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Camila estaba totalmente cambiada, lista para ir a su oficina, regreso a su habitación solo para ver a la ojiverde profundamente dormida, estaba tan pacífica y preciosa, que casi resistió las ganas de mandar todo a la mierda y reunirse con ella en su letargo. Abrazarla hasta que despertara mirando sus hermosos ojos verdes, que por las mañanas siempre parecían más claros y brillantes.

Solo una sábana blanca privaba a la vista de la ojimarron de la desnudez de la mujer de piel pálida. Que estaba absorta, tan inocente e indefensa.

Camila la amaba, no tenía ninguna duda de eso, pero no estaba segura de perdonar a la ojimarron, se sentía traicionada, aunque noches y noches se había cuestionado si lo de la ojiverde podía catalogarse como una traición. La relación que había tenido con Ryan, aunque peligrosa, había sido cuando ambas ya no formaban parte de la vida de la otra.

El hecho de que fuera un criminal le daba a Camila pretexto para validar su enojo, pero lo cierto es que hubiera estado furiosa así Lauren hubiera estado con la persona más buena y humana del mundo. Ella simplemente no soportaba la idea de la ojiverde con alguien más, le mataba el hecho de que hubiera amado o sentido el mínimo de cariño romántico por cualquier otra persona que no fuera ella.

Y eso, era egoísmo en su más puro estado, más cuando ella casi hacia una vida a lado de Fernanda.

Toda esa reflexión interna había terminado cuando Lauren comenzó a removerse poco a poco, señal de que el sueño se iba de su cuerpo, sonrió cuando observó cuando aún inconsiente la buscaba en su lado de la cama.

Ese era su momento de tomar sus cosas y huir, quizá dejar alguna nota de despedida, lo cual sin duda era muy bajo, pero siendo honesta, no tenía ni el más mínimo valor de hacerlo, y mucho menos el deseo. Simplemente hizo caso a su corazón y camino hacia la cama donde la miro en primera plana abrir los ojos, al principio se sorprendió cuando no la vio pero cuando la encontró a medio camino la sonrisa de la ojiverde ilumino todo su rostro. Y las pocas barreras que estaban arriba cayeron.

-"Buenos días" Saludo la castaña acercándose a Lauren, besando su mejilla, la Primera Dama no podía caber más de felicidad, no esperaba a una Camila tan cariñosa. Así que abusando de su buen humor, se colgó a su cuello, abrazándola fuertemente, aspirando ese aroma que la volvía loca.

-"No vayas a la oficina, quédate conmigo todo el día" Murmuró al tiempo que besaba el cuello de la ojimarron, que rio disfrutando el cariño de la Primera Dama.

-"Por más que quiera, tengo cosas que hacer" Respondió Camila, lo cierto es que no se había movido ni un centímetro. Tampoco quería alejarse de la mujer.

-"Puedes decir que la Primera Dama te dió permiso de faltar, además de que tú mejor amigo es el Presidente del país. Así que no hay mucho problema" Dijo divertida la ojiverde, separándose levemente de Camila para verla a los ojos. Ella también parecía tan feliz, como si nada pudiera perturbarla cuando estaban juntas.

-"Amaría quedarme contigo, pero en verdad tengo mucho trabajo" Rechazo la castaña acariciando la mejilla de Lauren, quien se dejaba querer. -"Pero aún tenemos muchas cosas que hablar, muchos puntos que poner sobre la mesa" Mencionó la ojimarron acercándose a Lauren, rosando sus labios con los de ella. La Primera Dama se sentía embelesada por la cercanía.

-"Lo se, y quiero que sepas que ante todo te amo" Declaró con determinación, Camila sonrió levemente ante la confesión de Lauren, y no pudo más que conectar sus labios.

La caricia de sus labios fue leve, acariciándose superficialmente pero con toda la ternura del mundo, Camila quería demostrarle sin palabras que sentía exactamente lo mismo, y que a pesar de todo, todavía había una mínima posibilidad de estar juntas.

Imperio Y PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora