Tengo que buscarle

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Llegando a la plaza, se dió cuenta de que el número de efectivos dispuestos a lo largo de la muralla había aumentado considerablemente en el breve espacio de tiempo que ella y Cerel estuvieron en el cuartel.

Además de muchos soldados, se encontraban allí civiles, padres de familia e hijos armados y prestos a entrar en combate por salvar a sus familias y hogares.

Merideth se sintió desolada...todo aquello, todo lo que iba a pasar aquella noche...gente que moriría a manos de aquellas criaturas...era por su culpa...

"Dios mío... si son niños..."pensó al ver zagales de quince o dieciséis años armados hasta los dientes, recibiendo instrucciones de los soldados.

Cerel la apremió, no podía dejar que su amiga se viniese abajo precisamente en esos momentos. Debía mantenerse alerta, él se ocuparía de ello.

Merideth entró a la calle donde vivía Leah.Su casa carecía de jardín...pero disponía junto a la entrada, bajo la ventana de la sala de estar,de una trampilla que daba a un sótano, camuflado éste por un espeso matorral florido.

No se veía la trampilla si no se buscaba.

Merideth supuso que la familia estaría escondida allí abajo cuando,al llamar a la puerta, no obtuvo respuesta.

Con ayuda de Cerel, apartó varias ramas del matorral y golpeó en la madera.

_¡Leah, soy yo, abre!

Al poco, la tapa se abrió, dejando ver a su amiga, asustada.

_¡Merid!¡Deberias estar en un refugio!_vió a Cerel_¡Vamos, entrad, rápido!

Alli sólo estaba ella.

_Mi padre y mi hermano se han ido a las murallas, y mi madre no ha querido despegarse de él... está allí, con ellos...Merid...¿qué se acerca a la ciudad? ¿Por qué está pasando ésto?_lloraba ella.

¿Cómo le contaba la historia a Leah? ¿Cómo decirle que su familia tendría una muerte casi segura por culpa de ella?

Se echó atrás, pensándolo mejor.No le diría nada... sería una cobardía, pero no podía hacerlo.

Cerel dió al traste con sus planes.

_Merideth,cuéntanos rápidamente de qué va todo esto.¿Qué están buscando de ti esos orcos?

Leah la miraba inquisitiva...ya no había vuelta atrás.

Brevemente, y a trancas y barrancas, les resumió el asunto como pudo.

_Y por eso es muy, muy importante que no reveléis ésto a nadie, por favor.Si dan conmigo, si me encuentran...estaremos perdidos.

Los otros dos estaban aguantando la respiración.

Cerel se sobrepuso y le puso las manos en los hombros.

_Merid, te juro que ni una palabra saldrá de mi boca.Lo sabes.Y Leah piensa lo mismo que yo, ¿verdad?_dijo, mirando a ésta.

Su amiga afirmó con la cabeza, dándole la razón al muchacho.

_Lo sé... sois los mejores.

Los tres se abrazaron, confirmando así su valiosa amistad.

_Tengo que ir con Braon.Está en el cuartel.

_Iremos contigo_se ofreció Cerel_.

_¡No! Quédate aquí, con...

De pronto, un ruido indefinido comenzó a apreciarse bajo el sonido de la lluvia, y unas voces de mando gritaban órdenes en la zona del portón.

_¡Están aquí! Rápido, apagad el candil_gritó Leah, asustada,corriendo hacia el fondo del subterráneo_, vamos allí detrás,podemos escondernos en...¡¡Merid!!¡Ven con nosotros, por favor!

Leah se había dado la vuelta y sorprendió a su amiga levantando la tapa de la trampilla para salir.

_Estaré bien, tranquila, aún no han entrado, pero voy a intentar impedir que Braon haga de las suyas. Cerel..._dijo, dirigiéndose a su amigo_cuida de ella, por favor... y cuídate tu también.

El chico se acercó a ella y le dió un beso en la mejilla.

_Cuida de ti misma.Suerte.

Merideth asintió y salió del sótano.


Legolas y Alasmmel corrían a lo largo del camino hacia el cruce del pino seco,dando alcance al límite norte del bosque.

Llovía torrencialmente y las fríos goterones les golpeaban sus rostros, parcialmente cubiertos por las capuchas de las capas, pero no por ello aminoraban la marcha.

_Hay una entrada por la parte sur de la ciudad, donde se sitúa el cementerio_dijo Legolas_.Entraremos por alli.Espero que los orcos aún no la hayan forzado.

_Si toda la defensa la han organizado en el portón principal, no les costará mucho invadir la ciudad por ahí_opinó Alasmmel_.

_Ojalá te equivoques, amigo.

Merideth estaba helada de frío, tenía la poca ropa que

llevaba completamente empapada, y el cabello pegado a la espalda chorreando, pero no pensaba perder el tiempo en ir a cambiarse.

Llegó encima de Ocaso a la plaza y se escondió tras la esquina de la calle de Leah.

El capitán y un par de sargentos, corrían de un lado a otro de la muralla, ordenando a soldados y civiles que cargaran sus arcos y ballestas.Éstos, obedientes, seguían fielmente sus instrucciones.

_¡Disparad!_gritó el capitán, secundado por los sargentos.

Los soldados enviaron una lluvia de flechas sobre el ejército orco, el cual debilitó su primera línea de ataque, cayendo muertos muchos de ellos,pero uno de sus indeseables capitanes, se puso a rugir órdenes y, de pronto, otra lluvia de saetas,esta vez hacia la defensa de la ciudad, hirió a varios soldados, que no tuvieron tiempo a agacharse, esquivándolas, y cayó alguno que otro hacia atrás, fallecidos.

_¡Escondeos tras el muro!¡Estad atentos, maldita sea!_gritaba un sargento.

Merideth observaba aquello horrorizada.

Los lanceros, jinetes y espadachines se alineaban frente al portón, con Frain al frente de aquel batallón, formado también por militares y civiles.

_¡Intentarán derribar la entrada con arietes, si ésto ocurre, que ocurrirá, os quiero a todos defendiendo el paso! ¡Que no pasen de la plaza! ¡Que no invadan la ciudad!

La chica buscaba a Braon con la vista, desesperada.Dudaba que estuviese en la muralla,así que observó el batallón del que Frain era responsable.

_¡Lanceros, adelante!_gritaba, organizándolos_¡Jinetes, a los flancos! ¡Espadas,al centro! ¡Mantened vuestras posiciones en todo momento y no os mezcléis!

La chica miraba el movimiento de los espadachines.

Allí no estaba.

Decidió ir al cuartel.Lo sacaría a rastras de allí y lo haría subir al caballo.¡Tenían que irse ya!

De repente,un golpe brutal hizo temblar el grande y pesado portón.¡Habían comenzado a intentar derribarlo!

Debía de darse prisa y encontrar a su padrastro antes de que la encontrasen a ella.

Arreó al caballo y subió por la calle principal, peleando contra el chaparrón.

Las Gemas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora