Los únicos momentos donde podía considerarse feliz eran cuando permitía a su mente separarse de la realidad y revivir recuerdos. Uno a uno, los suficientes para poder tener fuerzas para seguir enfrentando el día.El único inconveniente es que cada vez se repetían más, Annabeth temía que llegaría el punto de que no quedase ningún recuerdo en su memoria que no haya revivido el número de veces suficiente. Ya no podía acumular algunos nuevos, no sin Luke.
Había visto la muerte con sus propios ojos muchas veces, incluso ahora la había provocado en su segunda vuelta a Empíreo. Recordaba las lágrimas de soldados y familiares en el Séptimo Círculo cuando en alguna pequeña misión de rescate tenían alguna baja y ella siempre estuvo ahí, acompañándoles en su dolor y ofreciéndoles palabras alentadoras con la firme creencia de que podrían continuar con su vida.
Ahora que ella había perdido a Luke, el chico que consideraba su hermano, su otra mitad, no conseguía encontrar la forma de seguir viviendo en paz.
Todo lo que quería era vengarle, estaba notando crecer en ella un sentimiento tan sucio y malvado que meses atrás le habría parecido repulsivo. No le gustaba esa nueva versión, pero no podía controlar la sed de sangre que tenía. Necesitaba acabar con Empíreo.
Necesitaba matar a Leo Valdez.
Fue una sorpresa para todos, incluso para el propio Percy Jackson que Annabeth no finalizase su relación al verle liberar junto a Jason al que fue o aún es su amigo, a pesar de que ella misma había asegurado matarle. No lo consideraba una traición, aunque su pasiva decisión bien podía ser del miedo a no tener a nadie con quien buscar consuelo, pero no puso enfadarse en lo más mínimo. Si Luke o Thalia hubiesen estado en la situación de Leo, ella también les habría liberado. El amor siempre será el más alto de los precios, incalculable se atrevería a decir, no hay principios lo suficientemente fuertes como para llevar la contraria a lo que un corazón dicta.
Trató de enmudecer el constante ruido de la construcción del muro, que cada vez abarcaba más territorio creando en aquellas personas que no pertenecían al ejército una mezcla de sensaciones, tanto seguridad como miedo. Incluso Annabeth, habiendo sido su idea, dudaba de que fuese suficiente, al menos a largo plazo.
No veía la hora para que la construcción acabase y poder marchar todo el ejército hacia Empíreo. Quería por una vez darles caza y dejar de ser la presa.
Casi coordinada con el ruido de los martillazos a lo lejos comenzó a pasar su mano por el tronco de un árbol, apartando las ramas con largas hojas que lo ocultaban, revelando la inscripción que ya llevaba el suficiente tiempo para que Annabeth lo considerase uno de sus lugares favoritos. No por la belleza de aquel pequeño claro, similar al resto, sino por el recuerdo que guardaba.
Thalia Grace se casó aquí primero. Joderos, rubios solterones.
Se quedó observando el suficiente tiempo la inscripción tallada por Thalia hasta que unas lágrimas brotaron de sus ojos seguidas de una baja risa. Apoyó la frente sobre el tronco, recordando con total claridad cómo había sido escrita incluso dos días antes de que Thalia se casase con Reyna, en el que no dudó en burlarse tanto de Luke como de Annabeth por haber sido la primera.
Aún no había empezado la improvisada boda y ya Annabeth estaba rodeada de llantos. Intercambió una mirada divertida con Reyna, quien estaba frente a la pequeña multitud con Frank a su lado que no paraba de llorar haciéndole competencia a Luke Castellan.
-Acabo de verte amenazar a Reyna ¿y ahora lloras? - le susurró Annabeth. - Para ya, me estás avergonzado.
-Tu hostilidad es porque estás en esos días de mes, así que te lo perdono - soltó un pequeño hipido a la vez que Annabeth le miraba sorprendida. - ¿Qué? Vivimos juntos. Siempre que estás así cambias el orden de los muebles por alguna extraña razón cósmica de tu cabeza. Ayer de madrugada no podía dormir de los nervios y me tiré en el sillón, bueno, al suelo, porque no estaba en el mismo sitio que anteayer.