Disparó sin meditarlo más de un segundo a los guardias, aunque no se quedó para saber si había conseguido darle a los cuatro o matarles, salió corriendo por el bosque en dirección hacia donde había visto a Quirón por última vez.
Consiguió cargar de nuevo su arma sin tropezarse, usando un puñado de balas que Reyna les había obligado a guardar a casi todos en el bolsillo a modo de provisiones. No las colocaba en cada ranura del cargador de su arma pensando que las usaría como protección frente a algún monstruo, sino que serían disparadas hacia cualquier persona proveniente de Empíreo que se encontrase. Le daba igual que en el mono azul marino estuviese el número cero o cualquier otro nivel; mataría a quien se le pusiese delante.
-Percy - su cuerpo golpeó directamente con el de Reyna, que se puso delante suya para parar su carrera. Consiguió sujetarle el brazo para que no siguiese corriendo. - Tienes que estar junto a Annabeth, esto es serio, hay demasiados monstruos. Obedece, Percy, no puedes saltarte la formación. Vuelve a tu posición, ahora.
-Acabo de disparar a cuatro soldados, Empíreo está aquí - respondió de forma apurada, viendo los ojos de Reyna abrirse más que de costumbre en sorpresa. - No es un ataque de casualidad. Han... creo que le ha pasado algo a Quirón.
-No puedo ir contigo y perder la posición - apartó la vista hacia el bosque donde estaba el resto de su equipo. - Busca a Jason y su equipo, no estés solo. Yo te cubro con Annabeth.
Antes de comenzar de nuevo a correr, vio la preocupación y angustia en los ojos de Reyna, como si se impidiese a sí misma correr a su lado para socorrer a Quirón. La guerra era así y su posición como capitana no le permitía romper la posición por un posible baja, volviendo a confirmarle lo complicado que era no luchar junto a las personas que amas.
Quirón hace meses se había equivocado, Percy jamás podría haber sido un buen capitán. Si estuviese en el lugar de Reyna en ese preciso instante, habría abandonado al equipo y correría hacia Quirón, sin pensar que esa pequeña acción disfrazada de buena fe podría acarrear más muertes.
De una forma parecida al ataque que recibió nada más apareció el primer monstruo, Percy cayó rodando sobre la tierra ante el imprevisto placaje de un monstruo. Arañó la tierra con sus dedos, tratando de alcanzar su espada notando un fuerte pinchazo en su brazo. Poco a poco la manga de su camiseta fue manchándose de sangre, revelando una parte roída de su ropa producto de las garras del animal.
-No ahora - masculló en medio de un gemido de dolor, incorporándose usando la espada de apoyo, algo mareado por el golpe y viendo al monstruo que tenía varias heridas producto de disparos por el lomo.
La adrenalina provocada por la urgencia o el enfado neutralizó el dolor de su brazo, permitiéndole sostener con fuerza su espada y corriendo al encuentro del monstruo, sin querer darle tiempo a que pensase una forma de atacarle. Fue precipitado, demasiado, se había saltado de golpe varias clases de Annabeth sobre lo que no hay que hacer en la lucha contra ese tipo de bestias, pero esperaba que sus también malas condiciones le diesen un suspiro de ventaja.
Había tanto ruido por la mezcla de rugidos, disparos y gritos que no estaba seguro si él mismo gritó cuando se abalanzó sobre el monstruo, pero sí se las arregló para esquivar una de las zarpas y cortar su pata dejando una herida sumamente profunda. No esperó más, ni él mismo se permitió coger aire, giró la espada manchada de sangre con maestría antes de clavarla sobre la nuca del monstruo como si estuviese dividiendo la tierra en dos.
No se felicitó por su hazaña, solo continuó corriendo.
La entrada del Séptimo Círculo, los alrededores de su base militar subterránea, estaba plagada de cadáveres de monstruos y varios heridos, pero ninguno de ellos sentados o tumbados recibiendo atención médica. Todo el equipo de Jason Grace estaba de pie luchando, incluso vio de refilón a Chris Rodríguez colarse con rapidez bajo los cuerpos de algunos monstruos que intentaban arañar o tirar el muro, matándolos sin problemas.