Un par... bien puesto

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La sensación al poner un pie sobre el pantalán al bajar del velero fue extraña. Durante las horas que duró la excursión, mi cuerpo se había adaptado al vaivén de las olas, y al pisar tierra firme fue como perder parte de la magia. Cada paso que di hasta llegar al coche ofreció resistencia al anterior y, por un rato, pensé que había perdido la capacidad de caminar. Aquella incapacidad de avanzar correctamente me recordó a mi infancia, cuando salía a patinar con mis patines de línea y la sensación breve de mareo que me afectaba al volver a ponerme las zapatillas. El cuerpo quería seguir avanzando con la misma velocidad que sobre cuatro ruedas y durante los primeros segundos con zapato plano se negaba a aceptar la nueva realidad. 

Un poco así se sintió el breve paseo hasta el Lexus que ambas recorrimos en silencio. Cuando me ajusté el cinturón y Lena arrancó el motor, me bombardearon los recuerdos de toda la jornada y la sonrisa volvió de nuevo a mi rostro.

- Ha sido un día de ensueño, me he sentido como una reina. - Me sorprendió a mí misma el tono soñador que empleé. - Todavía no me lo creo, un día perfecto... el mejor cumpleaños de mi vida.- Me giré en mi asiento y miré a Lena, ella sonreía satisfecha sin apartar la vista de la carretera. - Ha sido tan romántico...¿Cómo se te ocurrió algo así? Era como una escena sacada de una película: tú y yo navegando, surcando las olas abrazadas...- Las frases se agolpaban una tras otra sin darse la vez, como un torrente bravío y sin fin que iba alargando más y más la sonrisa de mi chica, cada vez más orgullosa de su gesta. - Ha sido una experiencia inolvidable, mi primera vez en un barco...- Suspiré y volví a sentarme mirando al frente. - Me ha encantado mi regalo.

- Me alegro mi amor. Quería que tuvieras un día especial.- Tomó la salida de la circunvalación y se desvió hacia el centro. - ¿Te importa si hacemos primero una parada en mi casa? Tengo que recoger unos informes que necesito mañana en la oficina.

- No hay problema.- Apoyé mi mano sobre su muslo y lo apreté con suavidad. - Lena, - La miré aún sabiendo que ella mantendría su atención en la conducción. - lo del velero ha sido algo muy bonito, pero lo que ha convertido el día en espectacular, especial, imborrable y todos los adjetivos calificativos que se te ocurran; lo que me ha hecho más feliz ha sido tenerte a mi lado. Aún a riesgo de repetirme tú eres mi mejor regalo. - Su mirada se volvió fugazmente en mi dirección antes de fijarse nuevamente en el frente. Seguía sonriendo mientras se mordía el labio inferior. - Me encanta que quieras mimarme de todas las maneras posibles, y que te esfuerces cada día tratando de sorprenderme, porque me haces sentir valiosa de una forma que no había probado nunca. Pero la verdad es que todo eso se queda en agua de borrajas cuando te tengo cerca. Hoy has dejado de lado tu trabajo y tus responsabilidades solo para estar conmigo, ese ha sido el regalazo. El lujo de disfrutar a tu lado de un martes cualquiera, las dos solas en nuestro propio mundo.

Lena soltó del volante una de sus manos y aferró la mía que descansaba sobre su muslo. No tardó en entrelazar los dedos con los míos. - Siendo honesta, hoy también ha sido un auto regalo. Cuando dijiste que nunca trabajabas por tu cumpleaños vi la oportunidad de secuestrarte por unas horas. Egoístamente, quería poder tenerte solo para mí sin distracciones de ningún tipo.- Liberó su mano para accionar el mando de apertura de la puerta de su garaje y después volvió a tomar la mía. 

Acaricié con el pulgar el dorso de su mano y alargué mi sonrisa traviesa mientras la idea se formaba en mi cabeza, mucho antes incluso de formularla. - Hoy es mi cumpleaños...- Dije pensativa lo que provocó que Lena me mirara algo confundida. - ¿me preguntaba si aún podría jugar con mi regalo? No sé, quizás una vez más...¿en la barra de pole dance?- Mi tono había virado hacia el pícaro, al igual que las caricias que le estaba haciendo en su mano y ella rio confiada. - Hace tiempo que no te veo practicar, vamos a subir a por los informes, es temprano... y sigue siendo mi cumpleaños. Como mi chica, tienes que consentirme, ¿no?

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora