¿Qué puedes hacer cuando quieres al enemigo número uno?
Piper aún no había hallado la respuesta, como tampoco sabía la forma de alterar sus sentimientos hacia Leo Valdez.
Pasaba día y noche escuchando cómo su mejor amigo (porque sí, aún le consideraba así) ganaba cada vez más fama y odio que la propia organización de Empíreo, a la que representaba. Algunos la miraban con lástima, no se había esforzado en ocultar que ella aún estaba totalmente perdida y confusa con respecto a la situación de Leo, la veían como una pobre alma aferrada a un clavo ardiendo.
Tardó, pero terminó creyéndose las palabras de Quintus. Todo cuadraba, todo cobraba sentido, ... todo era absolutamente doloroso.
No obstante, creer en la nueva versión de la realidad no conseguía modificar sus sentimientos. Piper no podía enterrar sus recuerdos como Jason, tapándolos con una densa capa de tierra formada por ideales sobre lo correcto y un gran cargo de capitán para estrenar su nueva etapa; tampoco podía levantar la mirada y estar a favor de una guerra como Percy Jackson, solo para hacerle pagar cada sonrisa que habían compartido juntos por el dolor de la traición. No, Piper solo había conseguido quedar atrapada en su propio laberinto donde aún tenía a Leo Valdez idealizado a pesar de su naturaleza.
No podía olvidar, no cuando los peores meses de su vida solo tuvo a Leo sosteniendo su mano como su fiel compañero en la interminable tormenta que atravesaban. Leo había sido el responsable de muchas muertes, Leo siempre supo la cruda realidad, Leo supo de la muerte de Sally, Leo... Leo todo. Todo lo malo.
Y también todo lo bueno. Para Piper.
Leo la cuidó. La protegió. La consoló. Y la amó.
En el Séptimo Círculo se sentía sola, incluso en el tormento que pasó en Empíreo estaba más acompañada. Reconocía que ahora estaba en el verdadero paraíso, había una gran cantidad de personas que querían ayudarla y entablar amistad con ella, pero Piper no les dejaba acercarse, al menos no a su corazón. Se había cerrado en banda, provocando su propia soledad.
Jason era quien más tiempo pasaba con ella, una gran parte de su día, pero su diferencia de pensamientos referentes a Leo Valdez estaban formando una muralla infranqueable. Ambos hacían sus mayores esfuerzos pero, podía ser la guerra o todo lo demás, no conseguían avanzar. En Empíreo su amistad e intermitente relación romántica se formó por la necesidad de sentir algo, esa desesperación y supervivencia formó algo real, pero ahora que podían tenerlo todo, no encontraban las bases para establecerse.
Percy era su mayor anhelo, si no contaba a Leo. El ojiverde había cambiado muchísimo, pero no había perdido su esencia, todo entre ellos parecía idéntico a Empíreo hasta que llegó la muerte de Quirón y la verdad sobre su amigo en común. Piper no se lo tomaba a pecho, Percy llevaba días sin ser un ápice de lo que fue y no sabía cómo ayudarle. Quien sí sabría cómo hacerlo, tenía nombre y apellido: Thalia Grace.
Piper llegó a pensar que sentiría celos de la idílica relación que su mejor amigo mantenía con la admirada capitana Chase, pero rápidamente vio que el motivo de cualquier enfado infantil que tuviese venía por parte de la chica que Percy siempre tuvo como ejemplo a seguir en Empíreo. Ya no tenía la seguridad de que el ojiverde la considerase su mejor amiga, no cuando estaba siendo espectadora de esa inesperada y fuerte amistad.
Les observaba más de lo que creían. Había pasado de ver a una Thalia Grace psicológicamente hundida por la muerte de su estimado Luke Castellan, a una algo más animada riendo a carcajadas con Percy como si fuesen dos niños de doce años. Piper sabía que era cuestión de tiempo que Thalia le devolviese el favor, justo lo que Piper debería ser capaz de hacer.