9 mayo - x491

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Rukia había pasado parte de la mañana buscando una actividad para realizar y al final había optado por ponerse a bordar, aunque era algo que realmente no le gustaba mucho porque solía picarse los dedos con la aguja. Ella era buena en otras cosas, pero bordar era una actividad que simplemente se resistía a ella.

Su madre decía que debía practicar, que nunca sabría cuándo podría serle útil esa habilidad y por eso Rukia seguía intentando dar dos puntos sin picarse un dedo.

Ella había visto bordados verdaderamente hermosos en vestidos y prendas que su madre había hecho alguna vez; incluso Yuki sabía bordar de una manera realmente hermosa y una prueba de eso fue que en la fiesta del otoño el año anterior, Yuki usó un vestido en el que ella misma había bordado varios motivos otoñales.

Ese vestido era prácticamente un trofeo para Yuki, ella había pasado todo un año bordando pieza por pieza y cuando se lo puso todo mundo la felicitaba por su maravillosa habilidad con el hilo y la aguja.

Rukia envidiaba la habilidad de Yuki para ese tipo de artes como el bordar, dibujar y pintar. Rukia tocaba el piano, era realmente buena en ello y con las plantas, pero las actividades de Yuki eran silenciosas y podía dedicarse a ellas en cualquier momento; en cambio Rukia no podía tocar el piano en la noche porque todo mundo dormía.

Cuando sus dedos estaban demasiado adoloridos por los piquetes de la aguja, Rukia dejó de lado su intento por bordar un conejo. A ella le gustaban los conejos, pero no podía bordar uno sin que pareciera una figura deforme que pedía a gritos ser sacrificada para evitar el sufrimiento.

Se frotó las yemas de los dedos tratando de aminorar el dolor, notando que estaban rojas y sensibles, y prefirió dejar de hacerlo.

No, definitivamente bordar no era lo suyo.

Ella estaba recogiendo las cosas para volverlas a colocar en su lugar, cuando una de las doncellas que trabajaban en la Gran Casa entró a su habitación para informarle que sus padres la esperaban en la oficina del Señor de Maranni.

Rukia supuso que su padre ya había hablado con su madre sobre todo el asunto de su matrimonio con el Segundo Príncipe del reino, y trató de que los nervios no se apoderaran de ella. Su matrimonio era algo que le hacía tener escalofríos y que le sudaran las manos.

Mientras más se acercaba la fecha para ir al palacio, así como la fecha estipulada para la ceremonia, más nerviosa se ponía.

Caminó hasta la oficina privada de su padre y antes de tocar la puerta, se limpió las manos que le estaban empezando a sudar por los nervios con la falda del vestido. Su padre permitió su entrada y Rukia los saludó con el respeto que ambos merecían.

Ella sabía que cuando sus padres la convocaban a esa oficina era porque iban a tratar un tema serio y porque ellos estaban en su papel del Señor y Señora de Maranni.

Su padre estaba sentado detrás del escritorio y su madre estaba en una de las sillas libres frente a él. Rukia se sentó en la otra silla libre y esperó pacientemente a que ellos hablaran mientras discretamente se seguía secando el sudor de las manos en la falda del vestido.

— Antes de venir aquí, tuve una reunión con la reina Masaki con respecto a tu estancia y permanencia dentro del Palacio, así como de tu matrimonio con el Segundo Príncipe del reino. — Comenzó su padre y Rukia solo pudo asentir con los nervios a flor de piel.

— ¿Cuándo será la boda? — Preguntó Rukia con la esperanza de que su padre dijera que ya no habría boda.

— No hay fecha. — La voz de su padre sonó extrañamente aliviada. Rukia no podía creer que su padre hubiese dicho eso y pensó que quizás las Deidades si la habían escuchado y su matrimonio no se celebraría. — La reina no está feliz, ella no esperaba que el príncipe Ichigo fuera relegado a ser el Segundo Príncipe. Nadie esperaba que eso pasara.

— ¿Significa que ya no me voy a casar con él? — Preguntó Rukia con una leve nota de esperanza en la voz.

— Aun te vas a casar con él, así lo ha estipulado el rey, simplemente el príncipe pidió una prórroga para no celebrar la unión tan pronto. — Explicó su padre, y aquella pequeña esperanza de apagó. — La reina pide que te presentes antes de la fecha que teníamos prevista para tu viaje y entrarás a la Corte de la Reina como todas las demás señoritas que ingresarán este año a las clases particulares que da el palacio.

En cuanto escuchó eso, Rukia volteó a ver a su madre y descubrió que ella tenía una mirada bastante seria y molesta. Rukia sabía por qué su madre estaba así. La corte de la reina era el harem de los príncipes.

Cada cierto tiempo, la reina invitaba a las hijas de las familias nobles, las familias prestigiosas y militares de alto rango, para pertenecer a su corte privada. La educación era buena, muchas de esas chicas eran enviadas a la ciudad santa a estudiar bajo la protección de la reina, pero muchas de esas chicas también abandonaban el palacio después de un tiempo y eran casadas con señores importantes.

Su madre había estado en la corte de la reina y, aunque nunca estuvo en la cama del rey Isshin o de alguno de los otros príncipes, sabía perfectamente lo que pasaban las chicas ahí adentro.

— Padre, pero eso significa que yo...

— No. — Su padre evitó que ella hiciera la pregunta que inmediatamente se formó en su mente. — La reina asegura que solo estarás en la corte para que estudies pero que tú no serás tratada como las demás chicas.

Rukia no sabía cómo interpretar eso, estaba resignada a casarse con un completo desconocido pero no quería pertenecer a la corte de la reina. En el fondo sentía que la estaban humillando de alguna manera bizarra que su mente no podía comprender del todo.

— Entonces, ¿por qué no me deja aquí hasta la nueva fecha de la boda? Ella mandó un maestro privado para que me instruya, eso debería ser suficiente.

— Porque serás una princesa y debes aprender a moverte dentro de la corte, además de relacionarte con más chicas de tu edad. — Explicó su padre, y en ese momento él parecía molesto. — No quise que fueras antes porque es un insulto que te comprometieran con el hijo ilegitimo del rey, pero ahora es diferente y estoy completamente de acuerdo en que entres a la Corte.

Después de esas palabras, Rukia miró a su madre en búsqueda de algún tipo de apoyo, pero su madre solo negó moviendo la cabeza con resignación.

— ¿Y cuándo tengo que estar ahí? — Preguntó Rukia después de asimilar que no tenía escapatoria alguna y que tenía que convivir con todas aquellas chicas que posiblemente serían tratadas cómo objetos.

Ella también estaba siendo tratada como un objeto.

— Partirás a mediados de Junio, el baile de presentación de las nuevas damas de la Corte de la Reina será en la fiesta de verano.

Rukia solo asintió ante aquellas palabras, resignada a que ya no tenía forma de escapar y pensando en que tal vez, en lugar de rezarle a las Deidades por su futuro, debió rezarle a la Sombra. 

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora