Ya conoces a una

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Pensándolo fríamente, el hecho de presentar a Lena a mis amigas me pareció pan comido. Sobre todo, después de la velada que tuvimos con Sam y Andrea; más que nada por la certeza que tenía de que era imposible que pudiera ser peor. Con esa certeza, y que en el fondo eran mis amigas en lugar de un pelotón de fusilamiento, me relajé. Para ser completamente sincera... también ayudaron a ese relajamiento los orgasmos de la noche anterior.

Lena prescindió de sus prendas de alta costura; debió de intuir que mis amigas serían más de mi estilo en lugar del de las suyas. En cambio, se vistió con unos jeans y una camiseta escotada. Se recogió el cabello únicamente en la parte superior y dejó caer su larga melena a ambos lados de sus hombros.

Lo que más me gustaba del apartamento de Lena era lo que precisamente me chocó más cuando lo vi por primera vez: su falta de paredes. Desde el sofá, sentada cómodamente puesto que ya había terminado de prepararme, —ventajas de ver a mis amigas y no a las suyas— podía observarla mientras se terminaba de maquillar frente al espejo de su dormitorio. Las vistas desde mi posición eran maravillosas. Paseé mi mirada por sus curvas, los pantalones vaqueros que había escogido eran tan ajustados que parecían una segunda piel. Me agarré al reposabrazos y apreté el tejido para evitar la tentación de saltarle encima. Su trasero quedaba perfectamente embutido entre las costuras, y las imágenes vívidas que me vinieron de la noche anterior no ayudaron a contener las ganas de quitárselos.

- Ahora te comprendo.- Ladeé mi cabeza sin apartar la vista de su culo.

- ¿En qué?- Preguntó distraída mientras se aplicaba la máscara de pestañas.

Me mordí el labio y alcé la vista hasta encontrar su reflejo en el espejo. La mueca que ponía cada vez que se ponía el rímel me parecía adorable. - Ayer... entiendo por qué te costó tanto aguantar sin meterme mano. Porque hoy siento lo mismo.

Dejó lo que estaba haciendo y se giró para mirarme con una sonrisa divertida. - Yo no te he dicho nada sobre mi ropa interior... o mejor dicho, sobre la ausencia de ella.- Se apresuró a puntualizar las diferencias.

- Ni falta que hace. Soy más que consciente de que no la llevas...es evidente.- Le eché un vistazo rápido de arriba a abajo.

Ella se rio victoriosa mientras se giraba nuevamente para seguir donde había dejado su maquillaje. - Dicen que donde las dan, las toman...- Me guiñó el ojo a través del reflejo.

- Te advierto que mis amigas no serán tan indulgentes como las tuyas si desaparecemos de improviso y nos liamos en el baño.- Bromeé con la situación que vivimos la noche anterior.

- Háblame de ellas. ¿Cómo son?

- Ya conoces a una, Alex. Fuimos juntas al speed dating.

- Alex, Alex...- Lena se volvió en mi dirección con una expresión pensativa y de absoluta concentración. - ¡Me acuerdo de ella! Media melena corta y chupa de cuero. Creo que no le caí bien, estuvo a la defensiva los siete minutos que compartimos mesa.

Me sorprendió su buena memoria tanto que me quedé boquiabierta. - ¿Te acuerdas? Han pasado un par de meses por lo menos. Yo fui incapaz de recordar a algunos de mis matches la misma noche de las citas rápidas.

- Eso es porque te quedaste prendada de mí.- Me guiñó el ojo y se giró para darse el colorete.

- Eso no voy a negarlo.- Sonreí con ternura y la observé igual de embobada que el primer día. - Alex es como mi hermana.- Retomé la conversación donde la había dejado. - Después está Nia, que seguramente te someta a un interrogatorio de nivel cinco. La reconocerás porque es morena y de pelo largo. Y por último Kate, que lleva el pelo corto a lo garçon, es bastante reservada y no te dará mucha conversación.

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora