Huargos y Frain,mezcla desastrosa

933 71 7
                                    

No llevaba arma ninguna, y ademas estaba herido.No tendría ninguna posibilidad contra tres bestias enfurecidas.El cuartel estaba más abajo, en la plazoleta.Tenía que llegar allí antes de que los huargos le diesen encuentro y armarse.Corrió de nuevo, volviendo sobre sus pasos, pero cuando llegó a la mitad de la plazoleta, los tres enormes animales ya estaban allí...y lo vieron.


Los jinetes se dijeron algo en su lengua y uno de ellos lo señaló.


Legolas  corrió hacia el cuartel, pero los huargos ya habían empezado a perseguirle.Uno de ellos, el que estaba más cerca, dió un enorme salto y atacó al elfo por detrás, tirándolo al suelo de cara.Legolas, de un codazo en el hocico del animal, evitó que cerrase sus fauces sobre él y se levantó rápidamente, arrancando de nuevo a correr.En el almacén había lanzas, espadas y arcos,que le ayudarían a enfrentarlos.


La herida de la daga de Merideth le dolía con cada paso que daba e intentaba de hacer fuerza con la otra, lo cual le entorpecía bastante contra los huargos y su rapidez.


Con los tres monstruos pisándole los talones, entró al almacén del cuartel y cerró la puerta detrás de sí, justo cuando las bestias empujaron la madera reforzada, abollándola hacia adentro.El elfo empujó hacia afuera, sujetándola de los embistes. No podía despegarse de alli,entrarían y lo acorralarían dentro de aquel recinto.De espaldas a la puerta y sintiendo en su cuerpo cada golpe, miró a su alrededor.


Estaba oscuro, pero distinguió bien una estantería con armas de acero, cortas.No le servía. Colgados de la pared había unos cuantos arcos, pero no veía flechas por ningún sitio.Lo habían repartido casi todo aquella noche.


Una armadura...ésta estaba colocada imitando a un caballero con las manos hacia adelante,dejadas caer sobre la empuñadura de...una gran espada.


Usaría aquella, pero para cogerla tenía que soltar la puerta.



Alasmmel volvía de la entrada sur.No encontraba a su señor por allí, pero vió un cuerpo cubierto por una capa y se acercó a él. Quedó seriamente apenado por la muerte de Braon y se sentó un momento junto a él, murmurando unas palabras en su idioma.Se puso de pie y lo cargó.Quería llevarlo a la casa del gobernador a que lo dispusieran todo para darle sepultura.¿Lo sabría Merideth?No quería ni saberlo...


Oyó algo más abajo.


Rugidos y gritos de orcos... ¡los huargos! Habían entrado en la ciudad...¡oh, Frain!


Tuvo que dejar el cuerpo del hombre allí mismo.Lo soltó con cuidado sobre una de las lápidas del cementerio, cuyo mármol


carecía de las lagunas y charcos que cubrían todo el suelo.Descolgó su arco y bajó por la calle.


Se topó con Frain.


_¡Tú!_le gritó, sorprendido de encontrárselo_¡Esas bestias están aquí por tu culpa!¡Ven a luchar conmigo y ayúdame!

Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora