Por si no quedaba claro, es mejor tener solo un dedo menos

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Thalia se consideraba fuerte físicamente y, si alguien trataba de decirle lo contrario, tenía el suficiente amor propio para sobreponerse a cualquier crítica e incluso demostrar activamente su valía. Aunque no le gustase aceptarlo, algo de narcisismo brillaba en ella.

Desgraciadamente, todo se había acabado. Ya no podía considerarse fuerte, no cuando había acabado apoyada sobre los escombros de una vieja casa viendo a Frank Zang levantar del cuello con una de sus manos a un soldado de Empíreo. Si Thalia lo intentase, volvería a tener el hombro descolocado.

Al lado de Frank, podía considerarse un espagueti. Como Nico di Angelo.

-No me gusta ser agresivo, pero de verdad pensé que te había disparado - se disculpó Frank con Thalia cuando mató al soldado.

-Tranquilo, aquí no estamos para juzgar - levantó Thalia ambas manos con un gesto de calma. - Creo que nos hemos adelantado, aún faltan cinco minutos para reunirnos.

Cada vez que se separaban, Thalia siempre estaba junto a Reyna, pero una pequeña emboscada de Empíreo las haba obligado a separarse, dejando a su esposa junto a Lee Fletcher y el resto del equipo. Thalia y Frank, en cambio, habían corrido lo más que pudieron hasta encontrar un provisional refugio.

Siguió con la mirada a Frank, que en vez de sentarse como Thalia, arrastraba los cadáveres que habían dejado a su paso para acumularlos en un lateral de la vieja entrada de la casa. Habían matado a ocho soldados nada más entraron, ninguno tuvo tiempo para defenderse en condiciones; antes de poder coger aire, Thalia ya tenía varios cuchillos repartidos en sus gargantas.

-Entonces... - tanteó Thalia cuando Frank se sentó frente a ella, aguardando al resto del equipo. No era un chico que diese mucha conversación, la ojiazul en cambio, no soportaba el silencio. - ¿Qué tal?

Frank ladeó la cabeza, antes de encogerse de hombros y formar una sonrisa forzada.

-Pues aquí. ¿Y tú?

-Aquí, también - apretó la boca con un gesto de fastidio, mirando a su alrededor pensando cómo matar el tiempo. - ¿Cómo es eso de la vida sin dedo?

-Podría ser peor - Frank levantó su mano vendada. - No me quejo.

-Claro, podrían faltarte dos - respondió. - Y eso sería una gran putada.

Echaba de menos a Percy Jackson. Con su amigo no tendría problemas para armar una conversación. Frank estaba tan concentrado en montar guardia que no se permitía despistarse lo suficiente como para tener una agradable charla sin sentido.

-Gracias a los dioses - Thalia se puso en pie nada más la puerta se abrió de golpe por una patada de Reyna. El mal estado de la casa era tan claro que la madera carcomida por el paso del tiempo de la puerta se resquebrajó por completo por el golpe, cayendo al suelo. - Estaba por de decirle a Frank qué dedo preferiría perder.

Reyna ignoró su dramatismo, incluso no parecía escucharla. Mientras parte del equipo comprobaba los cadáveres que había amontonado Frank, la capitana no paraba de subir y bajarle los brazos a Thalia, incluso palpando por encima de su ropa buscando alguna herida.

-Me estoy ofendiendo ¿de verdad piensas que han podido herirme a mí? Soy Thalia Grace.

-Comprende de una vez que estamos en la guerra, no en una tonta misión de rescate - la regañó Reyna, - cada precaución es poca. Más tú que eres un imán de problemas.

-Qué cosas más bonitas me dices.

Elegir el equipo de Reyna tenía sus consecuencias, la principal era confirmar que se está mal de la cabeza. Ya no era la predilección por elegir a la que es abiertamente la capitana más estricta sino saber que se está directamente en el puesto más peligroso en la batalla.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora