29 octubre - x491

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Ichigo estaba en su habitación, sumido entre todas las nuevas obligaciones que su padre le había asignado desde que regresaron de Verasi y tratando de organizar su horario para tener un poco de tiempo libre. Gracias a su anticipada idea de infiltrarse en la ciudad y que había cumplido la mayoría de edad, los Concejales presionaron al rey para que se le asignara un asiento en las reuniones del concejo. 

El rey no tuvo cómo negar aquello, y así como se le asignó un lugar en aquellas reuniones, también se le asignaron nuevas obligaciones. Los Concejales estaban complacidos con aquello, e Ichigo tuvo la ligera sospecha de que aquellos hombres, al menos el concejero de la moneda y el concejero de guerra, estaban conspirando contra Kaien para encontrar la manera de sacarlo de la línea de la herencia.

Ichigo tenía una decisión que tomar con respecto a la propuesta que el concejal Kyoraku le había dicho y necesitaba pensarlo bien porque después de las presentaciones en la Noche de las Almas ellos podrían elegir una amante de la Corte la Reina si así lo deseaban. 

No había vuelto a ver a Kia, no había tenido tiempo de buscarla y aquello también lo ponía de mal humor porque en lo único que pensaba en las noches era en ella y en el maldito deseo de volver a tenerla entre sus brazos y llevársela a la cama para hacerle el amor como ella se merecía. 

Ichigo soltó un grito de frustración y volvió a poner la cabeza sobre su escritorio. Su vida era un desastre por culpa de Kaien y de aquellos eventos en Vayalat en los cuales no quería volver a pensar. Todo sería más fácil si él siguiera siendo el príncipe heredero. 

— Necesito ayuda. — Se dijo a sí mismo antes de sentir como aquél enorme gato que se había infiltrado en su habitación días antes, se frotaba entre sus piernas ronroneando como si fuera un pequeño minino. — Eso me sirve, muchas gracias. 

Ichigo tomó a aquél gato savannah y lo levantó como si fuera un niño pequeño antes de llevarlo a la cama que había conseguido especialmente para aquél minino. Ese gato era tan mágico como su águila y le pertenecía a su tío Kisuke. El que ese gato estuviera en su habitación solo significaba una cosa, que no se iría hasta que él escribiera una respuesta a la carta que envió su tío. 


Querido sobrino...

Te pido disculpas por escribirte algo tarde. Me enteré de tu hazaña en la ciudad de Verasi y me sorprende que eligieras llevar a un par de novatos contigo cuando tú eras perfectamente capaz de entrar, matar y salir sin levantar sospechas. ¿Volver a Avanta te ha ablandado, querido sobrino? 

Sé de Verasi, así que debes asumir que también sé lo que pasó el día de tu llegada y sí, lo sé, y ni siquiera tuve que usar un espía para averiguarlo. 

Tu abuelo está muy enojado con tu padre, "¿Cómo se atreve a poner a un bastardo en línea directa al trono?" gritó cuando llegó la noticia en la carta de tu madre. 

Casi le declaramos la guerra a Avanta, pero tienes suerte, todavía no lo haremos. 

El bastardo ganó, así que espero que hayas dejado de pensar que el reino será tuyo solo por ganar el amor de tu padre. Mátalo, mata al bastardo. Sé que puedes hacerlo, lo sé porque te he visto hacer cosas aún más peligrosas y has vuelto victorioso pequeño príncipe prodigio, pero si no quieres matarlo entonces busca otra forma de tener lo que te pertenece, a menos que ya no quieras ser rey. 

¿Cómo debo referirme a ti de ahora en adelante? ¿Su Alteza Real, Segundo Príncipe de Avanta?

[...]


Una parte del contenido de esa carta eran regaños, una parte insultos y burlas, y la última parte eran consejos. Ichigo podía imaginar la voz de su tío con cada línea que leía. La carta había llegado pocos días antes y no había querido responderle. Había tantas cosas en las que pensar y tantas cosas que hacer que le dolía la cabeza.

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora