06. Editando.

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El dolor de no lograrlo

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El dolor de no lograrlo

Suele mirar su celular de forma bastante desinteresada. La mayor parte del tiempo el aparato se encuentra a un costado de su cama, o de la mesa, u olvidado en sitios que no recuerda hasta que Sunhi se lo menciona y/o se lo entrega de vuelta.

Sin embargo, hoy Yoongi lleva toda la tarde dando vueltas por Twitter, dentro de las tendencias acerca de la manifestación por el día del medio ambiente, buscando algo de lo que no es consciente. Ni siquiera tiene cuenta en la página, está ahí dando la vuelta con el incómodo ícono de «registrarse» en medio de la pantalla.

—¿Interesado en la política, papá?

Da un duro sobresalto y esconde el celular contra su pecho.

—¿Qué te he dicho acerca de espiar lo que hacen los demás en sus teléfonos? —cuestiona con autoridad. Dahae se encoge de hombros—. Dahae —advierte.

La chica blanquea los ojos antes de hablar.

—Que es invasión de la privacidad —responde con molestia el discurso aprendido desde pequeña—. Lo siento. Sólo me llama la atención que andes metido en Twitter revisando sobre protestas. —Ríe—. Tú no eres así.

No es que a Yoongi no le interesen los problemas que acomplejan a la sociedad del presente. En realidad, suele verlo todo en los noticieros.

—Bueno, como sea —le resta importancia—. ¿Sales hoy?

—¿Tengo tu permiso? —Los ojos de Dahae iluminan en esperanza—. Es tu semana.

—Ah —murmura—. No.

—¿Y para qué preguntas?

—Nunca sé cuándo es mi semana, así que debo preguntar.

—Gracias por esa información, papi.

Niega con su cabeza y busca el control del televisor para encenderlo. Directo hacia las noticias. La manifestación está fresca y lista para ser devorada por la opinión pública.

—Ha sido un desastre —comenta Dahae entre risas—. Siempre es lo mismo. Al final se pierde el rumbo.

—Sí, lo fue.

Mientras el noticiero habla, Yoongi sólo piensa en lo que sucedió cuando iba de vuelta a casa. No ha querido mencionarlo a su familia para evitar preocupaciones y espera de corazón que Hoseok haga lo mismo. Que le retiren su licencia por conducir ebrio es el mayor de sus miedos.

El fin de semana finaliza de manera tranquila a pesar de todo. Sunhi llega el domingo en la mañana con su turno a cuestas, mientras que Yoongi prepara su semana para reiniciar la rutina del día siguiente.

—Estoy hecha polvo —murmura Sunhi cerca de su oído. Apenas se percata de que lo abraza por la espalda y se apega a él—. Al menos, tú estás descansado.

Sunhi trabaja siete por siete en una empresa dedicada a la minería como ingeniera informática. Su sueldo es lo que mantiene la estabilidad económica de la familia en pie, a pesar de todo el trabajo que conlleva para ella. Su madre jamás estuvo de acuerdo, pero una vez se casaron, le otorgó aquella «carga» a él y él decidió que su esposa es libre y puede hacer de su vida lo que le venga en gana.

Con una sonrisa ladea la cabeza y deja que los labios de Sunhi llenen aquel costado de su cuello de besos suaves.

—Estoy bien —responde con suavidad. Poco a poco toma las manos de su esposa y la aleja de su cuerpo, gira sobre su propio eje, la toma por las mejillas y le besa la frente—. Ve a dormir. Ya mañana será un mejor día, tendrás una semana de descanso y toda la energía.

La expresión de Sunhi se desvanece como cada vez. Sin embargo, sólo asiente y se pierde en el baño antes de ir a la cama y cubrirse con las sábanas hasta el rostro, mascullando un poco entendible «buenas noches».

Mañana todo será mejor para ella.

Porque mañana quien llega cansado es él.

Siempre es igual.

Desde hace mucho tiempo.

Desde hace mucho tiempo

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