El día que el Séptimo Círculo se convirtió en Empíreo

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Estaba comenzando a perder la memoria, recuerdos y sentimientos. Varias veces en su vida se había quedado absorto mirando el agua, ya sea en un río o en un pequeño lago, una acción que le transmitía una calma sin igual. A veces, incluso, podía imaginarse un ancho mar, uno que recordaba querer visitar, como tanto muchos otros lugares. Iba más allá de su gusto por lo desconocido y el agua, representaba lo que había sido su mente joven y llena de vida.

Cuando respirar no se sentía como un castigo.

Ya no tenía frente a sus ojos el reflejo azulado brillante del cielo en el agua, en cambio, hundió sus manos en el líquido teñido de rojo, limpiando sangre con sangre.

A pesar de la opacidad del agua rojiza, podía haberse reflejado, una imagen de él que nunca espero ver. Percy forzó una sonrisa, tratando de mejorar su aspecto, pero sus apagados ojos verdes y su cara tensa le delataban; también las gotas que discurrían hasta su barbilla, dudando de su procedencia: sudor o lágrimas.

-En qué me he convertido.

Recordaba cómo era antes, pero le parecía tan distinto a su yo actual que realmente dudaba si sus recuerdos no eran más que invenciones de su cerebro. ¿De verdad alguna vez fue tan optimista y valiente?

No había notado su cuerpo temblar hasta que sintió una mano fría sobre su hombro, tan firme en su agarre que le obligaba a calmarse. Nico Di Angelo tenía la frente salpicada de sangre, suya y ajena, casi cubriéndole los ojos. Su pelo negro estaba más largo y demasiado revuelto, sucio con tierra y sangre seca.

-No puedes llorar - su voz sonaba como una orden. - Reyna y Thalia lo han conseguido.

Ninguno formuló una sonrisa ante la noticia.

Percy notó a Nico seguir su mirada, observando a su alrededor donde quedaban algunos cadáveres y restos de extremidades cortadas.

-No vamos a durar lo suficiente.

-El Séptimo Círculo vencerá - respondió Nico.

-No me interesa - ignoró lo egoísta que sonaba, - merecemos ser capaces de verlo.

-¿Seguro?

Nico también quería vivir, Percy lo sabía, pero notó como sus ojos negros observaban firmemente el agua teñida de púrpura y sus manos manchadas de sangre.

-Más que nadie.

Ocultos tras concurridos árboles se encontraban los capitanes y Clarisse de la Rue, pero Percy en lo primero que se fijó fue en la mirada aliviada de Thalia Grace a través del holograma cuando le vio situarse al lado de Annabeth.

-Eres como una cucaracha, Jackson - su imagen estaba algo dispersa por el movimiento, en ocasiones, podía ver un lateral de Reyna a su lado, conduciendo.- Sigues aferrado a la idea de joderme toda la vida.

-Llegad rápido - suplicó haciendo caso omiso a la broma. - Os necesitamos.

Pensó que Thalia se burlaría de él, o aprovecharía para recordarle la gran soldado que era, pero la ojiazul borró la sonrisa cambiándola a una mirada lastimera y preocupada.
-Aguanta, Percy.

Annabeth no estaba cómoda, Percy lo notó enseguida al verla enderezar su postura de forma algo brusca cuando Thalia cortó al comunicación con ellos.

-Si partimos de la base de que no harán descansos para venir lo antes posible... - carraspeó la ojigris, - aunque hagan turnos para conducir, no estarán aquí en menos de tres días. No resistiremos.

El silencio grupal funcionaba como una confirmación. Percy miró a Jason esperando que su amigo soltase algún comentario positivo resultado de un profundo razonamiento, pero este solo le esquivó la mirada sin mediar palabra.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora