Acampada

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Siguieron el camino, el calor ya se hacía patente y los dos jinetes se habían desecho de las capas hacía rato ya.Legolas seguía de nuevo delante de Merideth, enfrascado en sus pensamientos.

Cuando la había visto caída al suelo, por un segundo creyó que aquel animal la había matado.Esa chica estaba loca, era tan inconsciente...aunque por otro lado lo había vuelto a sorprender. ¿Cómo aprendía tan rápido? Ahora estaba más seguro que nunca de que podrían matarla.Tenía demasiada confianza en sí misma, pero el mundo no era como ella lo imaginaba, y por más que intentaba hacérselo entender, ella no cejaba.Le faltaba experiencia,por supuesto, contaba con demasiados pocos años de vida y además Braon siempre la había tenido demasiado protegida, casi encerrada.Era normal, claro,dadas las circunstancias, pero ese hombre no debía haber dejado para última hora su preparación.No bastaba con practicar caza menor por allí cerca.

Si le hubiese pasado algo...no quería ni pensarlo.Ahora la estaba llevando hacia otro peligro mayor aún. Ni siquiera sabía cómo se había dejado convencer.Merideth...ella podía con él. Había sido siempre tan decidido, seguro,y estaba acostumbrado a ser él quien mandase y le obedeciesen, pero esa mujer le nublaba la razón y apenas podía negarle nada.¿Qué le había hecho?Ni siquiera podía apartarla de su mente.

Miró atrás. La chica había soltado las riendas de Ocaso y estaba recogiéndose el cabello,enmarañado debido al ajetreo contra aquel perro.

_¿Qué?_ le dijo ella cuando se dió cuenta de que la miraba_¿Tú nunca te despeinas?

_No_le dijo simplemente, y volvió al frente_.

Seguía notándole algo...No una belleza física comparable a la de las hembras de su pueblo, sino algo especial...puede que fuese su carácter, valiente, decidido, caprichoso, a veces algo infantil...todo aquello se reflejaba en sus ojos, llenos de ganas de vivir,emitiendo una luz propia la cual desarmaba a aquel guerrero completamente, dejándolo indefenso.

Jamás se había sentido así.

Se preguntaba si ella...

No.Lo había pensado muchas veces y no terminaba de encajar.Además, ya se lo había dejado claro el día antes.No necesito maridos ni compromisos, decía...Muchas veces,la pasión a la que últimamente los dos sucumbían, le había hecho creer que Merideth podría sentir algo por él, pero luego lo trataba como si nada hubiese pasado.A veces le había dejado caer algo, pero no se atrevía a ir más allá y demostrarle abiertamente lo que sentía.

No quería perderla.

Desterró de su mente todo esto, por el momento,y detuvo a su caballo. Habían llegado a la gran roca que se veía a lo lejos antes del incidente con los animales.Se apeó de su cabalgadura y se acercó a Merideth.

_Quédate aquí y no bajes.

_¿A dónde vas?

El elfo, sin contestarle, anduvo hacia la roca y empezó a trepar por ella, sin apenas esfuerzo.

"Increíble,ésta gente es tan diferente a nosotros... es como si volase..."

Legolas ya estaba arriba.Estaba de pie, quieto, sólo mirando al horizonte. Así se mantuvo unos minutos.

La muchacha lo observaba,curiosa. No pudo contenerse en preguntarle.

_¿Qué es lo que estás buscando?

El elfo le hablaba sin despegar la vista del frente.

_Llegaremos mañana sobre el mediodía.Más adelante, a unas cuatro horas, desviándonos un poco del camino hacia el sureste, hay un sitio donde podremos pasar la noche bajo techo.

Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora