Una capitana experta en ganar tiempo

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Una de las mayores injusticias de la vida es la incapacidad de olvidar. Percy deseaba con todas sus fuerzas borrar cada recuerdo que compartía junto a Leo Valdez en Empíreo. Ya no se trataba solo de venganza, sino de vergüenza. Solo podía recordar su llegada al Séptimo Círculo y cómo se llenaba la boca hablando maravillas de su idílica familia, de cómo había crecido en ese desierto emocional hasta llegar a un lugar que sí merecía la pena compartir con sus amigos.

-¿Es la misma...? - preguntó Silena en voz baja, siendo interrumpida por Nico.

-Sí, la misma combinación que asfixió a Luke Castellan.

La sorpresa de Percy fue que Annabeth no golpease la improvisada mesa de madera que habían armado desde el principio de la guerra para discutir las diferencias formas de ataque. Su capitana se mantenía en silencio, de brazos cruzados y con la vista fija en algún punto de la madera.

-Hoy van a soltar el ataque, más si descubrieron a Nico - susurró Jason, juntando ambas manos enfrente de su cara. - Tenemos que hacer algo.

-Nos han mantenido retenidos en esta zona por la proximidad de las montañas, no tenemos tiempo para escapar ni tampoco para armar una ofensiva - respondió Annabeth sin mirar a nadie en particular. - No sabemos si van a expulsar el gas como una neblina frontal o ahora mismo pueden estar repartiéndolo por puntos exactos. No tenemos tiempo.

Percy no conseguía encontrar ninguna de sus ideas improvisadas con pocas probabilidades de éxito. Miraba a los rostros de cada uno de los capitanes y compañía esperando algún signo de esperanza, pero lo único que se encontraba era resignación.
Estaban decididos a luchar y a ver a cuántos de ellos el gas terminaba por asfixiarles como a Luke Castellan.

-Cuchillos. Me faltan cuchillos - balbuceó Thalia en sueños. Atrajo todas las miradas, manteniendo la boca entre abierta mientras dormía con la cabeza recostada en el espaldar de la silla. - Cabrones, mis cuchillos.

-Estamos a punto de morir y esta... - gruñó Clarisse, pero al instante cambió la expresión de enfado por una sonrisa incrédula. - La admiro.

La mayoría de miradas se centraron en Reyna, que se había mantenido en silencio hasta que notó la atención en ella.

-La escogí como segunda al mando por sus otras cualidades - rodó los ojos. - Es evidente.

-¿Cuáles? - cuestionó Jason. - Porque ahora nos vendrían muy bien.

-Y a ti qué te importa.

-No es momento de discutir, sé que el ambiente no es esperanzador, nunca lo ha sido, pero debemos de mantener la calma - pidió Silena. Su voz fue realmente apaciguadora, pero el gran temblor en sus manos que trataba de disimular la delataba. - Necesitamos encontrar una solución.

-No hay ninguna solución - habló Reyna, mirando brevemente hacia Annabeth que asintió conforme. - Gracias a Nico nuestros soldados tendrán la decisión de luchar o no. Pero no hay forma de detener ese ataque.

-Sabes que nos seguirían a cualquier parte, incluso a una muerte directa como esta - le respondió Nico.

-No es una habitación cerrada como le pasó a Luke, el efecto de ese gas no durará mucho. Puede matar durante unos minutos o solo marear el tiempo suficiente para que ellos ataquen con nuestras defensas eliminadas.

-Solo vamos a resistir - resumió Percy con una pequeña opresión en el pecho.

-Esta vez no estamos matando personas que no conocemos como en Empíreo, son nuestros propios soldados - intervino Jason. - Nuestra obligación como capitanes es protegerles.

-Di cualquier solución y la aceptaremos - Annabeth le enfrentó con la mirada. - No nos valen lecciones de moralidad si no aportas una alternativa.

Exceptuando a Annabeth que se quedó sentada con la mirada perdida, cada capitán y su segundo al mando fue abandonando la mesa de forma consecutiva, incluida Thalia, que aún pasaba la mano por sus ojos despertándose. Percy fue el único que permaneció junto a Annabeth, observándola como siempre lo hacía.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora