Mi última promesa

1.1K 112 14
                                    

Lena había sufrido pesadillas las dos noches sucesivas a nuestro regreso de Metrópolis. No habían sido tan fuertes como las anteriores que había presenciado, esta vez había bastado con escuchar mi voz y notar mi abrazo para que se calmara y volviera a dormir profundamente. A pesar de eso, la realidad no dejaba lugar a dudas: los traumas seguían latentes en su subconsciente a pesar de no haber estado sola durante el viaje. Pasado el mal trago de las primeras noches, y viendo que ella dormía ya sin fantasmas tras una semana, dejé de estar alerta.

Estábamos de vuelta en nuestra agradable rutina. Apagamos la luz y Lena se acurrucó contra mí como hacía cada noche, rodeando mi cintura y apoyando su cabeza sobre mi pecho. La envolví con mi brazo y fui dejando que todos mis músculos aflojaran la tensión de la jornada. Era, sin lugar a dudas, el mejor momento del día, mi favorito: poder sentirla mientras la consciencia se iba desconectando poco a poco bajo el influjo de Morfeo.

Mi mente parecía estar esa noche más activa que mi cuerpo y en lugar de dormirse, decidió hacer un balance del último año. Todavía no se había completado una vuelta alrededor del sol desde que Lena entró en mi vida aquella noche de Speed dating, aunque faltaba poco para ello. Me sorprendí de cuán diferente era mi existencia antes de ella: leía mucho más y también pasaba muchas más horas en completa soledad sintiendo que me faltaba algo. Con qué rapidez ella se había acomodado a mi vida, sin hacer grandes cambios, pero siendo un pilar tan importante de mi nueva realidad que me resultaba muy difícil imaginarme sin que Lena estuviera a mi lado.

En esas divagaciones nocturnas estaba cuando me centré en mi chica; no sabría decir cuánto tiempo había pasado desde que apagamos la luz, conociendo mis monólogos internos y la extensión habitual de éstos, sería tiempo suficiente para que se hubiera dormido. Siempre lo hacía antes que yo, tenía una facilidad pasmosa para caer rendida pocos minutos después de acostarnos. No parecía que fuera a correr la misma suerte esa noche, su respiración seguía siendo la de alguien que aún estaba despierto. Desentumecí mis sentidos y permanecí en vigilia, atenta por si aquel detalle tan anormal pudiera ser preocupante.

Lena suspiró y cambió su postura deslizándose por la cama, se colocó sobre el otro costado dándome la espalda. Hizo un par de respiraciones profundas y yo agudicé mi oído al máximo antes de que ella volviera a suspirar. Algo le preocupaba hasta el punto de robarle el sueño. Rodé por el lecho y me pegué a su espalda, la abracé contra mi cuerpo y besé con suavidad su hombro.

- Mi amor...- Su voz parecía dubitativa y tímida.

- ¿Sí?

Su mano acarició el brazo que tenía envuelto alrededor de su cintura. Se estaba tomando su tiempo antes de seguir hablando. - Soy muy feliz.

Exhalé una sonrisa aliviada, no era nada grave. - Yo también.- Besé su nuca, que era lo que tenía más a tiro de mis labios.

Se revolvió suavemente entre mis brazos. - Soy tan feliz que me cuesta creerlo.- Cerré el abrazo en torno a ella para que pudiera sentir lo real que era. - Que temo despertar un día y que todo haya sido un sueño.- Sus dedos se entrelazaron con los míos. - Que nunca estuvo destinado a pertenecerme y que terminarán por arrebatarme.

Me pegué a su espalda, apretando más nuestro abrazo y busqué a tientas con mis labios su cuello. Besé aquella piel tan suave como la seda y le susurré al oído. - ¿Quién? Aquí solo estamos tú y yo.

Se encogió de hombros. - Todo en esta vida tiene una contrapartida, una doble cara de la misma moneda y esto es tan bueno...- Suspiró con pesadez. - que tengo miedo de descubrir cuál tendrá.- Giró su rostro tratando de establecer contacto visual a pesar de estar a oscuras. - ¿A ti no te pasa?

Inspiré hasta llenar los pulmones de aire renovado. - Al principio, principio, sí.- Revelé con apenas un hilo de voz, mientras exhalaba. - Luego te perdí y fue como salir de un sueño para meterme en una pesadilla.- Apreté los labios, recordando aquellos días en los que a duras penas me forcé a seguir adelante. - Ahora me preocupa otra cosa.

VirahaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora