4 agosto - x492

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Nadeshiko dejó el castillo unos días después de que Rukia hiciera su viaje de luna de miel, se aseguró de que Yuki estuviera sana y salva dentro de la corte de la reina y se despidió de su esposo. Esa fue quizás la despedida más difícil que Nadeshiko había tenido en toda su vida de casada.

No era como las despedidas que solía tener cuando Soujun hacía los viajes a la capital, esa despedida fue diferente y dolorosa.

Ese adiós fue verdaderamente un adiós, Nadeshiko y Soujun sabían que esa era la última vez que se verían. Soujun sería ejecutado cuando descubrieran todo lo que había hecho en Maranni, era una verdad innegable y ambos lo sabían. Nadeshiko le había pedido a su marido que la acompañara a Maranni, que le diera alguna excusa al rey y luego fueran a Jetaiya a pedir asilo a Koga, pero Soujun se negó.

Soujun le había dicho que no le dejarían salir de la capital, siempre habría una razón por la que nunca podría irse y si escapaba, Rukia sería tomada como prisionera. Ese era el verdadero papel de la esposa del segundo príncipe, ser rehén del rey en caso de que el señor de Maranni decidiera levantarse contra el reino.

Nadeshiko estaba devastada y Soujun solo podía consolarla asegurándole que sacaría a Rukia del castillo tan pronto como fuera posible.

El carruaje de Nadeshiko no se detuvo en la granja de su cuñado en Tenjira, sino que continuó hasta que llegó a Maranni. Ella viajó custodiada por algunos de los soldados de Soujun que tenían la orden de protegerla y de regresar a la capital después de haberla llevado a salvo a la Gran Casa.

Las puertas de la ciudad ya habían sido reparadas y solo quedaban unas pocas banderas negras que simbolizaban el duelo que había en la ciudad por todas aquellas víctimas de ese desastre. Nadie sabía lo que había pasado esa noche y la gente hacía preguntas, por suerte la mayoría de los habitantes estaban dormidos y solo los soldados fueron testigos de eso; los mismos soldados que habían muerto esa noche.

Nadeshiko salió del carruaje y lo primero que hizo fue pedirle a uno de los sirvientes que la llevaran hasta donde estaba Byakuya. Nadeshiko estaba ansiosa por volver a ver a su hijo, temía que no se hubiera recuperado por completo pero cuando lo vio sentado en esa suave silla, sosteniendo uno de los libros de Soujun, el miedo se desvaneció por completo dando paso al alivio de verlo vivo.

Byakuya parecía estar bien y eso la hizo sonreír. Nadeshiko se acercó de inmediato a su hijo, y Byakuya se sorprendió al ver a su madre allí.

— Hijo mío, ¿cómo te sientes? — preguntó Nadeshiko con preocupación en la voz. Byakuya tomó las manos de su madre, dejando el libro en su propio regazo, y las besó como una muestra de respeto.

— Bienvenida, madre. — Saludó Byakuya con un tono de voz neutro. — Estoy mejor. La recuperación ha sido lenta pero estoy bien, me quedarán cicatrices en la espalda y en el pecho, pero nada que la ropa no cubra.

Nadeshiko suspiró aliviada y agradeció a las Deidades, luego miró alrededor de la habitación, buscando a la esposa de Byakuya, pero no vio a Hisana ni al bebé por ninguna parte y eso la alarmó porque pensó que quizás Hisana se había ido y regresado a Jetaiya con el bebé.

— ¿Dónde está tu esposa? — Preguntó un poco preocupada. No quería empezar a hacerse ideas de más, pero era imposible no ver enemigos con toda la situación en ese momento.

— Estoy aquí, suegra. — Hisana estaba parada en la puerta de la habitación con el bebé en brazos. — ¿Pensó que había huido?

Nadeshiko se sonrojó de vergüenza al saber que sus pensamientos fueron descubiertos, pero se sintió aliviada al ver que Hisana no se había ido de Maranni. No podría soportar el saber que su familia se estaba desmoronando.

— No, pensé que te había pasado algo malo. — Mintió Nadeshiko. — Pero me alivia saber que estás bien.

Hisana hizo una mueca de molestia pero se acercó a Byakuya, acunando a su bebé en sus brazos, para sentarse en la silla que estaba junto a la silla de Byakuya. Nadeshiko tuvo que admitir que el matrimonio de su hijo había evolucionado bastante bien. Hisana no se había escapado y eso era algo bueno.

— Mi padre, ¿está bien? ¿Por qué vienes sola, madre? — Preguntó Byakuya al ver que nadie más entraba a la habitación en donde estaban.

Nadeshiko sintió la preocupación en la voz de su hijo y vio a Hisana poner una de sus manos en el hombro de Byakuya en un gesto de apoyo y calma, y ella no tuvo más remedio que contarles lo que había sucedido en el castillo desde su llegada y todo lo que Rukia les había dicho esa noche.

La expresión de Byakuya pasó de la sorpresa a la preocupación y luego al enojo por todo lo que Nadeshiko estaba diciendo; si él hubiera podido levantarse en ese momento, lo habría hecho. Nadeshiko se quedó en silencio, esperando que el enojo de Byakuya se calmara antes de continuar hablando, porque lo siguiente que diría sería peor.

— Necesito que me escuches, porque debemos tomar una decisión y debemos ser discretos. Hay espías en la ciudad y posiblemente dentro de la Gran Casa. — advirtió Nadeshiko, atrayendo por completo la atención de su hijo y de Hisana. — Tenemos que irnos de aquí, abandonar todo e irnos de aquí.

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora