Una promesa inusual entre rachas de fallos de la capitana Grace

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Estaba tan enamorado que podía decir que cada día quería un poco más a Annabeth. Aunque le pareciese imposible, su corazón siempre encontraba un grado más para seguir enamorándose de ella.

Pero hoy no.

-Ahora te quiero un poco menos - le confesó, escenificando con su dedo índice y pulgar su punto.

Annabeth, al escucharle, apartó la mirada del monstruo que venía corriendo hacia ellos, sonriéndole con algunos restos de sangre en su boca.

Desde que la capitana Chase había decidido y convencido al resto que lo mejor era ir caminando y por una nueva ruta, apenas habían pasado más de una hora seguida sin sufrir un ataque.

-¿¡Un poco menos!? - se entrometió Thalia, agachándose cuando Reyna le dio un puñetazo al rostro de uno de los monstruos que ya estaba lo suficientemente herido como para no ofrecer mucha resistencia. - Yo no te quiero un poco menos, yo directamente me cago en tus muertos, Chase - señaló a la rubia. - ¿Sabes todas las jodidas siestas que me podría haber pegado en un coche? ¡¿Sabes cuántos cuchillos he perdido?!

-Los he ido recogiendo yo, los tengo en la mochila - informó Nico. - No estamos para perder munición, así que te agradecería que recordases que son cuchillos y no flechas, no los lances tan lejos.

-Eso le he dicho yo, que le pida al monstruo si puede acercarse para que lo acuchille mejor - respondió Percy, usando su espada para atacar la mandíbula del monstruo y darle tiempo a su novia a atacarle desde abajo. - Pero siempre pidiéndolo por favor.

-No tengo la suficiente paciencia para aguantar esto. Voy con Jason y Clarisse - anunció Reyna, sacando una espada de las fauces de un monstruo, aún vivo. - Todo tuyo, Thalia.

-Otras parejas se regalan flores, a mí mi mujer monstruos - se apoyó la mano en el corazón, parpadeando rápidamente con coquetería.

Tenía intenciones de hacer otro comentario, pero un golpe proveniente de un monstruo le empujó varios metros tirándole al suelo. Antes de quejarse por el dolor, volvió a mirar a Annabeth, frunciendo los labios como si cada daño que estuviese recibiendo fuese su culpa.

-No me mires así - le advirtió su novia, tendiéndole la mano para ayudarle a levantarse. - Te recuerdo que no estamos descansando por tu culpa.

Esta vez no pudo llevarle la contraria. Hace menos de tres horas, las que llevaban luchando y huyendo de monstruos, Percy había tenido la flagrante idea de encender una hoguera para combatir el frío. No pudieron detenerle antes de que apareciesen las primeras llamas y con ellas, los primeros monstruos.

Thalia le había enseñado a hacer fuego para nada. No habían contado con que la próxima vez que pudiese usar su nueva habilidad, iba a ser en el punto más alto del criadero de monstruos que estaba formando Empíreo.

Percy sonrió al ver a Will Solace besarse sus propios bíceps, apoyando su pierna sobre el cadáver de un monstruo, el último por ahora, en señal de victoria. Estaba lleno de barro, más que el resto, así que podía arriesgarse a decir que había pasado más tiempo por el suelo que el propio Percy.

-Sitio para dormir... por allí - informó Silena llegando a trote. Se apoyó en Annabeth, no parecía herida, pero sí tremendamente cansada. - Como Percy vuelva a encender una hoguera... juro que me hago un cinturón con su intestino.

En apenas cinco minutos volvieron a reunirse. Había empezado a llover, lo suficiente para quitar los restos de sangre y tierra de encima. Todos tenían heridas superficiales y golpes, nada preocupante para haber pasado días prácticamente sin descansar.

-A este paso va a ser genial explotar a toda esa gente, no habrán más monstruos. - Todos se quedaron mirando a Clarisse. - ¿Qué? Como si no lo hubieseis pensado, solo que yo soy la única con narices para decirlo. Sin huéspedes no hay monstruos.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora