25 enero - x491

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Ichigo, 17 años

Las puertas del palacio de Vermist, en el reino de Vayalat de la Sombra, se abrieron para recibir al grupo de hombres que llegaban a caballo entre risas y burlas. En el patio principal los estaban esperando los sirvientes para ayudarlos a desmontar y guiarlos a donde el Comandante los estaba esperando, pues su llegaba fue anunciada desde que ellos cruzaron la primera muralla de la ciudad. 

Ichigo se bajó del caballo burlándose del mercenario que había llegado detrás de él y que había perdido aquella carrea que el mismo mercenario había propuesto. Burlarse del mercenario era algo que siempre se disfrutaba, pero a pesar de eso, aquél hombre se había vuelto un gran amigo para él. Un compañero de viajes, de armas y de borracheras.

Ichigo había salido del palacio de Vermist en medio de un escandalo que, en sus palabras, "habría desencadenado una guerra con Gardelia", y había regresado quizás un poco más maduro y sin aquellos vicios que había desarrollado prematuramente a causa de la guerra. 

— El equipaje viene retrasado, pero tengan cuidado con las cajas. Llévenlas a la Casa de la Playa.

Ordenó Ichigo a los sirvientes que asintieron a la espera de la llegada del equipaje antes de que uno los guiara por los pasillos hasta donde estaba el Comandante. Ichigo estaba feliz por volver al reino, por volver al palacio de Vermist y por poder ver a su tío y a su abuelo, que era probable que estuviera atendiendo sus asuntos pero que igualmente sabría que él había regresado. 

El mercenario iba con él, también con la intención de ver al Comandante para ajustar algunas cosas con respecto a la Isla Trinidad y varios asuntos más con respecto a la Triada, y para darle el informe sobre su desempeño durante el tiempo que estuvo con ellos. Ichigo sabía que su estancia con los mercenarios, más que unas vacaciones y un escape de problemas, había sido para que él aprendiera sobre la guerra y sobreviviera a lo que ahí se vivía.

Ichigo se había divertido con los mercenarios, había pelado y había aprendido, y en ese momento regresaba confiando en que realmente tenía lo necesario para que su padre no dudara de su poder para dirigir el reino cuando fuera el momento adecuado.

La puerta de aquella habitación se abrió y lo primero que Ichigo vio fue un proyectil que se dirigía hacia él. Sus reflejos eran buenos, realmente buenos, y fueron entrenados desde que era un niño pequeño, así que no le fue difícil esquivar el primer proyectil y atrapar uno más que había sido lanzado inmediatamente después. El mercenario no lo hizo tan bien y terminó con un golpe en la frente que se empezaba a poner rojo. 

Ichigo abrió la mano y se dio cuenta de que era una piedra y se rió por eso, su tío no cambiaba. 

— Al menos ahora estoy seguro que no te atrofiaste mientras estabas de fiesta con Tirnoq y sus amigos. Eso es algo bueno. 

La voz de su tío sonó en la habitación e Ichigo levantó la mirada hacia el dueño de aquella voz. Su tío tenía el abanico en la mano y aquella sonrisa fácil que daba la impresión de que nada lo perturbaba, e Ichigo no dudó en ir y abrazarlo con la misma felicidad con la que se abraza a un padre. 

Su tío, el Comandante de Vayalat de la Sombra y futuro rey de su propio reino, fue el padre que Ichigo perdió el día que Kaien rompió aquél mapa y lo culpó de todo a él. El abrazo estuvo lleno de afecto por parte de ambos y cuando se separaron, las copas de vino fueron servidas con esa misma alegría. 

El mercenario no se atrevió a burlarse de aquella muestra de afecto, pues sabía que ambos hombres podían más que golpearlo y dejarlo dolorosamente agonizante, y prefirió empezar su reporte del comportamiento de Ichigo durante todo esos meses juntos. Después se burlaría de ellos y se pondrían a pelear. 

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora