Comida para dos

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Me senté en un banco del parque junto a la entrada. Desde ahí podía observar a quien entrara y ser vista cuando Alex, haciendo honor a su impuntualidad, llegase. Deposité en mitad del banco las dos fiambreras que había preparado, una para cada una, con sendas ensaladas. Miré la hora, tampoco era tan tarde, solo pasaban cinco minutos de las doce. Me recosté sobre el respaldo y cerré los ojos. La calidez del sol sobre mi piel me transportó a mi playa. No sentí miedo, ni angustia como la última vez, así que sonreí porque había sido capaz de reconquistar mi paraíso, mi lugar seguro.

- ¿La siesta no va después de la comida?- La voz burlona de Alex me trajo de vuelta. Abrí los ojos y con rapidez me cubrí de los rayos del astro solar con mi mano. Alex traía una amplia sonrisa dibujada en su rostro. No esperó a que me levantara, se inclinó y me dio dos besos. - ¿Lena te tiene tan ocupada por las noches que tratas de recuperar horas de sueño por el día?- Se sentó junto a mí dejando las fiambreras entre nosotras.

- Ja, ja...- Ni siquiera entoné las sílabas en forma de carcajada, simplemente las pronuncié. - Por lo menos, yo no tengo ojeras...- Señalé unas invisibles bolsas bajo sus ojos, yo también podía vacilarla si me lo proponía.

Alex apartó mi mano de un manotazo. - Mira quién tiene que volver a graduarse las gafas...- Entrecerró los ojos unos instantes y después puso su mejor sonrisa. - He echado de menos esto.

- Yo también.- Con el ritmo frenético que las dos habíamos vivido en los últimos meses, apenas habíamos podido vernos a solas. Siempre había sido en grupo, junto a Nia y Kate. Alex era mi mejor amiga y nos habíamos desatendido mutuamente. Me giré para sentarme frente a ella, cruzando las piernas sobre el banco. Le ofrecí una servilleta de papel y una fiambrera.

Ella se sentó imitando mi postura y tomó las cosas de mis manos. - Antes de nada, - Bajó la vista al tupper de su ensalada. - quiero disculparme por mi comportamiento de hace unos meses hacia Lena.

Alargué la mano y la apoyé sobre la suya. - No tienes por qué.

- Sí, sí que tengo.- Alzó la vista hasta enfrentar mi mirada. - La prejuzgué rápido, muy rápido y quise convencerte de que yo tenía la razón.- Tragó saliva con dificultad. - El domingo demostró ser una chica encantadora. Nada que ver con la imagen frívola que yo me hice de ella durante el speed dating.- Arrugó el ceño. - Tú tenías razón y yo no.

- ¡Alex Danvers dándome la razón! ¡Que paren las rotativas! Tenemos titular de última hora.- Bromeé gesticulando ampliamente con mis manos. Alex sonrió, había conseguido relajar el ambiente. Para mí la discusión que habíamos tenido en aquel entonces era más que agua pasada. Agradecía las disculpas, pero sinceramente, no las necesitaba porque comprendía perfectamente por qué lo había hecho. Alex se preocupaba por mi bienestar.

- He visto cómo la miras...- Alex no se dejó liar por mis bromas, estaba decidida a ahondar en el tema. - Y lo feliz que has estado estos meses. Es indudable que la quieres. Querer, querer.- Puntualizó su afirmación. - Ella también parece sentir lo mismo. Pasasteis toda la tarde como un par de tortolitas.- Su sonrisa se volvió pícara. - Estuvisteis en todo momento agarradas de la mano, en constante contacto con caricias y besos. Nunca te había visto tan acaramelada con nadie más. Mucho menos en público.

Mis mejillas se habían ido tornando poco a poco color carmesí, a juzgar por el calor que irradiaba mi cara. Lo que acababa de decir Alex era tan cierto que hasta me produjo un sonrojo. - Es la primera vez que lo hago.- Destapé mi fiambrera y cargué el tenedor. - Me siento tan libre con ella que el resto del mundo me da igual. Quiero tocarla, quiero besarla y quiero que los demás lo sepan. Ya no quiero esconderme más.- Me llené la boca y miré fijamente a Alex mientras masticaba.

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