20 marzo - x491

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Desde el día de la pelea en el campo de entrenamiento, Ichigo había preferido pasar más tiempo entre los soldados que dentro del palacio. Él dormía con los soldados, comía con los soldados y se bañaba con los soldados.

Ichigo era un soldado.

Él no tenía asiento dentro del consejo y no tenía obligaciones como se esperaría que tuviera por ser el Segundo Príncipe; él era un soldado en entrenamiento que se preparaba para ser el Comandante en Jefe de Avanta. Tenía clases y entrenamiento, él lo había pedido así alegando que él no había crecido en el reino y no sabía nada de este.

Ichigo usó las palabras que dijo su padre en la Cúpula a su favor, y el rey no tenía manera de negarlas sin admitir que se equivocó y juzgó prematuramente su desempeño. Ichigo sabía que era mejor comenzar de cero, desde lo básico, porque los soldados eran de Kaien.

Kaien había crecido con ellos, había entrenado con ellos y había comido con ellos, así que inevitablemente esos soldados obedecerían ciegamente a Kaien.

Si Ichigo quería recuperar su trono debía de ser cuidadoso y hacer las cosas bien. Debía asegurarse la lealtad de aquellos hombres por ser tan valioso como ellos y no por ser un príncipe, como le había dicho su tío la noche antes de que iniciara su viaje de regreso a Avanta; y debía tener una buena relación con su hermano.

Así que cuando llegó al jardín privado del rey, donde Kaien lo había citado para el desayuno, lo hizo a la hora puntual y con una expresión tan neutra como podía. Kaien era su enemigo, pero debía mantener las apariencias porque no quería que el incidente del mapa se repitiera esa vez a una escala mayor.

Desde el día del enfrentamiento no habían hablado, pero Ichigo tenía suficiente información de su hermano para saber cómo debía comportarse con él, así que lo primero que hizo al estar frente a su hermano fue hacer una reverencia con una sonrisa burlona.

— Que enorme privilegio se me ha dado esta mañana, que puedo desayunar con el heredero al trono de Avanta.

El sarcasmo en la voz de Ichigo hizo que Kaien, que estaba sentado en la silla esperando por él, solo soltara una carcajada y señalara el otro asiento para que Ichigo se sentara.

— ¿Me vas a tratar así cada vez que nos veamos? ¿Es por eso que me has estado evadiendo, hermanito?

— ¿Quieres que te trate así, hermano mayor? ¿Para eso es este desayuno? — Las preguntas de Ichigo llevaban ese tono ligero de burla mientras se sentaba en la silla. Responder preguntas con preguntas demostraba lo tenso que era ese momento a pesar las apariencias.

— Sería divertido de ver. — Kaien hizo una seña para que los sirvientes empezaran a servir el desayuno para ambos. — Pero no, te llamé porque quiero que hagamos las paces. Eres mi hermano menor y aunque no lo parezca, quiero tener una buena relación contigo.

Ichigo tomó un sorbo del jugo en su vaso antes de responder. Kaien hizo que los sirvientes se alejaran de ellos para darles cierta privacidad.

— Lo noté el día que llegué. ¿Temes que tu futuro comandante haga una rebelión y te destrone? — Ichigo dijo eso sin dejar de mirarlo y sin quitar aquella sonrisa burlona de sus labios.

— No, temo que cometas una estupidez y nuestro padre te ejecute por traición. — Aclaró Kaien con la misma expresión que Ichigo. — Estabas bien en Vayalat, hermanito. No debiste regresar.

— Yo tampoco quería regresar, pero heme aquí. — Ichigo dejó de lado el vaso con jugo. — Sabía lo que me esperaba por tardar tanto tiempo en volver, pero en fin, acepto tu propuesta de paz.

Aquellas palabras pusieron una sonrisa aún más grande en el rostro de Kaien. Ichigo empezó a comer con calma y Kaien lo imitó. Ese desayuno fue silencioso después de aquellas palabras, pero eso estaba bien, Ichigo no necesitaba que Kaien fuera particularmente hablador, después de todo, ambos eran un par de perfectos desconocidos.

— Por cierto, no sé qué tan al tanto estas de tu nueva posición, hermanito. — Comentó Kaien con una sonrisa, dejando de lado el tenedor y el plato donde comió. Ichigo levantó la mirada con una expresión de curiosidad porque esas palabras no le gustaron. — Pero con el título de Segundo Príncipe, vine incluida una esposa.

La sorpresa se reflejó de inmediato en los ojos de Ichigo, lo último que él necesitaba era una esposa.

— ¿Ah sí?

— Claro que sí. La señorita Kuchiki es tu prometida, te casarás con ella en el invierno. Originalmente era la mía, pero sabemos lo que pasó. — Kaien se levantó de su silla dando por terminado ese desayuno. Ichigo lo imitó. — Te recomiendo que leas los Acuerdos de la Caída, y que después le escribas o vayas a verla. Dicen que es muy bonita, la última vez que la vi ella era una niña, pero dicen que cambió mucho con los años.

Kaien fue el primero en levantarse de esa mesa e irse de ahí. Ichigo se quedó parado ahí durante un momento, molesto por las palabras de Kaien y por aquél matrimonio que aparentemente ya estaba planeado y solo necesitaban su presencia, y luego salió con dirección a la Sala de Registro donde guardaban todo lo que sucedía en el reino.

Cuando salió de ahí, después de leer todas las cláusulas de aquél acuerdo, en especial las que incluían el matrimonio del Segundo Príncipe con la chica Kuchiki, sintió unas verdaderas ganas de golpear a Kaien hasta matarlo. Él no quería casarse, menos casarse con la chica Kuchiki que lo relegaba a ser para siempre el segundo príncipe, pero si no lo hacía, ellos perderían Maranni y todas las tierras.

Una rebelión por una boda no realizada lo alejaría más de su padre e Ichigo no necesitaba eso.

Al ingresar a su habitación, Ichigo descubrió que sobre su cama había un tubo de metal. Alguien le había enviado una carta y aquello lo desconcertó pues él había escrito a su tío en cuanto llegó al palacio y el viaje era tardado como para que hubiese ya una respuesta de su parte.

Ichigo tomó con curiosidad el tubo, sacó el pergamino enrollado y lo leyó.

Su alteza real Príncipe Ichigo de Avanta, Segundo Príncipe del reino.

Me han informado de su nombramiento como el Segundo Príncipe del reino, por lo tanto, me he tomado derecho de escribirle pues inevitablemente desde el momento de su nombramiento, hemos quedado comprometidos.

No sé qué tan feliz sea usted con esto, pero definitivamente yo no estoy feliz. No lo conozco y usted no me conoce, y si hubiese una forma de anular este compromiso, sepa usted que yo sería la primera en apoyar eso.

Pero si resulta que inevitablemente terminaremos casados, no espere nada de mí. Acepto este matrimonio solo por servicio al reino, por nada más. Espero que la paz entre nosotros sea suficiente para tolerar el destino que nos vemos obligados a compartir.

Rukia Kuchiki.

La carta no tenía más que aquellas líneas que dejaban completamente claro el descontento con la chica Kuchiki, y era exactamente de la misma forma en que se sentía él. Él no quería casarse, ni siquiera quería una mujer.

Dejó la carta de nuevo en el tubo de metal y salió de su habitación con dirección a la zona de la reina, tenía que hablar con su madre sobre su matrimonio y sobre el por qué ella no se lo había dicho.

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora