48- La camilla que se pierde al final del pasillo (parte 2)

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Narra Cristina:

Debía pensar en Roberto, en mí, en nuestro bebé, pero no podía ¿Cómo hacerlo? Acababa de ver irse a mi mejor amiga.

Odio haber llegado a tiempo. Odio haberme ilusionado. Odio que la última imagen que tuve de ella alla sido su cadáver pálido, sin brillo, sin ella. No era justo. Odiaba que no fuera justo.

¿Qué diablos había pasado? ¿Cómo volvió a la isla? ¿Por qué? Andrea mencionó una herida de bala...

...esa no fue una simple fuga de dinosaurios.

Y donde no hay una simple fuga de dinosaurios, está mí marido para provocarla.

Roberto, ¿Donde estás? Ya perdiste a tu hermana. Tu hijo y yo te estamos esperando.

Narra Andrea:

Con el llanto aún en la garganta, me acerqué a uno de los médicos que había llevado la camilla. Acababa de salir de aquella sala donde mi prima haría su último recorrido, y yo exigía respuestas.

-¿Dé que falleció?- intenté parecer profesional, no quería que me diera las condolencias como a cualquier familiar. Por más de que me destrozara, necesitaba detalles.

El hombre pescó el anzuelo, y como si tuviera una placa de policía tatuada en la frente, me respondió.

-Tenía una herida de bala en el abdomen- esa parte ya me la habían adelantado los de ISP- pero tenía contusiones en todo el cuerpo y había perdido mucha sangre. Además, la herida parecía haber sido agravada, como si alguien...

-la hubiese torturado- completé la frase.

Al médico tal vez se le bajó la cantidad de café en sangre y notó que había hablado de más.

-¿Familiar suya?

-No- respondí, seria- una simple conocida.

Siempre había estado acostumbrada al dolor, estaba en mi preparación. Pero desde Tony, todo había cambiado. La vida era indiferente, todo parecía ser tan frágil, todo pendía de un hilo.

Y ese hilo, en ocasiones, se rompía.

No sabía afrontar el dolor con aceptación, no sabía hacer un duelo. Lo que sí sabía era rastrear a alguien, cargar un arma y vengarme.

Y eso haría.

¿Qué le habían hecho en el abdomen? ¿La habían torturado? ¿Quién? Sólo habís algo que podía indicármelo.

La venganza era lo único que me quedaba.

-Billy- me acerqué a mi novio, que tenía los ojos cristalizados. Ví a Cristina acostada en su regazo, con los ojos cerrados- ¿Está bien?

-Estoy preocupado- murmuró, para que la caotóloga no nos escuchara- tengo miedo de que pierda al bebé por el estrés.

Definitivamente el infeliz que había hecho esto estaba arruinando nuestra familia.

-Voy a hacer unos trámites para que nos la entreguen, quédate con ella, ¿sí?

Billy me sonrió. Dios, cómo me duelen las mentiras. Pero él es una persona normal, es un hombre de bien. No como yo, y no quiero contaminarlo con algo que no entendería.

Así que le dirijo una última mirada al padre de mi hijo, y avanzo por el pasillo hasta las puertas que se tragaron a ____.

Si quiero saber exactamente lo que pasó, debo verlo. Su cuerpo, sus heridas, su dolor. Debo absorberlo para poder volcarlo.

La habitación no tenía ventanas ni luz natural, sólo una solitaria lámpara colgaba del centro. Estaba reforzada con metal para que el olor no se impregnara a las paredes. El olor a muerte.

La visión que tuve me impresionó.

Estaba en la morgue. Con el caos de la isla, los médicos se habian tenido que ocupar de los pacientes vivos, y aquellos que se habían quedado en la sala de operaciones habían sido descartados aquí. Camillas desordenadas, pieles pálidas, heridas secas. Ningún latido.

Había al menos 50 cuerpos, y durante quince minutos me sentí en un escena del Inferno de Dante. Todos habían encontrado el final de una manera horrorosa, a garras de algún habitante de la isla.

Una niebla espesa cubrió mi cerebro cuando, al revisar el último cuerpo, no encontré a _____.

Había desaparecido sin dejar rastro.

Sentí una correntada de aire frío y oí la puerta abrirse. Me quedé petrificada. Me palpé el cinturón en busca de mi arma, pero hacía años ya que no estaba ahí. Hacia años que estaba indefensa.

-¿A quién buscas?- me preguntó. Era la voz de un hombre.

-Nada...-Respondí, sin voltear, fingiendo impresión ante los cadáveres- s-sólo me perdí....

-¿Perdida en la morgue? Que extraño...

Su voz era rara. Sabía algo. No era la paranoia, ni el shock, yo lo sabía. Yo sabía que él sabía.

Y reaccioné. Volteé y me abalanzé sobre él a toda velocidad. Lo acorralé contra la pared y le corté la respiración con el antebrazo.

Era un hombre alto, rubio. Su ropa estaba manchada de sangre. No opuso resistencia a mi ataque, sólo me mostró las manos. No confié. Apreté más.

-S... sé donde está...- dijo, ahogado.

-¿Ah sí? ¿Dónde está quien?

-____...

Fue como un pulso eléctrico. Lo solté y retrocedí unos pasos. Necesitaba respuestas. Necesitaba un culpable. Necesitaba un cuerpo que llorar.

-¿Quién eres?- increpé.

-Mi nombre es Owen Grady. Y digamos que me mandó ella.

Jurassic World (Dinosaurios&Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora