Complicaciones

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El batallón de la ciudad hizo caer a un segundo troll a base de disparos y lanzas.Los soldados de Frain habían salido al exterior, atacando a los pocos orcos de a pie que aun quedaban con vida, pero había tres de ellos que montaban en feroces huargos, los cuales se habían apartado de la ciudad y habían huido hacia el bosque.

_¡Déjalos ir!_gritó Frain al nuevo capitán de la ciudad_Los hombres están agotados, lo único que conseguirás es que los maten a todos.Volverán con los suyos.

El capitán quería que entraran al bosque y les dieran muerte, pero ni Frain ni otro sargento eran partidarios de llevar a cabo aquella masacre, así que miró hacia el batallón, que se disponía a levantar los horrendos cuerpos de los orcos y enterrarlos fuera de la ciudad.

_Está bien_dijo, inseguro.No tenía mucha experiencia de mando y confiaba más en lo que Frain conocía que en sí mismo_.Pero si vuelven, tú te encargarás del problema, no yo, por muy capitán en funciones que sea.No pedí esta responsabilidad y puedo recurrirla.

_Que así sea.

Alasmmel, Cerel y Leah se hallaban sobre la cornisa. El elfo, al ver que habían vencido,entró de nuevo a la ciudad.No quiso perseguir a los huargos sin ayuda.Sabía que si iba solo, lo matarían...y, si Leah lo veía, sería aun peor.

El elfo se quedó observando a Frain.

_¿Por qué los ha dejado escapar?Deberían ir a por ellos, es una temeridad dejarlos ir, volverán_le dijo a Cerel_.

_No lo sé. Pero Frain no me gusta.Lo he visto hablar con Merideth y es...

_¿Se ha cruzado con Merideth hoy?_le preguntó Alasmmel, interesado.

_Sí. Le dijo que aún les debían una Legolas y ella.No sé a qué se refería.

Alasmmel tuvo un mal presentimiento.

_Ven conmigo.Vamos a ir a buscarles_le dijo , bajando la escalera de la muralla_.

Cerel fue tras él, obediente.Se maravillaba de la agilidad de Alasmmel y la maestría que había demostrado en la lucha. En ningún momento se había acobardado o huído, confiaba plenamente en sus capacidades y, si no podía atacar por un lado, lo hacía por otro, pero jamás retrocedía.

_¿Tienes alguna idea de dónde pueden estar?_preguntó Cerel, siguiendo al elfo por la plaza.

_No, pero la ciudad no es muy grande.Nos separaremos y acabaremos antes.Ve a su casa, yo iré a la parte sur.Hay una entrada detrás.

_Bien.

Algunos soldados empezaban a marcharse del portón. Otros se quedaron allí, recogiendo cadáveres y revisando los daños sufridos en la puerta.La cornisa de la muralla estaba ya casi vacía, y Leah, su hermano y sus padres, bajaban por la escalera, felices de salir todos con vida. 

Algunas personas se inclinaban en la plaza,anegada de agua a la altura de los tobillos,llorando desconsolados sobre los cuerpos cubiertos de sus familiares caídos en batalla,dejados caer sobre las mismas mesas que usaron para la fiesta de primavera...casi todos eran padres de familia e hijos de mujeres,que se lamentaban a gritos de una dolorosa pérdida que jamás olvidarían.

Cerel observaba aquel panorama desolado, se recompuso y cruzó la plaza chapoteando,con el arco aún colgado al hombro y entró a la calle de Merideth.



_Será mejor que te pongas algo de ropa_le dijo Legolas a Merideth, incorporándose_.Tenemos que irnos.

_Claro_le dijo ella,agarrándolo del cuello con las dos manos para levantarse_.

Braon ya no podía irse con ella...ni estaría calentando el desayuno por la mañana temprano para charlar unos momentos...ni cenarían junto a la chimenea, ni la fastidiaría con bodas...

Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora