Cinco en el Planet

700 105 18
                                    

Abrí el armario de par en par, aún no había decidido cómo vestirme ese día y ya iba justita de tiempo para llegar puntual a la oficina. Repasé con la mirada las perchas mientras sopesaba qué prendas ponerme hasta que di con el rincón que le había dejado a Lena. Ahí seguían colgados sus trajes y vestidos de marca, esperando a que llegara su legítima dueña y los vistiera.

La mano se lanzó sola, de repente sentí la necesidad de tocar aquellas telas, de acariciarlas, como habría hecho con la piel de ella de haberla tenido así de cerca. Me incliné, cerré los ojos e inspiré profundamente. Su aroma entró con rapidez por mis fosas nasales y automáticamente derramé un par de lágrimas. Evocarla fue tan sencillo, tan natural y dolió casi tanto como revivir aquella noche fatídica de viernes, como si no hubieran pasado tres semanas. La presión del pecho se incrementó dos vueltas más alrededor de mi corazón mientras la nostalgia se enredaba a mis recuerdos, aún así fui incapaz de alejarme de aquellos trajes.

¿Qué habría hecho Lena con las cosas que dejé en su casa? ¿Las habría tirado? ¿Las conservaría? ¿Le recordarían a mí y le harían emocionarse? ¿Seguiría poniéndose mi camiseta para dormir? Sacudí la cabeza, deseché todas aquellas preguntas estúpidas y me erguí. No mires atrás, Kara. La relación había terminado, en cuanto encontrase las fuerzas suficientes para hacerlo, empaquetaría todas sus pertenencias y se las haría llegar por correo.

~•~

Aquella tarde éramos cinco en el Planet. Gracias a una conjunción astral, Sophie estaba librando un domingo por la tarde y se había unido a nuestra cita semanal. Era la primera vez que nos juntábamos todas y hasta hacía no tanto tiempo, había deseado que llegara este momento, porque había ansiado ver a Alex felizmente acaramelada con la mujer que le había robado el corazón.

Ahora, en cambio, mi ansia por la llegada de esa reunión había decrecido considerablemente. El motivo de ese desinterés no era que no quisiera ser partícipe de tanta felicidad. Estaba contenta por mi mejor amiga, pero ser testigo de tanto amor en vivo y en directo me daba envidia. Esa era la cruda realidad.

Observar a Sophie prendida de su brazo susurrándole cosas al oído, me estaba recordando demasiado a Lena. Esa complicidad compartida en su forma de interactuar, las caricias que llevaba añorando semanas, los besos que no nos habíamos dado y el tacto suave y cálido de su piel... Era un todo, un conjunto de anhelos que viéndolas a las dos frente a mí salían a relucir. Podíamos ser Lena y yo o, mejor dicho, podríamos haberlo sido. Ambas parejas nos conocimos al mismo tiempo en el mismo Speed dating, la única diferencia es que ellas seguían juntas y nosotras ya no.

Debí de quedarme mirándolas más tiempo del debido, o quizás fue la expresión de mi rostro. Kate, se inclinó y me susurró al oído. - ¿Estás bien?

Asentí con la cabeza y me las apañé para sacar a relucir una sonrisa. - Es solo...

- ...estás pensando en ella.- Mi amiga, siempre parca en palabras, volvía a dar en el clavo terminando la frase en mi lugar.

- Sí. No puedo dejar de hacerlo.- Me aproximé y susurré en un tono tan bajo que solo ella pudo escucharme. - Podría ser yo quien estuviera así de feliz si Lena...

Kate sacudió la cabeza. - Kara, no vayas por ahí. No hay "y si" que valga, no te arrepientas de lo que hiciste o dejaste de hacer. En su momento tomaste la mejor decisión dadas las circunstancias y actuaste en consecuencia. Eso vale para esta situación y para todas las que enfrentes en la vida. Nunca te arrepientas.- Aferró mi antebrazo y lo apretó con fuerza.

Me enderecé en mi asiento y vi la mirada fugaz de Nia rehuyendo la mía mientras seguía charlando animadamente con Sophie.

Me limité a suspirar y apuré el contenido de mi vaso de un solo trago.

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora