Llegaban tarde incluso a su propia muerte.
Cualquier asentamiento que habían planeado tuvo que ser aplazado, Empíreo parecía haber acaparado el límite de los veinte kilómetros como una falla inexpugnable. No les permitían avanzar, pero tampoco retroceder.
Percy se agachó tras un muro de hormigón, siendo el primer instante en el que se sentía capaz de coger aire desde que habían sido abordados. Las balas golpeaban contra los muros, las esquinas de las casas abandonadas, incluso los coches. Para su rabia, no era ni un cincuenta por ciento de la totalidad del ejército de Empíreo, pero les estaba sirviendo para tenerles retenidos.
Su ataque había sido sorpresa, algo que ningún capitán ni los miembros más antiguos del ejército del Séptimo Círculo habían previsto. Todos daban por hecho que Empíreo iba a presumir verbalmente de su poderosa superioridad, tratando de sembrar la inseguridad sobre el campo de batalla. Contaban con ello, iban a necesitar su regodeo para ordenarse correctamente.
-Los jeeps están totalmente fuera de su alcance, capitana Chase - escuchó Percy a alguien informarle a Annabeth. - El equipo de Jason Grace está avanzando lentamente. Empíreo está...
-Centrado en nosotros, lo sé - Annabeth golpeó una pierna de Percy al caer a su lado, ocultándose del reguero de balas. - Desgraciados. Informa a di Angelo, quiero su equipo siempre a la espalda. Cuando ganemos terreno, empezarán a establecerse. Los heridos fuera de los límites, si es necesario, que regresen.
A pesar del imprevisto ataque, Percy tenía que llenarse el pecho de orgullo ante la rápida formación del Séptimo Círculo pese a la situación. La adrenalina y la velocidad de los acontecimientos le provocaban pequeños lapsus de memoria, solo recordaba cómo, cuando escucharon los primeros disparos, los cuatro equipos se separaron al instante.
A la primera que perdió de vista fue a Thalia Grace, que comenzó a correr hacia el epicentro del ejército de Empíreos liderando junto a Reyna el primer grupo. Luego, Jason les miró a Piper y a él una última vez, gritando órdenes para sus soldados y alejándose hacia el oeste, una posición que en su tiempo perteneció a Luke Castellan.
Sin contar a sus compañeros de equipo, solo el grupo de Nico di Angelo era el que veía con regularidad. No sabía que su amigo podía correr tan rápido, le veía aparecer y desaparecer en cuestión de segundos, como si supiese exactamente dónde le necesitaban y, luego, se fundía en las sombras.Siempre fue consciente de lo duro que iba a ser la incomunicación con el resto de sus amigos en la guerra, pero no lo veía como algo mayor al daño físico. Estaba equivocado. Seguir vivo resultaba la tarea más horrible a la que se había tenido que enfrentar, el desgaste mental al que estaba sometido por el desconocimiento de todo lo que realmente le importaba solo provocaba que las horas le pareciesen días.
Ningún entrenamiento puede prepararte para una guerra. Nada de lo que le digan será suficiente para aprender a acallar sus pensamientos. Quizás, solo quizás, por eso Empíreo les sacaba ventaja. Ninguno de esos soldados, sin lazos emocionales aparentes entre ellos, debía de estar pensando si, alguna de esas balas habría alcanzado a algún compañero o, si en el próximo segundo, cuando escuchasen algún grito pidiendo asistencia médica, sería por un amigo.
Ahora mismo, alguno de sus amigos podría estar muerto.
Percy miró a Annabeth, que, aunque estaba concentrada en la batalla, sonrió por unos segundos, como si supiese que la observaba. Desde que comenzaron a atacarles y todos tuvieron que separarse, Annabeth se había convertido en todo, su novia era la representación de todas las personas que Percy amaba. Creía que, si ella estaba bien, todos estarían bien.
-Tres disparos más y al que está escondido en la tercera casa se le acaban las balas, tendrá que recargar - anunció Annabeth sacando una pistola pequeña que tenía atada al muslo. - Percy y Charles, conmigo.