El reflejo que emitía la luna de la luz era lo único que conseguía alumbrarles. Aún habiendo caminado por días hacia Empíreo por una ruta diferente a las usuales, no habían encontrado un lugar que pudiesen considerar tranquilo, lo suficiente para no estar rodeados de monstruos con la primera chispa de fuego.
Incluso ahora, en el silencio de la noche, se sentían acorralados,
-Mira el lado bueno, con suerte los monstruos nos quiten un buen puñado de soldados de Empíreo cuando salgan - comentó Percy, sentándose al lado de Jason, ambos haciendo la última guardia.
-Empíreo es consciente de ello. Que sigan creando monstruos cuando están a una semana o dos de sacar a todos sus soldaos fuera no es una ventaja, es una burla - hizo tronar dos ramas en sus dedos, levantando la cabeza y observando a su alrededor, tratando de ubicar a algún monstruo. Nada. - Siguen siendo...
-¿Demasiados?
-Prepotentes. Pero sí, también demasiados como para que tener bajas por su propio ataque les suponga un problema.
Además de ellos, las únicos despiertos eran Annabeth y Reyna, que si bien no estaban montando guardia, ya llevaban una larga hora hablando con Charles a través del pequeño holograma que reproducía la pulsera.
Desde su sitio no podía enterarse de nada de la conversación, pero por los gestos y mirada tranquila de Charles, no habían sufrido ningún percance mayor. Quizás, cuando amanezca y vuelvan a ponerse en marcha, ya tendrán la noticia de que la población de Empíreo esta viviendo sobre su propio cementerio.
No le enorgullecía ese as que se guardaban bajo la manga, pero tampoco lo repudiaba. Percy había cambiado, no, había perdido tanto que empezaba a ser egoísta con su propia manera de sobrevivir.
Su madre ya no vivía en Empíreo. Ya no vivía. No tenía nada que perder. No podía salvar a esas personas y al mismo tiempo a su familia del Séptimo Círculo, y, si tenía que condenar miles de vidas por unas pocas, lo haría.
Un pequeño reflejo deslumbró a Percy. Sacó su pistola listo para disparar hasta que vio que el causante había sido Jason, que tenía su espada desenfundada pero no en posición de ataque, solo estaba mirándose a sí mismo a través de la brillante hoja.
-No te preocupes, estás guapo - dijo volviendo a colocar la pistola de vuelta a su sitio.
Jason emitió una pequeña sonrisa, no muy longeva.
-Estaba recordando un conversación con Nico. Hasta ahora no tenía respuesta - murmuró, usando su uña para quitar restos de sangre. - ¿Por qué Quirón nos esperó para ser capitanes?
-Sois muy buenos, se ha visto. No se equivocó.
-Todos los equipos están llenos de soldados que han crecido aquí, que han entrenado muchos más años que nosotros - siguió mirándose en el reflejo de la hoja. - Las personas no somos únicas, al menos no en características de combate. Ni siquiera Annabeth y Reyna son únicas aunque sean las mejores. Han mejorado siendo capitanas, cualquier soldado si hubiese tenido la oportunidad...
-No es momento de dudar.
-No estoy dudando, solo necesitaba una explicación, una que Quirón jamás nos dio - expresó con cierto agobio, algo que no le sorprendía de Jason, siempre tuvo la necesidad de conocer el por qué hasta del más mínimo detalle. - La decisión de Quirón jamás fue a la ligera y no por nuestros avances o... no, Quirón siempre supo quienes debían ser los capitanes.
-No nos conocía.
-Pero eso no quiere decir que no nos estuviese esperando.
Percy no lograba entenderle, esperaba una explicación de Jason, pero su mejor amigo no paraba de soltar murmullos bajos y cambiar sus expresiones una y otra vez, desde la sorpresa hasta el respeto, incluso la pena. Acababa de hallar una respuesta que siempre estuvo esperando en silencio.
