El amor, valiente y apestoso

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Podría estar soñando o despierto. Sus sueños, convertidos en pesadillas, eran tan idénticas a la realidad que le costaba saber si aún seguía durmiendo. Al fin y al cabo, siempre era el mismo patrón: estar apunto de morir por una oleada de monstruos.

Tomó la decisión de que estaba despierto cuando, colgando de un cable enrollado a su pie en un lateral de un edificio destruido, aún no había despertado de un salto en su provisional cama. Saberlo no le caía en gracia, solo le hacía replantearse qué clase de vida tenía para siempre terminar en las peores circunstancias.

Trataba de balancearse hacia el borde del edificio, pero estaba tan cansado y mareado que parecía un pequeño pez colgado boca abajo de un anzuelo gigante. Su único punto positivo era el pequeño goteo de sangre negra al borde de la plataforma donde había caído enganchado, la cabeza sin vida de un monstruo asomaba. Su mayor peligro era no caer de cabeza al suelo, pero al menos no sería devorado.

-¿Necesitas ayuda?

Miró hacia el suelo, mareado por la sangre que estaba llenando su cabeza. Nico di Angelo estaba a un metro de distancia, con las manos en los bolsillos y mirándole ahí colgado. Percy no podía cuestionar la inteligencia del capitán por su pregunta, no cuando se las había arreglado para crear su propia trampa.

-Por favor - pidió.

-Genial - Nico miró al suelo, pateando una pequeña piedra antes de volver a elevar la cabeza hacia Percy y sonreír. - Pues búscate la vida.

Percy se agitó en protesta, ignorando el dolor del cable en su tobillo. Por más que llamaba a Nico, el capitán seguía caminando, alejándose de él.

-¿¡En serio vas a dejarme aquí!? ¿Sigues enfadado? - le volvió a gritar. - ¡Nico! ¡Nico!

El único movimiento que hizo el capitán di Angelo fue arrancar un pedazo de yeso de una pared, solo para lanzársela al indefenso Percy que no pudo esquivarlo. No dolió, pero fue molesto.

-¡Me besaste, idiota!

-Fueron las circunstancias, estaba siendo presa del pánico - su cuerpo giraba mientras hablaba, dándole sin quererlo la espalda a Nico. - Tu yo del pasado lo agradecería.

Estaba de espaldas a Nico, no veía la cara de enfado o vergüenza que había puesto. Su cuerpo giraba lentamente aún colgado, en silencio. Pensaba que Nico se había largado, hasta que, al volver a su posición inicial, le vio justo a su lado de nuevo.

Se sobresaltó del susto como si acabase de tener un calambre, antes de que Nico colocase ambas manos en sus hombros y le empujase con fuerza.

-¡Nico!

Ahora sí le había dejado solo, como un péndulo humano yendo de un lado a otro girando sin control.

-¡Annabeth! - gritó. - ¡Annabeth, socorro!

Repitió el nombre de su novia unas tres veces más hasta desistir y no querer convertirse en una alarma para monstruos. Su cuerpo seguía zarandeándose de un lado a otro sin pausa, y, por más que se movía para intentar pararse, solo lo empeoraba y se mareaba aún más.

No sabía si veía doble o triple, pero deslizar el dedo por su pulsera y encontrar la imagen de Annabeth fue de las cosas más difíciles que había hecho. En apenas segundos apareció la imagen de la capitana al otro lado de la pantalla. No pudo articular ninguna palabra por el mareo, esperaba que su imagen boca abajo y yendo de un lado a otro fuese una buena explicación.

-Voy, no te muevas.

Qué graciosa.

Sabía que Annabeth no debía andar lejos. Había estado con ella la mayor parte del tiempo hasta que corrió despavorido por un monstruo que no paraba de perseguirle y parecía la réplica de un extinto mamut. Demasiado grande para Percy y su don para no establecer un plan sobre la marcha.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora