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La cena de bienvenida para los invitados de Vayalat había sido divertida, había sido una cena familiar y todos habían estado allí; todos excepto Rukia. Ichigo había estado buscando a Rukia pero ella no apareció, y la idea de que ella se estaba escondiendo de él solo hacía que su humor empeorara.
Ichigo sabía que las palabras que Hiyori le había dicho a Rukia la habían lastimado y la llegada anticipada de sus tíos no le dio tiempo de preparar a Rukia para ellos ni para lo que pudiera pasar.
Su madre disculpó a Rukia con la patética excusa de que ella estaba enferma pero Ichigo no se la tragó. Rukia no se enfermaba, él la vio en la tarde y ella estaba perfectamente bien, así que ella no estaba enferma.
Al finalizar la cena, y luego de desearle buenas noches a sus visitantes, Ichigo se ofreció a acompañar a su madre hasta su habitación con la intención de ir a ver a Rukia, pero su madre lo intuyó y le impidió pasar más allá del arco de piedra de la entrada.
— Sé que quieres a ir a la habitación de Rukia, pero no lo harás esta noche. Vete a dormir, mañana será un día ajetreado. — Masaki le dio a Ichigo una caricia maternal y lo dejó ahí, con una mezcla de enojo e impotencia que no había sentido antes. Trató de seguir a su madre pero los guardias se movieron, cruzando las lanzas que portaban y evitaron que él pasara más allá de ellos.
Ichigo era el maldito comandante en jefe del reino, pero si su madre decía que no, los guardias no lo iban a dejar pasar sin importar lo que él dijera. Ichigo estaba pensando en golpear a los guardias para entrar cuando la voz de Kaien, que estaba hablando muy animadamente con Nelliel, sonó muy cercana y él tuvo que hacerse a un lado para que Kaien se pudiera despedir de Nelliel.
Nelliel se veía realmente feliz, incluso se veía radiante y, aunque Ichigo no tenía nada en contra de Nelliel, esa felicidad lo perturbó un poco. Nelliel se inclinó ante Ichigo como una señal de respeto y luego atravesó el arco de piedra para cruzar el jardín interior que conducía a los dormitorios.
— Aún no te has casado y tu novia ya te está dando problemas, hermanito. Espero que no te avergüence mañana por las celebraciones de tu cumpleaños; es más, espero que se presente a la boda. — Kaien habló con esa falsa preocupación que rayaba en el sarcasmo que tanto odiaba a Ichigo.
— No te metas en mis asuntos, Kaien. Será mejor que dejes que tu esposa duerma contigo, tal vez así podríamos tener un heredero más rápido. — Respondió Ichigo muy molesto. La idea de ver a Rukia tendría que esperar, en ese momento la presencia y el comentario de Kaien lo había enojado más de lo que ya estaba. — Me voy de aquí.
Ichigo pasó junto a Kaien con paso firme; a veces odiaba tener el poder de matar a Kaien y no poder hacerlo sin terminar en prisión.
— Es bueno que menciones a mis futuros hijos, hermanito, porque ese es mi regalo de cumpleaños para ti. — Kaien estaba feliz y eso hizo que Ichigo se detuviera.
Ichigo no quería voltear a ver a Kaien porque sabía que vería esa sonrisa triunfante, la que había visto varias veces en el rostro de Kaien; esa sonrisa que decía claramente: "Yo gané". Aun así, se giró sobre sus pies para ver a su hermano con esa sonrisa detestable. Ichigo estaba completamente serio, sus ojos fijos en Kaien, quien no dejaba de sonreír.
— ¿Mi regalo de cumpleaños? — Preguntó Ichigo, sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido y el enojo que sentía en ese momento aumentaba. Kaien se acercó a él con pasos suaves e Ichigo quiso darle un puñetazo en la cara para quitarle esa estúpida sonrisa del rostro.
— No te preocupes hermanito, no diremos nada para no opacar ni tu cumpleaños ni tu boda. — Kaien puso una mano sobre el hombro de Ichigo haciendo una ligera presión. — Disfruta tus celebraciones, hermanito. Cuando regreses de tu luna de miel, le daremos la gran noticia al rey.
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El Ruiseñor || IchiRuki FF
FanficIchigo regresa al reino después de completar su educación en el reino de su madre, se supone que él es el heredero, se supone que todo está bien y se supone que nada va a cambiar. Se supone. Ichigo ha aprendido, de una manera cruel, que su padre no...