Uno de ellos se lanzó sobre una mujee joven, a metros de mí. Detuve al animal al instante, golpeándolo violentamente y destruyendo su cuello. La mujer simplemente huyó gritando.

Huía del pterodáctilo, pero también de mí. Pude verme en una vidriera que seguía intacta. Ví el horror.

Mi pelo era una maraña castaña. Mis uñas estaban crecidas, ennegrecidas y manchadas en sangre, cual arma homicida. Mi rostro y piel se habían convertido en una suerte de telaraña de cicatrices que formaban algunas escamas. Mi rostro estaba sucio. Y en mis ojos verdes veía la mirada perdida de un animal. Un animal que cazaba. Un animal que era tal inteligente como cínico. Un velocirraptor.

Un par de metros a mis espaldas, un grupo armado llegó, al cual Owen, sin dudarlo, se les unió. Una lluvia de balas comenzó a caer sobre los pterosaurios, que casi sin inmutarse, cazaban gente y caían bajo los disparos.

Los soldados eran certeros. Owen también. Tenía el entrenamiento militar de sangre fría, similar al que veía en Rex. Sin embargo, Owen era mecánico. No disfrutaba de la caza. Le dolía asesinar dinosaurios.

Claire gritó y ví, a lo lejos, un adolescente de la mano de un niño acercarse corriendo. En ese momento, todos se detuvieron.

El mosasaurio saltó de su estanque, cazó un pterodáctilo y lo arrastró hacia las aguas. Algo más colgaba del pterodáctilo.

En una fracción de segundo, un pterosaurio voló hacia Owen y lo derribó. En el suelo, a sólo metros de mí, ambos forcejeaban. El entrenador había perdido el rifle. El pterosaurio, de grandes fauces, deseaba acabar con su vida.

<Defines en que bando estás> oí, a kilómetros de distancia, de la boca de mi hermano <defines si eres blanco o negro...>

No dudé. Mis garras se clavaron en la grisácea piel del monstruo. Este bramó, sin entender del todo por qué aquel ser, con el que compartía ADN, lo traicionaba.

Lo atravesé. Lo miré a los ojos, hice que le doliera. Me había amenazado con cargar con una muerte. Eso no tenía perdón.

Lo solté. El pterosaurio cayó al suelo pesadamente, en un charco de sangre. Me alejé unos pasos, con horror, mientras sentía que me debilitaba y que mi cuerpo volvía a ser del todo humano.

Volteé, abrumada, a ver a Owen. Su mirada me lo dijo todo.

Éramos criaturas de la guerra. Él, un soldado. Yo, un instinto.

Me lanzé sobre él, con sangre aún en mis manos. Ninguno de los dos dio el primer paso ni preguntó. Simplemente, nos besamos.

Había elegido un bando. Le había salvado la vida.


Miren quien reapareció un día antes del estreno?

Yeah bitches, tengo entradas para mañana :D
Ha vuelto la escritora jurásica? Tal vez... tal vez...

Díganme en los comentarios si les agrada mi nueva forma de escribir, tan bélica, tan poética...

-¿Tan enquilombada?

BILLY SILENCIO QUE UNO DE ALGO TIENE QUE GANARSE LA VIDA Y NO ME RESIGNO TODAVÍA A CAER EN LA VERDULERÍA. ENTENDIMOS? bien, continuemos...

Espero que hayan disfrutado del capítulo que tanto (veinte minutos) me costó escribir... bueno, hay momentos y momentos che

ABRAZO A TODOS LOS SAURIQUIOS QUE SIGUEN AHÍ, VAMOS A CUMPLIR TRES AÑOS CHICOS!! EMPEZÉ ESTO CON 12, ME SIENTO TAN VIEJA....

HASTA LA VISTA BABY!!

-Carolingia ☆ Alias, Twily16






Pd: a Cristina. Gracias, gracias, gracias por pasar a saludar :D

Jurassic World (Dinosaurios&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora