Salir por patas

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Merideth se quedó helada en el sitio sin apenas siquiera pestañear.

"¿Forajidos?"

_No tengo nada_dijo Merideth, levantando los brazos_.

_No queremos nada_volvió a repetir firmemente el extraño_.

De pronto, y sin apenas hacer el mas mínimo ruído,varias personas salieron de entre los árboles,frente a ella y a los lados,apuntándola con arcos.Iban vestidos con ropas grises, pardas y verdes y botas altas adaptadas para terreno de matorral.Llevaban capas de un tono de gris cuyas caperuzas cubrían la cabeza y sus movimientos eran ágiles y suaves, como los de un gato.

Esos arcos no eran como los que usaban en la ciudad,parecían mas ligeros y además lucían caracteres élficos grabados en la madera.

"¿Éstos son...elfos?No puede ser,esta gente no viene por aquí jamás."

Merideth seguía clavada de espaldas a quien quiera que fuese quien tuviese detrás.

Braon le había contado historias de la hermosa raza, historias mágicas y llenas de misticismo que a ella le encantaba escuchar.Eran criaturas de las estrellas, de su luz,que desde el principio de los tiempos veían pasar los siglos como nosotros vemos los días, uno detrás de otro.Seres inmortales cuyas almas habían contemplado las largas eras de la Tierra Media.

¡Pero éstos no podían ser elfos!

Eran un puñado de salvajes armados hasta los dientes...y a saber qué vendría a continuación.

_¿Qué estás buscando tan adentro del bosque, mujer?_dijo la fría voz.

"Imponte, Merid, huelen el miedo y se envalentonan aun más"

Merideth levantó el jarron que llevaba en brazos.

_Vengo a por agua.Y,si no te importa, te agradecería que quitases eso de mi cuello.

"Suerte,ven a mí."

Sorprendentemente dejó de sentir la presión del metal sobre su piel y, sin darse la vuelta, dió un paso adelante para, ahora sí, volverse y conocer a su agresor cara a cara.

Éste tenia la capucha de la capa echada hacia atrás, dejando al descubierto una lisa cabellera a media espalda muy clara, casi blanca,recogida hacia atrás desde las sienes en una trenza.También llevaba una trenza más fina pegada al cuero cabelludo a ambos lados de la cabeza, dejando el resto del cabello suelto.Los ojos eran de un azul indeterminado, nunca los había visto de ese tono,y la cara, pues...sí, un elfo, no podía ser otra cosa,aparte de que las orejas lo delataban.Llevaba una chaqueta de un verde oscuro desvaído de manga hasta el codo, larga hasta la rodilla, ceñida con un cinturon de cuero y,desde éste, se abría la chaqueta por los dos lados.Bajo la chaqueta vestía una especie de túnica fina gris claro de manga larga, unos pantalones marrones pegados a las piernas y botas oscuras.En el pecho llevaba unas correas de cuero cruzadas para sujetar un carcaj repleto de flechas.Por el físico parecía tener su edad aproximadamente, y de estatura...quizá un palmo más que ella.

Merideth ya estaba más que harta ese día y explotó.

_¿¡Qué pretendías!?¿¡Matarme de un susto!?No tien..

_Silencio_la cortó aquel elfo enfundando la..."ah, una espada, que agradable"_.Eres demasiado ruidosa, podría oírte a kilómetros de distancia mientras sólo caminas.

Merideth echaba fuego por los ojos.

"¿No se puede hacer ruído en un bosque?Vaya con el ser etéreo, ¿quién se cree que es para mandarme a callar?"

_Oye, tú, no tengo ni idea de quién eres,ni de qué he hecho yo,ni de por qué se te ha pasado por la cabeza asustarme así...¿te diviertes haciendo esto o qué?

Los otros elfos se acercaron más a Merideth en círculo, detrás de ella,todavía con los arcos tensos y cargados.

"Increíble, no generan el más mínimo sonido..."

El elfo espadachín se movió de su posición y lentamente se puso a dar vueltas alrededor de Merideth, la cual no le quitaba ojo.

Dijo algo en su idioma a los demás, y debió ser una órden o alguna especie de chiste élfico, porque enseguida sonrieron algunos y bajaron los arcos al unísono, dejando de apuntarla, con lo cual ella se relajó un poco y concentró toda su atención en su supuesto jefe.

_Parece que lo que tenemos aquí no es un orco, ¿no creéis?¿O sí?Por sus modales,más bien diría que es un cruce entre éste y hiena_decía mientras seguía dándole la vuelta a la chica, aún con el jarrón en brazos...jarrón que no reventó en mil pedazos de milagro.

_Te crees muy gracioso, ¿verdad?¿Empleas tu tiempo libre en andar por los bosques armado buscando jovencitas a las que intimidar? Me temo que la raza élfica ha caído últimamente demasiado bajo.

Uno de los arqueros a su izquierda se adelantó rápidamente y volvió a apuntarla.

_Ten más cuidado con lo que dices, desvergonzada,no tienes ni idea de con quién hablas.

Merideth dió un paso atrás al ver de nuevo una flecha cargada.

_Sois muy valientes cuando empuñáis un arma ante una mujer sola y desprotegida_se tocó la pierna derecha.Seguía ahí_.No sé con quién hablo, es verdad_clavó los ojos en el elfo mandamás_.Tu jefe no ha tenido la cortesía de presentarse como es debido, aunque no es algo que me interese mucho.

Éste hizo amago de parecer querer decir algo.

_Es el hijo del rey Thranduil,señor del Bosque Negro.Le debes un respeto,campesina.

El dusodicho levantó la mano,volvió a dar otra orden y el arquero retrocedió sin rechistar.Volvió la vista con curiosidad hacia aquella descarada muchacha.

Merideth miró al hijo del rey con las cejas levantadas.

_Ah, un príncipe... bien,eh...majestad. Os recuerdo que no estáis en el Bosque Negro,por ello no os debo ninguna clase de lealtad, respeto y demás privilegios reales_el elfo ladeó la cabeza algo desconcertado ante el descaro de aquella mujer_.Para eso ya tengo a mi rey y mis leyes."Cállate, Merid, te estás pasando"Es más... incluso creo que sois vos quien debería disculparse por haber sobresaltado a una dama sin necesidad.¿Sabe vuestro padre que os dedicáis a ésto? No, ¿verdad?¿Qué diría él?

_Basta ya.

Aquel elfo avanzó hacia ella y Merideth se dió cuenta de lo que llevaba en brazos. Lanzó el jarrón hacia adelante con todas sus fuerzas y se dió rápidamente la vuelta para salir corriendo arroyo abajo.

Corrió y corrió esquivando rocas y ramas bajas,esperando en cualquier momento un doloroso y mortal pinchazo en la espalda, cabeza...estaba muerta de miedo y la adrenalina supuraba por todos sus poros."¡Este dichoso vestido!¡Corre, Merid!¡Ni mires atrás!¡Sólo corre!"

Al fin distinguió la linde del bosque y corrió aun más, todavía sorprendida de la suerte que hasta ese momento había tenido de seguir con vida.

Pasó rozando a las lavanderas, que ya empezaban a recoger la colada, las cuales se quedaron de piedra al ver salir a una chiquilla de aquel bosque como alma que lleva el diablo y la cara desencajada.

_¡Eh! ¿Estás bien? ¡Muchacha!

Merideth miró a las mujeres sin parar de correr.

_¡Salid de ahí! ¡No os acerquéis al bosque!

Las lavanderas cogieron sus cestas rápidamente y, alarmadas por el tono de la muchacha, corrieron a su vez hacia el portón de la ciudad.

Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora