...dilatado en el tiempo

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Cuando dejé caer mi bolso en el hall de entrada de mi apartamento, todo su contenido se desparramó por el suelo, de la misma manera en que lo hizo mi fuerza de voluntad. No tenía fuerzas ni ganas para dilatar en el tiempo este juego de indiferencia. Nunca había valido para mantener unas apariencias que no sentía. Apoyé mi espalda contra la puerta y mis piernas flaquearon. Me derrumbé ante la obstinada fuerza de la gravedad, dejándome caer a mi buena suerte hasta que mis posaderas dieron con el frío y duro suelo. Cuatro días de destierro habían bastado para que mi autoestima se resquebrajara. Me estiré hasta alcanzar el teléfono móvil y marqué su número. Llegada a este punto de fatiga mental, no me sorprendió que fuera su buzón de voz quién me respondiera. Colgué sin grabarle nada y suspiré, estaba agotada de esta situación. A la desesperada le envié un mensaje escrito.

"¿Lena estás bien? Me tienes preocupada, este silencio al otro lado de la línea no me hace pensar en nada bueno. Quiero verte, te echo de menos."

Dos horas más tarde, en las que no había recibido nada por su parte, volví a llamarla con igual resultado. Nuevamente era su contestador automático quién me atendía. Tomé aire y me armé de valor para enfrentarme a esa odiosa máquina.

- Lena...- Suspiré perdiendo toda la fuerza que había tratado de insuflarme. - si no puedes quedar hoy, al menos llámame. Si he sido yo quién ha provocado esta distancia con algo que haya hecho, quiero solucionarlo. Si ha sido otra cosa ajena a mí, quiero estar a tu lado y apoyarte con lo que sea.- La oferta había salido a corazón abierto. Incapaz de seguir con la grabación, colgué.

~•~

Ella no dio señales de vida en lo que quedó del jueves, tampoco se puso en contacto conmigo durante la mañana del viernes. Así que ni corta ni perezosa, cuando salí de trabajar, en lugar de encaminarme a mi casa, me dirigí a su oficina. Si ella estaba hasta arriba de trabajo como decía, ése era el lugar donde la encontraría. Cogería el toro por los cuernos y la obligaría a enfrentarme. Mi paciencia y contención habían llegado a su límite, ya no pude aguantar más tiempo sin saber de ella.

Salí del ascensor con el paso más firme y decidido del que era capaz aquel viernes por la tarde, mis tacones resonaron por la oficina medio vacía. Alcé la vista hacia el fondo y divisé la silueta de Lena sentada en su escritorio; parecía absorta en su pantalla de ordenador. Apreté los puños y el paso, ya tenía mi objetivo a la vista. Inspiré profundamente y me planté en la puerta de su despacho. Di unos golpecitos con mis nudillos sobre el cristal y automáticamente ella fijó su mirada en mí. Tenía unas profundas bolsas bajo los ojos y su vista carecía de ese brillo que la hacía tan especial. A juzgar por esos detalles, apenas había dormido en toda la semana. Sin embargo, su sonrisa se disparó nada más reparar en mi presencia. Se puso en pie de un brinco y corrió en mi dirección para envolverme en un abrazo doble de piernas y brazos.

La bienvenida me sorprendió por su arrebato y su calidez, por no hablar de su impulso: fue tan inesperado que por poco no acabamos las dos en el suelo. Me las apañé como pude para no perder el equilibrio y sostener a ambas.

- ¿Qué haces aquí?- Su voz no ocultaba la alegría de verme y su lenguaje corporal también transmitía lo mismo. Cerró su agarre con fuerza alrededor de mi cuerpo y me besó en el cuello.

- Quería verte.- Estaba perpleja, no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Ésta no podía ser la misma Lena que llevaba ignorándome toda la semana. ¿Su dualidad llegaba hasta tal punto? Si era así, nunca antes la había presenciado de esta manera.

- Eres un cielo, ¿lo sabes?- Ella se acurrucó sobre mi hombro, había empleado su tono meloso conmigo.

Fruncí el ceño y giré el rostro tratando en vano de hacer contacto visual con ella. - La verdad es que no, esta semana llegué a pensar que era una pesada de quien querías zafarte.- No dejé que mi confusión momentánea interfiriera en el propósito de mi visita. - ¿Por qué llevas desde el martes sin contestar a mis mensajes o mis llamadas?

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora