Pagar muy caro

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Miré a mi alrededor. La decoración era barroca y recargada para mi estilo. Claramente había algo discordante en aquel lugar y ese algo era yo. Las paredes estaban pintadas en colores crema, había matices morados y negros intercalados en los detalles textiles sobre los que destacaba el dorado de los apliques metálicos. Un gran espejo se extendía del suelo al techo y presidía la estancia. Sentada en uno de los sillones más cómodos que mis posaderas habían probado, aferrando en la mano una copa de champagne a medio beber, no pude dejar de pensar en cuánto había cambiado mi vida en los últimos cuatro meses. ¿Quién habría dicho que Kara Zor-El estaría bebiendo una copa de un champagne tan caro como todo su salario de un mes?, ¿quién habría dicho que estaría en una tienda de prêt-à-porter que había sido cerrada para que su chica pudiera hacer las compras tranquilamente? Nadie lo habría podido adivinar. Ni siquiera yo misma, pero podría acostumbrarme. Me quité una pelusa que se había quedado adherida a mi falda, bajo la atenta mirada de la dependiente. Ella tampoco podía creerse que yo, simple mortal, pudiera estar allí sentada respirando el mismo oxígeno que ella. Ni mi ropa era de marca ni yo tenía el pedigrí de su clientela habitual. Me coloqué las gafas y estiré mi espalda, no iba a dejarme impresionar por una mirada reprobatoria.

- Olvidé decirte...- La voz de Lena, al otro lado del probador, me devolvió la sonrisa.

- ¿Qué?- Le di un trago a mi copa y la dejé sobre la mesa que había a un lado.

- Cat Grant me envió este mediodía las preguntas de la entrevista.

No me sorprendió que la directora de CatCo no hubiera tenido el detalle de avisarme de tal gesta; conseguido su propósito, yo ya era prescindible para el desarrollo de su día a día. - Déjame adivinar...- Chasqueé la lengua. - La mitad de ellas versan sobre tu vida privada, la otra en cambio va de tus logros académicos y una décima parte se centra en tu empresa.- Me aventuré a predecir.

Lena asomó la cabeza por la rendija del probador, tenía una sonrisa divertida en los labios. - ¡Wow, casi haces pleno! Digamos que sobre L-Corp es casi el veinte por ciento.

- Era de lo más previsible: hizo carrera escribiendo chismes de la gente, "perro viejo no aprende trucos nuevos".- Me encogí de hombros. - Siento que tengas que lidiar con ella, de veras.- Le puse la versión de cara afligida y ella solo sonrió antes de meterse de vuelta al probador.

- Tengo opción de veto, ¿recuerdas? Si quiere hacer la entrevista tendrá que cambiar el enfoque o aceptar todas las negativas que quiera darle...- Por sus jadeos y exhalaciones deduje que estaba teniendo algún problema con las prendas que había escogido.

- ¿Necesitas ayuda?- Me ofrecí poniéndome rauda en pie.

- ¿Con Cat? No la necesito, puedo gestionarlo sola.

Sonreí por la confusión. - Me refería a la ropa. Parece que estés pegándote con ella.- Me acerqué bajo la atenta mirada de la mujer que pacientemente esperaba indicaciones por parte de su cliente VIP.

- ¡Sí, por favor!- El alivio en su tono fue evidente.

Le eché una mirada altiva a la dependiente y ella se escabulló como si tuviera algo importante que hacer en la trastienda. En cuanto nos dejó a solas en la zona de los probadores, corrí la cortina y entré al de Lena. Estaba en ropa interior, luciendo un conjunto de Victoria Secret rojo que aún no le había visto. Recorrí sus curvas sin contemplaciones, probablemente con una expresión de pervertida en la mirada y, por un momento, olvidé el motivo por el que había entrado allí. Encaje, transparencias y curvas de infarto, era el cocktail fatídico que me hacía descarrilar una vez tras otra. Nunca me cansaría de esas vistas, estaba completamente convencida de ello. Era una venus cuya anatomía había sido creada únicamente para hacer realidad mis sueños.

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