18 junio - x492 || Pt: 1

95 18 0
                                    

La Gran Casa estaba frente a él y era tan grande que se podía ver incluso desde el camino que conducía al pueblo. Ichigo sabía que esa casa había sido el hogar de reyes y reinas de antaño, y del cual estaba seguro, tenían la intención de hacerlo el hogar de reyes y reinas en el futuro.

Uryu estaba a su lado, en su propio caballo, ambos hombres estaban en silencio porque sabían que cuando entraran allí se estarían entregando a los enemigos del reino. Ichigo sabía que su padre lo había enviado porque él era el Comandante pero también sabía que podría convertirse en rehén del Consejero si descubrían por qué estaba allí y eso era exactamente lo que iba a suceder. Ichigo sería un rehén.

Rukia no le había mentido cuando le dijo lo que podría encontrar en la Gran Casa, había soldados Jetaiya en Maranni e Ichigo los había visto en la ciudad. Eran pocos pero estaban ahí y eso era preocupante.

— Su Alteza Real, el Príncipe Ichigo. — Habló Uryu haciendo la presentación adecuada cuando Ichigo se bajó del caballo. Los soldados de Maranni y Jetaiya los habían rodeado a su llegada porque evidentemente no los estaban esperando.

Ichigo pudo ver la sorpresa en los soldados frente a él, ellos eran soldados del Concejal Kuchiki porque los soldados de Jetaiya no relajaron su postura. Era fácil reconocer a los soldados Jetaiya, su armadura amarilla y negra los hacía fáciles de distinguir. Los soldados de Maranni vestían la clásica armadura azul y negra de Avanta, pero con una adición en verde, un grabado de un árbol en el pecho de la armadura recordando el antiguo reino al que pertenecían.

— Quiero hablar con el concejal Kuchiki. — Pidió con calma mientras los soldados de Jetaiya lo miraban sin bajar las armas y los soldados de Maranni no sabían qué hacer. — Ahora.

— Sí, sí, alteza. — Uno de los jóvenes soldados de Maranni habló haciéndole una reverencia y salió corriendo hacia dentro de la Gran Casa. Ichigo se quedó allí parado, con los soldados extranjeros apuntándole con espadas cortas.

Ichigo sabía que la conmoción de su llegada no pasaría desapercibida, se suponía que él no estaría allí pero no había más tiempo, tenía que ser ese día si quería llegar a Adelaar a tiempo y si quería sacar a Rukia de ahí. Simplemente podría haber regresado al castillo cuando tenía todas las certezas en la mano pero no tenía la intención de dejar a Rukia allí, no iba a darse el lujo de perderla.

— Su Alteza, sígame. — Dijo el mismo soldado que había ido a entregar el mensaje unos momentos antes, el chico parecía asustado y cansado por correr para entregar el mensaje. — Pero sin armas, por favor.

— Muy bien. — Ichigo ni siquiera se resistió a hacer lo que le pidió el chico. Uryu hizo lo mismo y entregaron sus armas a los soldados que los esperaban. Ichigo sabía que su ausencia en Adelaar también sería un mensaje, uno para atacar.

Ichigo caminaba detrás del soldado, al lado de Uryu quien estaba observando todo, buscando las salidas del lugar y la forma de moverse si tenían que salir apresuradamente. El soldado se detuvo frente a una puerta que también estaba custodiada por un par de soldados, uno de cada reino, e Ichigo supo en ese momento que el Concejal no estaría solo en esa oficina. Los soldados abrieron la puerta pero no dejaron pasar a Uryu. Ichigo solo asintió con la cabeza a su amigo, como una forma de decirle que todo iba a estar bien y que debía seguir el plan que habían trazado.

Dentro de la oficina privada del Señor de Maranni estaba el Concejal, él estaba de pie a la derecha de Ichigo y apoyado en su escritorio, había un hombre con una mirada demasiado seria de pie junto a una chimenea frente a Ichigo, y otro hombre que parecía indiferente pero que había negado con una sonrisa furtiva estaba apoyado contra la pared junto a una ventana a la izquierda de Ichigo. El silencio en ese lugar era tan denso que podría cortarlo con un cuchillo. 

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora