Unos ideales de pasarela: usar a la población como moneda de cambio

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Parecía que estaba a escasos minutos de salir a formar parte de una lucha a muerte en medio del Coliseo romano.

Había intentado cortar su exageración, pero había desistido, dejándose manejar como un muñeco con tal de no coger aún más nervios.

-Estamos contigo, chico cadavérico - animó Will mientras le masajeaba los hombros con vehemencia. Le dolía, para ser médico no era muy avispado en tema de fisioterapia, pero Nico no se atrevía a rechistar. - Silena, abanica más rápido. Tiene que estar espabilado.

Estaba seguro de que antes de entrar a la reunión de capitanes, su segunda al mano y mejor amiga de su novio le daría con toda la libreta en la cara si seguía usándola como un abanico.

Más que como un gladiador, se sentía como un auténtico imbécil.

-Nos van a ver - trató Nico de razonar de nuevo. - Me estáis dejando en ridículo.

-Solo queremos prepararte, tienes que estar listo - insistió su novio, apretando algún tendón en sus hombros que hizo a Nico soltar un pequeño gruñido de dolor. - ¿Convenciste a Reyna? Es nuestra única esperanza para que Jason y tú no salgáis en una camilla.

-No lo sé - se sinceró. - No me dio una respuesta clara. Llegaron esos monstruos y... no volvimos a hablar

-Si consigues convencerla, Will hará la cama por una semana entera - negoció Silena, - para que te motives.

-Tampoco te pases, dos días.

Tenían que cuidar la apariencia del dormitorio, a fin de cuentas era la única estancia de la casa que compartían que había quedado intacta. El gran agujero en la pared que había dejado un monstruo había sido tapiado, pero estaban todos muy ocupados como para ayudarles a recoger los muebles destrozados y, siendo sinceros, ninguno de los dos había hecho el amago de recoger el desorden. Incluso aún habían restos de sangre de monstruo y de Quirón.

Thalia y Reyna, más esta última, les había ofrecido innumerables veces establecerse en su casa, al igual que Jason, pero aunque Will sí fuese el más motivado a irrumpir en la intimidad de las personas, Nico se había negado. No quería ser una molestia y tampoco le molestaba que su casa fuese básicamente un museo de desgracias, apenas pasaba más de dos horas al día en ella. Siempre estaba entrenando, fuera o en la base, incluso dormía en el suelo de forma intermitente en alguna sala. Llegaba hasta donde su cansancio le permitiese.

Los tres se encontraron cara a cara con Percy Jackson, que sonrió en saludo tanto a Will como a Silena, pero no a Nico. La expresión del ojiverde se endureció al ver a su amigo y capitán, como si él fuese un muro que le obstaculizaba la búsqueda de su paz mental.

Ciertamente, lo era. Nico había esperado que su capitanía fuese sencilla, que sus únicos problemas fuesen cuadrar horarios, pero desgraciadamente desde que asumió el mando no había dejado de tocarles las narices a todos. No pudo pasar desapercibido.

-Espero que esta vez estemos de acuerdo - susurró Percy colocándose a la par. - No podemos seguir perdiendo el tiempo.

-¿Sigues con la idea de creerte todo un Aquiles y acabar con Empíreo? - preguntó con ironía y Percy asintió. - Genial, pues yo sigo siendo la flecha en tu estúpido talón.

Al menos consiguió que Percy se riese. El único problema fue que su risa se escuchaba desganada, pero era a lo máximo que podía aspirar.

Deseó seguir fuera aguantando los dolorosos masajes de Will Solace cuando tras unos minutos viendo al resto de capitanes y segundos al mando llegar, solo Jason Grace le miró a la cara, ni siquiera Reyna. Su mejor amiga se mostraba distraída, teniendo su mirada en cualquier lugar menos en los presentes. La confianza de Nico estaba cayendo en picado.

Danger: Contraataque por la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora