27 mayo - x491

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La reunión del consejo de ese día fue realmente tensa. Los Concejales, aquellos que no eran hombres de guerra, estaban alarmados y temían por lo que pudiera pasar si no repelían la invasión de la que estaban siendo víctimas.

El Concejal de Guerra, con su habitual calma, les aseguró a aquellos otros hombres que todo estaba bien y que no debían preocuparse. Sin embargo, aquellos hombres no podían creer las palabras del Concejal cuando sobre la mesa tenía el informe de que la ciudad de Verasi y sus alrededores había sido tomada por los ejércitos de Kuvar.

— ¡La frontera Sur siempre es la más vulnerable!

Fue la queja de uno de los concejales, cuyo hogar estaba efectivamente en una de las ciudades sureñas del reino.

— Durante años hemos estado en conflicto con ellos pero nunca habían llegado al punto de conquistar una ciudad.

Comentó otro de los concejales mientras revisaba algunos papeles que estaban desperdigados sobre la mesa.

— Quizás aprendieron de sus errores.

Kaien simplemente se dedicó a escuchar cómo los hombres, algunos siendo víctimas del miedo que provocan los ataques y las guerras, hablaban sin parar sobre lo que tenían que hacer o lo que hacian los ejércitos enemigos. Esos hombres teorizaban demasiado sobre el destino del reino.

— No queda otra opción más que ir a defender lo que es nuestro. — La voz del rey, quien se había mantenido en silencio y había permitido que los hombres hablaran y externaran sus ideas, hizo que todos guardaran silencio en ese momento. — Concejal Ukitake, prepare todo. Iré personalmente a recuperar la ciudad de Verasi.

El Concejal asintió a las palabras del rey de buena gana pero los demás hombres protestaron alegando que él debía quedarse en el castillo y enviar a sus mejores hombres a la batalla. El rey simplemente les respondió que necesitaba un poco de ejercicio o se iba a llenar de polvo entre las paredes del palacio.

— Kaien, vendrás conmigo. — Anunció el rey y Kaien sonrió por eso, porque ir junto a su padre a la batalla era algo que le gustaba hacer. — Y avísale a tu hermano que se prepare, él también vendrá con nosotros.

— Si, su majestad.

── ✦ ──

Ichigo estaba sentado en el piso, descansando del entrenamiento junto con los demás reclutas que se quejaban del capitán Kenpachi y sus deseos de dejarlos sin brazos con cada nuevo día.

Pero para Ichigo, el entrenamiento de Kenpachi era leve y suave, como un día casual jugando en la playa. Él había tenido entrenamientos tan fuertes y desgastantes, que parecía que había ido al infierno y regresado de este.

No, el entrenamiento de Kenpachi era suave y dulce en comparación con el entrenamiento en Vayalat.

— ¡Su atención, el príncipe Kaien está aquí!

El grito de un soldado hizo que todos se levantaran para rendirle respeto al heredero del reino. Ichigo también se levantó del piso y le rindió respetos a su hermano. Ambos mantenían es acuerdo de paz que evitaba que se mataran el uno al otro en ese momento.

— Descansen. — Habló Kaien con esa sonrisa encantadora que Ichigo podía jurar que era falsa, y luego lo miró detenidamente. — Ichigo, ven conmigo.

Ichigo hizo caso a lo que dijo Kaien y caminó con él hasta alejarse prudentemente de los demás reclutas que volvían a sentarse en el suelo a descansar del entrenamiento.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Ichigo sin dejar de mirar a Kaien, tratando de descifrar las expresiones en su rostro.

— Kuvar está atacando el reino. — Comenzó Kaien, hablando de una manera confidencial. — Y padre ha dicho que iremos a repeler el ataque. Más tarde harán el anuncio y es probable que tú unidad vaya a la batalla, por lo tanto, irás tú también.

Ichigo se quedó mirando a Kaien por un momento antes de asentir, confirmando que había entendido lo que Kaien había dicho.

— Está bien. No hay problema. — Ichigo hizo una pausa. — Supongo que solo excavaremos letrinas y cosas así, los reclutas no tenemos tanta experiencia.

— O sirvan como carne de cañón. — Agregó rápidamente Kaien, e Ichigo asintió sabiendo que tal vez Kaien intentaría matarlo ahí.

Los ataques eran peligrosos, la gente moría ahí. Que un príncipe muera ahí no sería tan sospechoso.

Tal vez, él también intentaría matar a Kaien.

── ✦ ──

Rukia estaba en la panadería, con ese típico vestido sencillo que siempre usaba cuando salía a comprar pan para no llamar demasiado la atención.

Había ido con la intención de romper con el panadero, de decirle que ella se iría a la capital y no regresaría a Maranni, pero aquél discurso se había quedado en el olvido cuando el panadero la llevó a la trastienda y la besó.

Yuki tenía razón, le gustaban los besos del panadero y le gustaba la forma en que la sujetaba de la cintura cuando la besaba.

Rukia se dejó llevar por aquellos besos, disfrutando de aquel último momento de libertad, cuando sintió que el panadero la acorralaba contra la pared y la tomaba de una de las piernas. Aquello hizo que una ola de adrenalina recorriera el cuerpo de Rukia y rompió el beso en el momento justo en que sentía como el panadero se ponía duro y se empezaba a frotar contra ella sobre la ropa.

No era la primera vez que sentía que eso pasaba, que el panadero se frotaba contra ella entre aquellos besos, pero siempre era ella quien detenía todo tipo de avance.

Ella no quería hacer eso ahí, en la trastienda de una panadería; no era como había imaginado que sería ese momento.

— Basta. Detente.

La voz de Rukia salió en un jadeo incómodo y el panadero se detuvo, se alejó de ella y se disculpó por dejarse llevar. Rukia se sintió aliviada por aquella lejanía y se acomodó el vestido, que se había arrugado un poco.

— Cásate conmigo. — Dijo el panadero después de un momento de silencio.

Rukia levantó la mirada sin poder creer lo que el panadero había dicho y por un momento, en ese segundo, ella se imaginó una vida con el panadero, vendiendo y haciendo pan todos los días por el resto de su vida.

— No. — La respuesta salió en automático de sus labios.

El panadero se sorprendió por aquello e intentó acercarse a ella, pero Rukia se alejó de él y empezó a caminar hacia la salida. El hombre le estaba pidiendo una explicación pero Rukia volvió a decir "no", hasta que el hombre dijo que si ella no se casaba con él, le diría a su hermano que se habían acostado y que ahora debían casarse.

Rukia se detuvo y se volteó a mirar al panadero, sin poder creer que estuviera amenazandola de esa manera y pusiera en duda su honor. De nuevo recordó las palabras de Yuki, dónde a la hija del cazador la iban a casar con el soldado por un momento de libertad justo como la que ella había tenido en ese momento.

— No te atreverías a decir eso. Sabes que nosotros nunca...

Rukia se sintió incapaz de termina la frase. Ella nunca se había acostado con el panadero, ella no podía tener escándalos en su pasado y definitivamente nadie podía decir que se acostó con ella porque ella sería una princesa y eso no se vería bien.

— Entonces cásate conmigo. — Le volvió a decir el panadero. — Si dices que si, nunca diré nada y nadie nunca sabrá lo que pasaba en la trastienda..

— ¿Me amenazas?

— No. Te pido una oportunidad. Ya me cansé de ser panadero, si nos casamos ambos tendríamos una buena vida. Piensa que es tu forma de pagarme por los besos.

Rukia se sintió asqueada en ese momento al escuchar esas palabras. El tipo solo la estaba usando para poder tener una mejor vida y poder vivir a costa de ella. Rukia no podía permitir que el panadero hablara, no quería un escándalo en su vida por un momento de libertad.

— Está bien, en dos días ven a la Gran Casa y podrás hablar con mi hermano. — Prometió Rukia con una calma imperturbable. — Quiero decirle primero las cosas a mi hermano antes de que llegues. ¿Estás de acuerdo?

El panadero asintió, conforme con lo que Rukia le había dicho, y luego ella se fue de ahí pensando en cómo se podía deshacer del panadero.

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora