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Cohabitar y otras situaciones desagradables

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Cohabitar y otras situaciones desagradables

La burocracia, el mejor amigo de las autoridades y el peor enemigo de Jung Hoseok. Reniega con en ello en mente, apretando los dientes, con la mirada puesta en el archivador que acaba de comprar hace cinco minutos en el quiosco de la universidad. La verdad es que, si alguien lo envía a otra oficina en búsqueda de más papeles, va a reconsiderar su idea por enésima vez en la semana.

Adora la biblioteca. Es el sitio silencioso que todos aprecian para leer y estudiar en paz, pero en realidad no es su parte favorita, le cuesta demasiado mantenerse callado la mayor parte del tiempo. Le gusta la biblioteca, porque allí encuentra siempre todo lo que desea. De haber sabido que su universidad, además de libros sobre medicina, tiene una sección de ficción para salvaguardar la salud mental de sus estudiantes, hubiese ido antes. Nadie nunca se lo mencionó en su semana de inicio el año anterior.

Es su primera vez allí. Está listo para iniciar su pasantía (relativamente) voluntaria en búsqueda de créditos que lo ayuden a pasar Fisiología I este semestre. Los necesita con urgencia. La beca que el estado le otorgó por sus buenas calificaciones en la escuela pende de un hilo fino.

Toma un profundo respiro antes de abrir la enorme puerta y fundirse en el silencio sepulcral de aquellas cuatro paredes que espera poder habitar el resto de la carrera

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Toma un profundo respiro antes de abrir la enorme puerta y fundirse en el silencio sepulcral de aquellas cuatro paredes que espera poder habitar el resto de la carrera. Más bien, cohabitar. Desde una distancia prudente y ansiosa observa a la persona que debe dar la entrada oficial a su solicitud. El hombre es tan pacífico y callado como el sitio en cuestión. Hoseok sólo espera no arruinarlo todo con el temblor de sus manos y sus balbuceos sin sentido. Ha preparado una pequeña presentación para este momento.

—Buenos días —inicia. Lo primero que recibe como respuesta es una espalda delgada, acompañada de un siseo—. Buenos días —susurra esta vez. Silencio—. Señor Min.

—¿Sí?

Finalmente, el hombre voltea a verlo. Sus ojos afilados cubiertos por unos anteojos apoyados en su nariz de botón, lo escudriñan sin siquiera gesticular. El cabello negro y liso le cubre la frente. Lleva una camisa azul abotonada casi hasta el cuello, sólo el último botón se salva.

Traga en seco.

—Mi nombre es Jung Hoseok —continúa susurrando—, soy estudiante de tercer semestre de la carrera de Medicina Veterinaria. Vengo con mi solicitud para ser ayudante de biblioteca durante y...

—Ah —lo corta—, sí, tú. Deja tus papeles ahí. —Le indica con el índice hacia uno de los costados del mostrador. Luego, se agacha para buscar algo y, como teme, se levanta con más papeles entre las manos—. Llena estas tres fichas con todos los datos que solicita. Si tienes alguna duda, dímelo de inmediato. —Mira sus manos con detenimiento, pálidas, grandes, atractivas. Se ven suaves. Un anillo dorado brilla en el dedo anular de la mano izquierda, por desgracia—. ¿Alguna duda?

—¿Eh? —Bate las pestañas—. No-no, quiero decir, gracias. Sí, lo relleno de inmediato.

El hombre deja las hojas encima del mostrador enorme que rodea por completo su espacio personal. Le da aires de superioridad que evidentemente se adjudica solo. Es la primera impresión que tiene acerca de él.

Como un niño regañado rellena los papeles con todos los datos innecesarios que solicita. Si tiene patologías previas no debería ser un requisito para meterse a la biblioteca cada día, pero qué más da, ¿no? Lee al menos tres veces lo que ha escrito y se levanta en dirección al mostrador.

—Ya está —susurra.

El hombre le da una mirada rápida, toma los papeles y se acomoda los anteojos. Aguarda con calma mientras lee, balanceándose de adelante hacia atrás y mirando a su alrededor para evitar incomodar.

—Bien. Te espero el lunes.

—¿De verdad? —Es ignorado. Sus papeles son guardados en algún sitio debajo del mostrador—. ¿A qué hora, señor Min?

Le responde con un siseo y señala hacia el cartel que se encuentra a un costado: «guarde silencio en la biblioteca». Asume que es lo único que escuchará y verá el resto de la vida por su parte.

—A las ocho de la mañana. Sin falta, señor Jung.

¡Bienvenidos a «Formato Libro»! Una historia de amor complicada, con muchos poemas por en medio

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¡Bienvenidos a «Formato Libro»! Una historia de amor complicada, con muchos poemas por en medio.
Los aprecio mucho. <3

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