37- El monstruo

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Narra ____:

Cada gota de sangre que caía era una lágrima derramada en mi niñez. Lágrimas ahogadas en la almohada, con el insomnio atormentandome y la pregunta de todo niño adoptado "¿donde está mi madre?¿Me abandonó? ¿Me amaba? ¿Soy un error?
Lágrimas sobre la tumba de mi padre, mi primer padre, John Hammond. Lágrimas de soledad. Lágrimas al ver mis manos hechas garras, y presentir que nada tan filoso podía terminar bien.
Lágrimas de miedo de estar convirtiéndome en un monstruo.

Lo era. Ahora era un monstruo. Un animal salvaje, sin moral, con un corazón que sólo bombea sangre a gran velocidad, un cerebro que segrega adrenalina y fauces que desgarran la carne Hoskins.

Él aún gritaba en agonía. Ya no era un humano, era un saco de carne. En realidad, ese individuo jamas había sido un humano.
Yo tampoco.

Y me ví en el vidrio medio roto. Ví mi reflejo otra vez, aún más distorsionado que la última vez.
Era una de ellos. Era 100% raptora. Era carnívora. Era asesina. Era lo que Hoskins había deseado.

En un momento, el infeliz dejó de gritar. Tal vez intuía que le quedaban pocos minutos y deseaba honrarlos haciendo lo de siempre: arruinando aún más mi existencia.

-¿Ahora lo ves?- trató de taparse la herida con las manos, más bien con la que le quedaba, pero no tuvo resultado. Su abdomen estaba destrozado y se desangraba rápidamente- te liberé. Liberé tu instinto, lo que en verdad eres. ____- me dijo, de forma casi familiar- eres un dinosaurio.

Observé mi reflejo una vez más y descubrí que Owen, Claire y los niños habían huido. A nadie le gustaría ver el espectáculo de una bestia devorando a un humano. Sin embargo y a pesar de que mi cuerpo estaba manchado de sangre, no había tragado nada de lo que había desgarrado.

No quería alimentarme, no tenía hambre. Más bien tenía un nudo en el estómago.

-Ahora acábame, y únete a los tuyos antes de que alguien decida ponerte una bala entre los ojos- su voz era oscura, agravada por su tos sangrienta- huye, como buena bestia.

Había tres raptores mas en la isla. Había una máquina de asesinar modificada genéticamente para ser un arma. Y luego, estaba el Indominus Rex.

La máquina era inteligente. La máquina podía pensar y, a pesar de tener mortìferas garras en sus extremidades, tenía un cerebro lleno de caos en su mente.

Ya Malcolm, en algún momento de mi vida, me lo había dicho:

"Somos animales, ____. Nuestra única diferencia con nuestros hermanos de escamas es que nosotros no solo deseamos comer, cazar y tener sexo. Los humanos son más complicados que eso"

Mi cerebro no estaba en piloto automático, no tenía sólo tres funciones de supervivencia. En mi cerebro habitaban los momentos de mi adolescencia con Billy, las aventuras con todos mis amigos, la emoción cuando conocí a Alan, la nostalgia de John Hammond, el dolor de Dina Saur y el latido de mi corazón cuando me encontraba con los ojos de Owen.

-No- dije con firmeza, sin casi darme cuenta de que había abandonado los chillidos y recuperado mi voz- no soy un monstruo. Soy una víctima. Soy tu víctima. Soy víctima de una vida que no elegí y que puedo y debo cambiar.

Volví a mi reflejo. No era más que una humana desnuda ahora. No era más que lo que siempre fuí, una niña que buscaba respuestas y las encontró en una pasión de hace 65 millones de años.

Volteé. Hoskins seguía vivo, sentado sobre un gran charco de sangre. Había dejado de taparse la herida y ahora relajaba el brazo al costado de su cuerpo.

Me acerqué y lo miré a los ojos. Mis ojos eran verdes de rabia, pero mis pupilas ya no mostraban salvajismo, sólo poder. El poder que podía controlar.

Lo tomé del cuello con mis manos suaves de humana, apreté un poco pero decidí detenerme. Ya estaba condenado. Ya había hecho mi tarea. Ya había vengado a mi madre. Ya no había motivo para seguir allí.

-El único monstruo inmoral y sanguinario aquí Hoskins, eres tú.

Volteé y me dispuse a irme, cuando un sonido llamó mi atención. Sentí un pitido sordo en los oídos. Una detonación.

Me paralicé, evitando mover un sólo músculo. Entonces fue cuando comencé a sentir un ligero ardor en el abdomen y volteé, lentamente, hacia Hoskins.

Tenía un arma humeante en su única mano, que acto seguido dejó caer para desmayarse, con una sonrisa.

Gente, estamos de fiesta. Cristina, nuestra más fiel lectora (no te me pongas celosa Andy) ha vuelto desde el más allá para acompañarnos en el cierre de esta novela.

En honor a su regreso va este capitulazo, de mis favoritos hasta el momento, y un mini cap que subiré en un rato o mañana.

Gracias por permanecer leales estos ya cuatro años y medio de locura 💞

~C✨

Jurassic World (Dinosaurios&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora