Hermione.Mire a el chico... adolescente de pelo blanco y ojos escarlatas.
El me miro de reojo y sonrió.
- Hola - Saludo como si no hubiera nadie más en toda la sala. Mis mejillas ardieron y me sentí totalmente perdida en el.
Pero el miro hacia adelante suyo.
- Kedward - Musitó Lucius con un tono temeroso.
- Lucius... un gustó verte, lástima que sea así - Adán murmuró suavemente pero no dude de sus intenciones cuando vi su hermosa sonrisa, hermosa solamente para mí.
Fue hermosa porque supe reconocer sus colores de sadismo y note un gesto raro en el, tomó su varita.
El nervio de corazón de dragón nunca fue sutil con su volatilidad y nunca le había gustado mucho a Adán según veía.
Sin gastar más aliento en ellos Adán cerro los ojos y soltó un murmullo.
- Virtus divina - Murmuró.
***
Adán.
Por fin, por fin había visto a Mione después de lo que me pareció una eternidad.
Pero aún así, a pesar de mi devoción a mi Hermione, aún así no hubo ningún lugar para la compasión cuando vi a tantos malditos tratando de dañar a mi Mione o a Harriet.
Así que un poco apropósito y un poco sin querer deje riendas sueltas a un poco del poder que había obtenido.
Incluso para mí aún parecía un escenario de cuentos. Cientas de pequeñas luces violetas aparecían y se movían suavemente.
Los mortifagos no parecieron sentir el inmenso peligro que representaba cada una de las esferas ya que rápidamente 8 de ellos arremetieron contra mi aunque solo paso algo, ellos cayeron como plumas, de manera ligera y sin vida alguna en ellos.
- Está es mi propia maldición - Dije con orgullo aunque aparente calma - El solo tacto de alguna de estas esferas violetas causa un fallo cardiorrespiratorio al mismo tiempo que el organismo se ve afectado con magia de aceleración - Explique sonriendo.
Y tan pronto como termine mi explicación note como algo apretaba mi mano con fuerza.
Mire con calma y vi a mi novia que me devolvió una mirada llena de amor.
- Adán... - Murmuró ella tiernamente a lo que mi corazón se ablando, incluso me plantee dejar a los magos oscuros irse para celebrar este día tan especial.
- Mione. ¿Cómo estás? - Pregunté mientras mi estado de ánimo hacia cambiar el color de las esferas suavemente a un azul profundo.
Pero a pesar de que pensé sería un conmovedor encuentro Hermione, mi Hermione me apunto rápidamente con su varita.
- ¿Que haces Mione? - Pregunté a lo que ella me miro con molestia.
- Pensé que ya te lo había dicho - Me hizo recordar un momento no muy agradable solo con esas palabras que me dijo.
- Ahora no - Le dije tratando de que recordara la situación en la que nos encontrábamos.
- ¡Es cuando yo diga! - Grito como una niña encaprichada.
Y como si no hubiera nadie más en toda la sala ella murmuró una de las 3 maldiciones imperdonables.
- «Crucio» - Murmuró aunque no tuvo efecto alguno.
Me acerqué al amor de mi vida y acaricie su rostro.
- Hagamos esto en un rato, a solas - Murmuré dejando ver mis colores para ella y solo ella.
Ella se sonrojo profundamente y retrocedió.
- B-Bien - Murmuró aunque parecía devorarme con la mirada dejando claros sus sentimientos y obviamente no parecía querer castigarme, más bien ser "castigada".
Sonreí suavemente a mi Mione y redirigi mi atención hacia los mortifagos.
- ¿Y bien? - Murmuré dejando salir todos mis sentimientos negativos contra ellos - ¿Por qué siguen vivos? - Pregunté con los ojos indiferentes a las vidas de cada uno de ellos.
Las luces comenzaron a moverse y terminaron por tocar a cada uno de los mortifagos a excepción de uno.
Lucius estaba allí totalmente pálido y con miedo por su vida, lógicamente.
- Hey, ven - Ordene con calma aunque era más frialdad.
El reaccionó de manera automática ante mi mandato y no tuvo más opción que acercarse con cuidado de no irrtarme y causar su propia muerte.
- Aunque intentaste dañar a mi corazón mismo, aún así te tengo cierta piedad - Dije - Después de todo me cojo a tu hija - Me burle divertido aunque sentí la molestia de Hermione por esa declaración, ni siquiera hablar de Harriet quien no lo sabía.
El me miro con molestia y me maldicio silenciosamente.
- ¿Que pasa?¿Te molesta eso? - Pregunté con sarcasmo y burla en mi voz - Igualmente no tienes derecho de quejarte - Dije mientras alzaba mi pie levemente y lo pateaba con una sonrisa de satisfacción.
Lucius parecía patético ante mi cuando me puse de cuclillas y toque su muñeca.
- ¿Sabes? Tu eres el tipo de persona que más desprecio - Dije con frialdad - Eres cobarde que no acepta el castigo por su acciones y peor que todo, no tienes el poder real para evitar ese castigo - Dije asqueado - Solo te basas en tu nombre y en mentiras... eso no es poder real - Murmuré mientras su brazo se volvía grisáceo - Y lo de la piedad... era broma - Murmuré sonriendo con sadismo.
El pareció notar lo que iba a pasar por lo que entro en desesperación, un sentimiento que no me importó lo más mínimo mientras le daba la espalda.
Y así Lucius se volvió ceniza que fue barrida por el viento.
Pero cuando pensé que lo "difícil" termino sentí como la mirada de Harriet estaba clavada en mi llena de reproche.
- ¿Ya tienes tiempo para mí? - Pregunto la chica ofendida.
- Hey, hola Harriet - Saludé sonriendo mientras me acercaba a ella.
La niña me miro con ojos serios y entendí que le molestaba.
- Con que te cojes a su hija - Dijo con un tono de reproche.
Me quedé callado y baje la mirada con calma.
- Cada tanto - Murmuré recibiendo una mirada furiosa.
- Vámonos a el colegio, allí hablaremos tranquilos - Dijo con calma.
- Espera - Dije alzando la mano y viendo cómo poco a poco iban apareciendo los miembros de la Orden del Fénix como niebla blanca.
Rápidamente Sirius me miro y pareció confundido.
- ¿Que paso aquí? - Pregunto.
- Nada, solo estaba paseando con mis compañeras - Dije sonriendo.
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Harry Potter resurrección
FantasíaUn joven muere y renace en el mundo de Harry Potter con el deseo de tener una vida entretenida, algo simple con sus amistades. Evidentemente los derechos de la saga de Harry Potter no me pertenecen