62. Retruécano.

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Se detiene a pensar, cuando pensar detiene

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Se detiene a pensar, cuando pensar detiene

Va a matarlo.

No, más bien, iba a matarlo.

La advertencia de Sunhi acerca de un par de años en la cárcel y lo complejo que es salir de ella, lo detuvo. Pero sólo fue eso.

Ver llorar a su hija por causa de un imbécil no es la mejor sensación para un padre. Cuando su suegro se lo dijo el día en que iban a casarse, se rio de él. Jamás creyó que sería cierto y que amaría tanto a Dahae que querría eliminar de la tierra a todo aquel que le hiciese daño.

Allí está entonces, recostado en la cama de Dahae con ella entre sus brazos. En ocasiones tiembla, pero el llanto más denso ha cesado hace un día. Comprende que ha sido un golpe duro. Pero sólo es capaz de repetirle que todo irá bien, mejorará y dejará de sentirse así. Mientras tanto, él permanecerá a su lado.

Su celular vibra sobre la mesita de noche y él apenas se percata de que realmente ha desaparecido después de aquella noche. Hoy es domingo. La realidad le cae encima como un ladrillo contra la nuca.

Extiende el brazo para tomar el aparato, asegurándose de que Dahae sigue dormida.

✉️

18:50: Sí, hablamos mañana.

Se le presiona el estómago con la respuesta de Hoseok, cuya ha llegado casi dos días después de que él envió aquel mensaje típico y agónico de «tenemos que hablar» a las cinco de la madrugada del sábado apenas pasado.

Hablamos mañana, lee en su cabeza.

Se queda con ello hasta que el mañana llega. Impaciente detrás del mostrador el lunes temprano, como siempre puntual a su trabajo, pero aguardando, más bien, por la presencia de Hoseok. Distraído a medias por un libro de poesía para principiantes, sin prestarle atención real.

✉️

07:50: ¿Vendrás por la tarde?

Fue enviado hace dos minutos.

No hay respuesta.

✉️

08:30: No hay nadie ahora. Puedes venir tranquilo.

Aclara más tarde, en caso de que Hoseok tema que alguien los escuche.

✉️

09:32: ¿Hoseok?

Con su tercer café de la mañana, vuelve a intentarlo al no obtener respuesta.

✉️

10:50: Avísame a qué hora vienes.

Continúa sin recibir respuesta. Envía mensajes similares hasta pasadas las tres de la tarde. Hoseok continúa en silencio. Ni siquiera se digna a dejarle el leído.

Las mentiras tienen las patas cortas. En realidad, jamás tuvo la necesidad de ocultar el hecho de que tiene una hija a la cual apenas le dobla la edad. Sólo que Hoseok siempre le hizo sentir que no era necesario. Hoseok se convertía en el centro de su atención cada vez que estaban juntos. Es todo. No quiso omitir información. Sólo quería sentir que era otra persona, justo como lo era junto a él.

La tarde termina cuando su turno acaba, aunque a pasos del verano las noches se tardan un poco más en llegar. Hoseok ha estado en silencio todo el día, por lo que se le espanta hasta la tristeza cuando lo ve aparecer a través de la puerta de la biblioteca.

Aprieta hasta los dedos de los pies, pero Hoseok no saluda, apenas lo mira un momento antes de dejar un archivador delgado sobre el mostrador. Lo observa a medias, pues está pendiente de las acciones del chico, las cuales se ejercen en silencio. El archivador se abre.

—¿Y esto? —pregunta con voz suave.

Lee bien lo que las hojas escriben. El nombre de Jung Hoseok y la firma de su jefatura de carrera indicando la renuncia al «Voluntariado con derecho a crédito académico» de manera oficial, resaltan por encima de todos los motivos que por protocolo se estipulan.

—Buenas tardes, señor Min —dice Hoseok sin mirarlo y da media vuelta.

No alcanza a pronunciar palabra, ni siquiera a balbucear por la confusión. Se queda de pie allí, viendo la espalda de Hoseok desaparecer a través de la puerta sin mirar atrás.

Lo que Yoongi no sabe es que Hoseok, al atravesar aquella puerta, se derrumba con cada paso que da. Taehyung camina a su lado y lo rodea por los hombros, mientras avanzan en dirección al vehículo.

—¿Qué te dijo?

—Nada —musita—. Ni siquiera intentó detenerme.

Taehyung opta por guardar silencio. Lo deja en su trabajo con la promesa de estar atento en caso de que necesite algo y de llevarlo a casa después. Tras el ataque sufrido, fue cambiado de sucursal, por lo que debe viajar un par de kilómetros para llegar al trabajo, más lejos que de costumbre, pero con una paga extra que le viene bien.

Así transcurren las últimas tres semanas. De idas a la universidad y vueltas del trabajo. Con Taehyung acompañándolo. Con Jimin en su casa-habitación intentando mejorar su día cada fin de semana. Con la ausencia notoria de Jungkook tras su discusión acerca de Dahae. Y el absoluto y doloroso silencio de Min Yoongi.

 Y el absoluto y doloroso silencio de Min Yoongi

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Formato Libro 📌 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora