Estrellar los jeeps son costumbres matrimoniales

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Asco. Ese fue su primer sentimiento al apoyar de nuevo su rifle entre sus manos, sabiendo que en unos minutos volvería a usarlo.

Abrió la puerta del jeep desde dentro en el mismo tiempo que Thalia frenaba y sacaba su mano por la ventana, cerrando el puño para indicarle al resto de vehículos que frenasen.

-Todo tuyo, mi capitana - le guiñó uno de sus oscuros ojos azul eléctrico.

Reyna no respondió pero sí sonrió, apretando con una de sus manos el rifle y cargándolo a su espalda mientras se apoyaba en el filo del coche, sacando medio cuerpo por la puerta abierta.

Estaba dándole la espalda a una guerra que acontecía a menos de cincuenta metros, pero miraba la horda de coches y soldados, su ejército expectantes ante ella.

-En unas horas, muchos de nosotros estaremos muertos y otros vivirán, viendo hasta la última gota de sangre de Empíreo derramada - comenzó, forzando su garganta para asegurarse que hasta las últimas líneas la escuchasen. - Han conseguido que de verdad el Séptimo Círculo haga justicia a su nombre. Vamos a reducir a cenizas a Empíreo hasta que lo único que quede sea su sangre mezclada con sus lágrimas.

Algunos comenzaron a gritar, otros imitaron a Thalia que, sin mover el coche, comenzó a hacer sonar el motor, creando un bullicio lo suficientemente alto para que cada soldado que aún batallaba les escuchase, anunciando su llegada. Una clara provocación y declaración de intenciones.

Reyna se descolgó el arma de su espalda, agarrándose del techo del coche con su mano libre y levantando su rifle en alto, avivando más el griterío.

-Luchad con el corazón hasta que estéis muertos. Caminad cuando no podáis correr, arrastraros cuando no os tengáis en pie. - Hizo una pausa, girándose hacia delante y dándoles la espalda, encarando al campo de batalla. - Pase lo que pase, no dejéis de avanzar. Por los que perecieron y los que vivirán. ¡Por la humanidad!

Cerró la puerta entre vítores, sentándose en el asiento de copiloto junto a Thalia Grace que levantaba el freno de mano y sonreía en su dirección, con sus ojos inundados de adrenalina.

-Vamos a darle caña.

A pesar de que conducir en un bosque no era la mejor idea del mundo, menos cuando alguien como Thalia iba al volante, permanecieron el máximo tiempo posible dentro del vehículo, apurándolo al máximo como escudo.

Reyna se sujetó al asiento justo cuando su esposa aceleró, pasando por encima a tres soldados de Empíreo que trataron de esquivar el coche nada más vieron el ataque. No les hizo falta ver su sangre para saber que les habían atropellado, los tumbos del coche eran claros, aplastando los primeros cadáveres.

-¡Quita que no veo! - gritó Thalia, dando un codazo a la ventanilla, rompiendo el cristal y sacando su brazo para tirar de la pierna de un soldado que había quedado tirado sobre el capó del coche.

-Vamos a estrellarnos, cada vez los árboles son más concurridos - advirtió Reyna. - Thalia, debemos bajarnos ya.

-Lo sé, solo déjame estrellar el coche, cariño - sonrió de forma maliciosa, alterando la tranquilidad de Reyna. - Siempre he querido hacerlo.

Ambas se conocían el terreno hasta con los ojos cerrados, habían luchado y matado prácticamente en cada rincón, por lo que no le sorprendió el giro brusco de Thalia, totalmente a conciencia y encontrando huecos entre los árboles.

La carrocería del coche estaba rayada y comenzaba a llenarse de agujeros de bala producto de ataques de Empíreo, pero Thalia no cesaba su ataque, seguía concentrada en conducir.

El cristal delantero se rompió por los numerosos disparos. Reyna cubrió con su brazo su propia cara y la de Thalia, sintiendo algunos cristales arañar su piel pero sin provocarlas mayor daño. Cuando algunos disparos cesaron y Thalia pudo levantar la cabeza par continuar conduciendo, Reyna la observó seriamente, advirtiéndola con la mirada de que era capaz de tirarla fuera del coche si era necesario.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora