Frank siempre fue un chico educado

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No paraba de recibir sonrisas. Sonrisas que se traducían en agradecimiento y admiración.

Algo que, por supuesto, no merecía.

Había vuelto a llorar a solas, no por vergüenza, sino para seguir manteniendo esa impecable mentira que todos los soldados que no les habían acompañado a Empíreo sabían. Volvieron como unos héroes, consiguiendo un beneficioso pacto para su propia población.

Ninguno sabía lo que habían provocado y Jason no sabía cómo les enfrentaría cuando, en su ansiada victoria, un gran número de sus compañeros se encontrasen con la falta de la familia que habían dejado atrás en Empíreo; esa que soñaban con rescatar algún día.

Cada vez que le felicitaban en su ignorancia, como al resto de capitanes, solo podía sentir profundo asco y culpa.

Percy le había visto acercarse por el reflejo de su espada, de otra manera habría acabado con su afilada arma en el cuello atentando contra su vida. No le sorprendía. En los últimos días, había visto más armas que nunca, también más movimiento, estaban en una cuenta atrás.

Desde que llegaron, había pasado la mayor parte de su tiempo con Percy y Piper, como siempre fue su vida desde Empíreo. En todo ese tiempo, Jason no vio ni una vez los ojos de Percy con un tono rojizo como los suyos, no necesitando mentirle a Piper con una pobre excusa sobre su estado.

Percy ya no lloraba, no se parecía en nada a cómo le habían descrito en su llegada al Séptimo Círculo; un chico sensible y ansiado por hacer el bien en nombre de la humanidad.

Jason prefería seguir llorando, le gustaba hacerlo, era la prueba de que aún conservaba un corazón no tan lleno de sufrimiento. Era totalmente perceptible su diferencia con Percy y el propio Nico di Angelo, a quienes había visto sin reaccionar al rodearse de tantos cadáveres. Al contrario de Jason, su pronta llegada les había hecho conocer demasiadas veces a la muerte, incluso podían decir que ya eran amigos.

-Ya recibimos un mensaje de Empíreo - le informó.

-Lo sé, Annabeth me lo acaba de decir - respondió el ojiverde, dejando un rápido tajo al árbol que tenía más cerca con su espada. - Dijo que van a mandar drones para inspeccionar la zona, así Annabeth comenzará a armar el plan.

-Estoy convencido de que aprovechará perfectamente el terreno a nuestro favor. - A pesar de que eran mejores amigos, su conversación le sonaba forzada, una que tendría con cualquier desconocido. - Voy a ayudarla esta noche. Reyna y Nico se están ocupando de la formación y las armas. Tenemos todo bajo control para ganar esta guerra sin mayores problemas.

Percy quitó su interés del árbol en el que estaba concentrado perfeccionando aún más sus movimientos de lucha. Se giró hacia Jason, formando una sonrisa algo irónica y vacía.

Le recordó a Leo Valdez. El que ahora presentaba Empíreo.

-Eso suena demasiado esperanzador - no dejó de sonreír, - incluso para ti, bro.

Ya estaba acostumbrado a los nuevos continuos cambios de humor de Percy, aunque lo único que era constante a pesar de las bromas o comentarios que pudiese soltar, era la sensación de abatimiento y vacío que siempre portaba aún riendo.

Jason agarró la mano de Percy que tenía sujeta la espada, evitando que volviese a centrar su atención en el árbol. Obligándole a escucharle.

-Entiendo cómo estás, pero no te creo - soltó su mano cuando estuvo seguro de que no iba a tratar de ignorarle. - Puedes haber... no, has perdido mucho, hasta la capacidad de sentir lástima en algunos momentos, incluso no aborreces matar, pero no trates de mentirme, ni de mentirte.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora