Merideth fue a buscar a los soldados y se llevaron el cuerpo de Braon a la casa del gobernador.No quiso separarse de él.La gente refugiada empezaba a salir a la calle y a repartirse por sus casas, aliviados de encontrárselas intactas y encontrándose con los soldados y civiles que sobrevivieron al ataque.Muchos de ellos llenaban la plazoleta entre llantos de alegría y apretados abrazos.
Merideth se quedó allí hasta el amanecer, junto al cuerpo de su padrastro, en la sala de juntas de la casa del gobernador.Lo habían preparado y colocado sobre un pedestal de mármol,con una espada en su pecho y las manos sujetando el puño.Merideth se había sentado junto a él durante lo que quedó de noche y, al alba, el gobernador le aconsejó que se fuese a su casa a descansar, pero ella no quería, hizo oídos sordos y siguió allí sentada,sola, enfrascada en sus pensamientos.
Cerel y Leah fueron por la mañana a buscarla y a traerle algo de comer. Le insistieron, al igual que el gobernador, que se echase unas cuantas horas y durmiese.
La chica tenía unas marcadas ojeras bajo los ojos y su aspecto estaba demacrado debido al cansancio y al agotamiento. Apenas podía mantener los ojos abiertos y hablaba lentamente.
_¿Cómo se encuentra Legolas?_le preguntó a Leah.
_Está en tu casa, recuperándose de las heridas, no está mal, Alasmmel está con él allí... Merid_le dijo su amiga rodeándole los hombros_, deberías irte a descansar, mañana será el entierro y caerás en redondo en plena ceremonia.
Merideth sopesó aquello.Tenía razón, pero no quería dejarlo solo en aquella fría sala.
_Hazle caso a Leah_le insistió Cerel_, nosotros nos quedaremos aqui, acompañándolo mientras tú te recuperas.
En ese momento entraron Legolas y Alasmmel por la puerta.El escolta le había vendado el brazo y su cabello ya estaba limpio de sangre, aunque tenía algún que otro golpe en el rostro y varios arañazos pequeños.
El príncipe se fue hacia ella y se arrodilló a sus pies.
_Supongo que ya te habrán dicho miles de veces que te vayas. No harás nada de provecho aquí, sólo te harás daño a ti misma.
Merideth levantó una mano y le acarició la cara.
_Me iré a casa si tú te quedas allí conmigo_le susurró ella_.
Legolas se puso de pie y le tendió una mano para que hiciese lo mismo.La muchacha se levantó.
_Me quedaré aqui también, con Leah_le dijo Alasmmel_.Descansad.
La muchacha se dejó llevar por él a través de la calle principal, donde los soldados cargaban los cuerpos de los caídos hacia el cuartel,y sus familias venían detrás acompañándolos, deshechos en llantos y lamentos de dolor.Merideth los observaba silenciosa y se congraciaba con ellos.El elfo le puso una mano en la espalda y la instó a seguir adelante.
La plaza seguía anegada.Varios soldados bajaban con cuidado los cadáveres de las mesas y los llevaban entre dos o tres de ellos calle arriba.Algunos artesanos, carpinteros y herreros, revisaban el portón y hablaban entre ellos de los daños evidentes.Otros, bajo el mando del capitán de la guardia, recogían los cuerpos de los orcos, en el exterior y los amontonaban en carretas, llevándoselos a alguna parte, apartados de la ciudad, para enterrarlos.Legolas y la muchacha la atravesaron, chapoteando en el agua,y entraron a la calle, hasta que llegaron a la casa de ella y cruzaron el jardín para entrar por la puerta.
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Las Gemas Gemelas
FanfictionA los once años, Merideth fue rescatada por el capitán de la guardia de Carlharat, una ciudad de la Tierra Media, al oeste de las Montañas nubladas. Un puñado de orcos casi la matan a golpes para llevársela,junto a la piedra rota que llevaba colgada...