El Ruiseñor || IchiRuki FF

5 octubre - x491

Rukia volvió a soñar con ese soldado, con sus ojos color miel y su voz ronca, la voz que había usado antes de volverse indiferente después de que ella le preguntara por el rey. ¿Cómo podía estar pensando tanto en ese soldado? Lo había visto durante dos días y ya le estaba robando el sueño.

— ¿En serio? Es ridículo. — Se quejó mientras yacía en la cama, sin querer levantarse, con mucho sueño y con la mente inundada por el de recuerdo de ese soldado.

Las burbujas estaban en su rutina matutina habitual, lavándose y perfumándose, poniéndose su mejor vestido y sus prendedores enjoyados en el cabello. Era como si esperaran que el rey o los príncipes llegaran antes y las vieran por casualidad. 

Si eso pudiera llamarse "por casualidad".

Rukia volvió a escuchar las burlas de Senna, por su ropa, por sus ojeras, por su caminar, por su cabello, por todo lo que a Senna la hiciera enojar ese día. Rukia simplemente la ignoró, se lavó la cara con el agua fría, porque las burbujas siempre usaban toda el agua caliente, y regresó a su cama para buscar en su baúl un vestido para ponerse.

Todas desayunaron, como hacían todos los días y luego Orihime salió de la habitación después de despedirse de ella porque era el día de Orihime para estar con la reina. Rukia le deseó suerte a su amiga porque definitivamente la iba a necesitar, después tomó sus libros y se fue con las burbujas al salón de clases.

Caminaba más por costumbre que por prestar atención al camino, si seguía pensando en ese soldado se iba a volver loca, por lo que antes de entrar al aula puso su destino en manos de las Deidades. Susurró una oración e hizo el símbolo de las Deidades sobre su corazón antes de entrar al salón de clases donde ya había una oración bastante complicada en la pizarra. 

Rukia había olvidado de leer el texto asignado para ese día y culpó de su desgracia al soldado de ojos bonitos.

Esa situación realmente la estaba desequilibrando.

Su padre había insistido en que comieran juntos ese día, así que cuando terminó su clase y recibió tareas extra por no haber leído el texto asignado, tomó sus cosas y se dirigió de nuevo a la habitación junto con las burbujas.

Contempló su rostro por un momento, no quería que su padre viera lo poco que estaba durmiendo ni que se preocupara por ella, y no quería darle problemas en su estancia en el palacio. Su padre era uno de los concejeros del rey y también tenía que mantener las apariencias, como todos en ese lugar.

Se lavó la cara, se acomodó el vestido y bajó las escaleras de la zona de la reina hasta las cocinas de la zona del rey. Caminar cerca del campo de entrenamiento era la forma más rápida de llegar a la Casa Kuchiki que tomar el camino del puente de piedra. 

Cuando notó de que los soldados estaban entrenando en el campo de entrenamiento, su corazón comenzó a latir con fuerza y las manos le empezaron a sudar de los nervios. ¿Y si volvía a encontrarse con el soldado? Esa posibilidad la hizo detenerse y contemplar a los soldados que se entrenaban esperando volver a verlo.

— No, seguro que está en otro lugar. — Se dijo a sí misma porque sería realmente imposible que ese soldado estuviera ahí. Seguramente el hombre ya se había ido del palacio.

Desanimada, dejó de ver a los hombres que estaban allí, ajenos a todo y solo enfocados en repeler los golpes de sus adversarios, y empezó a caminar de nuevo por aquél pasillo custodiado por pilares. Sin embargo, su nerviosismo y la ansiedad ante esa mínima esperanza de ver al soldado la hicieron mirar de nuevo hacia el patio de entrenamiento. Esa vez no se detuvo. 

Estaba tan enfocada en los soldados que estaban entrenando que el choque con alguien que aparentemente no estaba viendo su propio camino, fue inevitable. Rukia cerró los ojos en ese momento y sus pies tropezaron provocando que cayera sentada en el suelo golpeándose las nalgas.