Escapar y plantar cara

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_¡Merideth!_llamó Legolas a la muchacha, golpeando la madera desde dentro_¿Te has vuelto loca?¡Abre la puerta!

No lo podía creer...lo había encerrado para escaparse.

La habitación de Braon carecía de ventanas,estaba unida pared con pared con la de su vecino,no había por dónde descolgarse, tan sólo una claraboya de cristal rugoso en el techo dejaba pasar la luz del día.Miró hacia arriba, estudiándola.No tenía sitio donde sujetarse si saltaba, la claraboya era un hueco liso con el cristal al fondo.Además estaba demasiado alta.

La habitación entera tembló de repente, haciendo vibrar el suelo bajo sus pies.No había tiempo, tenía que salir de allí como fuese.

Intentó empujar la puerta, pero era de madera maciza y estaba sujeta por unas buenas bisagras. La cerradura también era fuerte, y para colmo,la hoja abría hacia adentro.

Tendría que coger impulso e intentar romperla.

Se fue a la pared del fondo de la habitación, salió corriendo y golpeó con el hombro la puerta.

Nada.

Lo intentó de nuevo, ésta vez con más fuerza.

Cedió un poco e hizo mover las bisagras, pero la puerta seguía allí.

De nuevo corrió desde el otro lado de la habitación y empujó con todas sus fuerzas, golpeándola.

Ahora crujió la madera, y la cerradura pareció querer ceder, pero seguiría resistiendo.

El elfo se llevó una mano al hombro. Iba a destrozarse el brazo y seguiría encerrado como un abrigo dentro de un...armario.

Se dió rápidamente la vuelta y agarró el pesado mueble, arrastrándolo por el suelo y guiándolo para colocarlo justo debajo de la claraboya.Trepó por él y llegó arriba para, bajando la cabeza, romper con el puño el cristal y descolgarse hacia afuera.

Salió al exterior,por el tejado. La lluvia entraba por el agujero de la claraboya, ahora desprotegida,pero eso no importaba ahora, tenía que encontrar a Merideth.


 La muchacha, sola por la calle, corría cuesta arriba, falta de aliento y tuvo que parar a respirar, medio asfixiada y muerta de frío. Tenía que haber cogido de su casa algo más de abrigo.Se refugió en el portal de una de las casas y se dio cuenta de que estaba temblando.Debía moverse para no quedarse aterida y salió de nuevo a la lluvia, caminando deprisa y recuperando algo de aliento. Llegó a la plazoleta y, cuando la cruzaba, a mitad de camino, oyó que se acercaba un ruído de pasos apresurados desde una de sus calles. Eran más de uno, pensó, y decidió ir allí, creyendo que eran un par de soldados.

Al doblar la esquina, se encontró frente a frente con dos orcos.

Merideth retrocedió, entre atónita, horrorizada y desconcertada.

Éstos, al verla, se dirigieron hacia ella, pero Merideth, rápidamente se dió la vuelta para ganarles terreno corriendo todo lo que pudo, descolgándose el arco y, al llegar al otro lado de la plaza, se volvió y sacó una flecha del carcaj, la puso en la cuerda, divisó a los monstruos, que se le aproximaban, tensó y disparó, matando a uno de ellos con una saeta atravesándole el pecho. El otro orco, que vió que ella podía defenderse, desenfundó la espada y corrió hacia la muchacha, que ya había cargado otra flecha, la cual volvió a tensar y... esperó. La criatura ahora estaba a unos diez metros de ella,entonces tensó más aún y apuntó bien.Le temblaba el pulso, pero intentó mantenerse firme.

La saeta pasó rozándole el hombro.

Cargó otra, echando mano, nerviosa y a tientas, al carcaj y la puso en el arco.Se le cayó al suelo, y se percató de que ya no le daba tiempo a nada, así que salió corriendo hacia el establo,dándose cuenta, demasiado tarde, de que allí podría acorralarla.

Recorrió el pasillo, perseguida por el orco, que venía tras ella blandiendo la espada, y llegó al granero. Ya estaba atrapada.Se volvió para verlo, venía por la mitad del camino,caminando. Sabía que la chica ya no tenía escapatoria.

_Estamos buscando a una mujer_decía con aquella repugnante voz_.¿Por qué no estás escondida tú?¿Intentabas escapar a algún sitio?

Merideth estaba aterrorizada.

_¡Habla!_le gritó el orco acercándose cada vez más_¡Si no lo haces, te obligaré yo, y luego vendrás conmigo!

La muchacha desenfundó la espada.

_Hazlo y te atravesaré tu asqueroso cuello_le desafió.

_¿De veras? Eso me gustaría verlo.

La criatura se enfiló hacia Merideth atacándola con su espada, pero la chica lo esquivó, aprovechando el umbral del granero, metiéndose dentro y sorprendiendo al orco desde el costado, atacándole con la espada y haciéndole un corte en el brazo.

La muchacha salió de allí, corriendo por el pasillo y miró atrás.El engendro estaba de pie, dentro del granero, sujetándose el brazo herido.Miró a Merideth con furia en aquellos viles ojos y, dando un grito de rabia, corrió hacia ella.La chica dió un respingo y terminó de correr por el pasillo, saliendo a la incesante lluvia.

Tenía que plantarle cara, pensó ella.

No podría huir durante mucho tiempo de él, las fuerzas la estaban abandonando, por el frío, el cansancio, la desesperación...

Se detuvo en seco y sacó otra flecha del tubo que llevaba a la espalda.El orco venía tras ella, furioso, aun por el pasillo. Puso una saeta en el arco y esperó que saliese, y cuando lo hizo, disparó la flecha, clavándose ésta en plena frente de la horripilante criatura, y cayendo a una laguna entre temblorosos estertores de agonía.

_¡No tendréis nada de mi!_gritó Merideth bajo la lluvia.

Y se dirigió a la puerta sur, al fin, en busca de Braon.


Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora