Tres días sin verla

1.1K 138 6
                                    

El martes fue una réplica del lunes y el miércoles iba camino de ser lo mismo que los dos días anteriores. Por la mañana, entrevistas y ruedas de prensa, mientras que por la tarde tocaba redacción del artículo casi al vuelo para que fuera publicado en el número del día siguiente. En lo que llevaba de semana ya había estado con el concejal de urbanismo, los promotores, la constructora y el plato fuerte lo esperaba para el jueves, con la entrevista en exclusiva al arquitecto de fama mundial que había diseñado el espacio. Esta última entrevista me producía un poco de estrés y muchos nervios, eso no iba a negarlo. Tenía grandes esperanzas puestas en ella, había hecho mis deberes y había estudiado al hombre tras la fama. Parecía un hueso duro de roer, parco en palabras si notaba que su interlocutor no tenía conocimientos de arquitectura, capaz de sabotear la entrevista por placer. Era una estrella mundial en su campo y él lo sabía, demandado y alabado por la crítica, se decía que había desarrollado un carácter de divo caprichoso.

Cada vez que pensaba en ello, se me ataba un nudo al estómago. Inspiré profundamente y cerré los ojos, eso aún no sería hasta mañana jueves. Hoy era miércoles, comería con Nia y lo más importante, Lena regresaría a la ciudad.

~•~

Por una vez, ambas llegamos al mismo tiempo al Noonan's. A pesar de mi puntualidad, ella siempre se las apañaba para llegar antes y conseguir la mesa de la ventana. Hoy quizás descubriese cómo lo conseguía.

Le di dos besos y le cedí el paso en la puerta. - Hoy te han hecho apurar hasta la mismísima hora de la comida.- Fue mi saludo, constatando que ambas habíamos llegado a la vez. - ¿Ya han llegado hasta ese punto de explotación?

Negó con la cabeza. - ¡Qué va! Pero no te creas, se esfuerzan en tenernos trabajando sin descanso. Hoy se me rompió el tacón bajando las escaleras...- Bajé la vista, y efectivamente, sus inseparables zapatos de tacón habían sido reemplazados por unas bailarinas. - y tuve que volver a cambiarme. Por suerte, siempre tengo unas de estas en el cajón del escritorio.

Tenía que estar muy despistada para no haberme percatado de la diferencia de altura de Nia; ella sin tacones era algo más bajita que yo. No era habitual que a mí se me pasaran ese tipo de detalles, me jactaba de estar siempre atenta a ellos. No en vano, era una cualidad muy útil para mi trabajo. Achaqué el despiste al estrés que me estaba provocando la serie de reportajes que tenía entre manos. - ¡No sé cómo lo haces, pero siempre tienes una solución para todo!- Apoyé mi mano en su hombro y apreté ligeramente mi agarre.

- Ten siempre un plan B listo... la vida te sorprende, eso es lo único seguro.- Sonrió ladina y entró con aire resuelto en Noonan's.

La seguí, esta vez con mis sentidos en alerta, atenta a cualquier detalle que pudiera captar para resolver el enigma de Nia y su mesa de la ventana. - Mañana mismo me llevaré unas bailarinas a la redacción, por si acaso. Me parece una idea buenísima.- Admití entrando tras ella.

La camarera que solía atendernos sonrió nada más ver a Nia y le guiñó un ojo. Me pareció que lo hizo con cierta picardía. Me apunté el gesto para analizarlo más adelante. Luego echó una mirada a sus compañeros y eso bastó para que corrieran raudos a limpiar la mesa que debía de ser la nuestra, que sorprendentemente ya estaba libre. ¿Cómo es que nadie ocupaba la única mesa con vistas a la calle? Por primera vez fui testigo de cómo sucedían las cosas y ni siquiera así descubrí el truco. Me sentí como una espectadora viendo a un mago realizar el embuste ante mis ojos, incapaz de desvelar las artimañas que lo habían hecho posible.

Me senté frente a Nia, ocupando mi silla habitual y me acodé sobre la mesa. - Tienes un rollo con esa camarera... es así como consigues el trato especial y la mejor mesa.- Lo susurré para que solo ella pudiera oírlo.

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora