Todo aquello que se espera de un padre
Es menos complejo de lo que aparenta.
Yoongi sonríe con diversión viendo la espalda del chico desaparecer por la puerta de la biblioteca. Es específicamente de «esos», y el chico evidentemente es uno de «aquellos». Por lo que está dispuesto a aceptar su ayuda siempre y cuando las cosas se hagan a su antojo. Las reglas las pondrá él.
Durante su jornada relee la ficha que sólo por ser molesto lo ha hecho rellenar tres veces. Jung Hoseok, 23 años, lee en su cabeza. Un estudiante de medicina veterinaria apenas ingresado. De «aquellos» listo para comerse el mundo. De personalidad resaltante. Su primera impresión ha sido buena, no va a mentirse. El chico ha preparado su presentación y ha sido respetuoso frente a su rigidez. Interesante, piensa.
Como buen viernes, el buen humor es palpable. Se coloca los auriculares y abandona la biblioteca, deja el candado puesto en su lugar y camina hasta el estacionamiento del edificio. Su motocicleta es la mejor de sus adquisiciones en el último año y se lo agradece a sí mismo cada vez que debe regresar a casa. Las cenas los viernes son sus favoritas, sólo porque al día siguiente pasará encerrado en casa hasta el lunes entrante. Este viernes su esposa también se encuentra allí, por lo que es el único día de la semana en que puede narrar sus acontecimientos favoritos de las dos semanas transcurridas y ser verdaderamente escuchado.
—No seas tan duro, Yoongi —le dice su esposa con diversión.
—Eres malo, Min —menciona su hija.
Mira a su esposa con una ceja arqueada.
—¿Me acaba de llamar «Min»? —pregunta. La mujer se encoge de hombros y ríe por lo bajo—. ¿A ti quién te dio el pase para tratarme como a un amigo?
Su hija también se burla por lo bajo.
—Yo misma, justo hoy, Min.
—Respétame, mocosa.
Sonríen con amplitud al mismo tiempo.
—No veo en qué momento te he faltado el respeto, Min.
—Min Da-hae —advierte—, estás buscando que tu padre se convierta en un viejo gruñón.
—¿No lo eres ya? —La chica bate las pestañas con inocencia—. Mentira, papi. Sólo bromeo. Nunca más te llamaré así. —Se besa los dedos—. Lo juro.
—No tienes permiso para salir hoy.
—Tampoco iba a pedírtelo. —Blanquean los ojos al mismo tiempo—. Mamá ya me lo dio. Ella manda esta semana, ¿lo olvidas?
Tiene razón. Masculla en total desacuerdo con aquel irónico acuerdo familiar. En su momento le pareció una buena idea para evitar arrebatar la autoridad como padre a ambos. Ahora mismo le molesta. Su hija sale cada fin de semana sin falta.
Siempre se debate a sí mismo en aquellos dilemas. Arrebatar la posibilidad de ser libre y vivir una adolescencia en paz, a su única hija, es lo que menos quiere. Sin embargo, piensa que darle demasiada libertad puede sobrepasar barreras y tampoco es saludable para ninguna de las tres personas que componen su familia.
—Tu teléfono encendido en todo momento.
—Sí, papá.
—Si no me respondes...
—Llamarás a la policía —termina por él.
—Muy bien. —Su esposa permanece en silencio. La mayor parte del tiempo sólo sonríe y asiente—. ¿Tengo chiste en la cara? —inquiere para llamar su atención.
La mujer amplía su sonrisa.
—Síguenos contando del pobre chico que ha tenido la mala suerte de encontrarse contigo.
La expresión triunfal vuelve a rostro y lo único que llena aquella mesa hasta las diez de la noche son carcajadas. Más tarde, Yoongi y su esposa esperan juntos a que Dahae esté lista para llevarla hacia la casa de su mejor amiga.
Desde que cambiaron de establecimiento escolar, sus calificaciones y relaciones sociales han mejorado. Años anteriores su hija ni siquiera se tomaba la molestia de preguntar si tendría permiso para salir un viernes por la noche. Mucho menos el quedarse a dormir en casa ajena.
—Cuídate —pide, besando su frente—. Si vas a beber, modérate, por favor. Y bebe agua por la mañana apenas despiertes. Si alguien intenta lastimarte procura...
—Papá —lo corta—. Lo sé todo. Tranquilízate, ¿quieres? Sólo voy a una reunión en casa de Unju.
—Sí, donde llegan hombres adultos todos los fines de semana. No tientes al destino.
—Yoongi —alega su esposa.
—Sólo cuídate, ¿sí?
Dahae bufa.
No es un maniático sobreprotector, hasta cierto punto. Convive con el temor de que alguien aproveche la vulnerabilidad de su hija y le haga daño. Sabe que está en la edad perfecta para que los imbéciles que superan los veinte años se acerquen a ella con excusas ridículas. El hermano mayor de su nueva amiga es la perfecta imagen del idiota más grande del mundo.
—Sabe cuidarse —comenta su esposa, con la mano sobre su hombro para darle contención una vez regresa de dejar a Dahae—. Relájate, ¿sí?
—Hago lo que puedo, Sunhi.
—Es lo suficientemente consciente de sus acciones y también debe aprender a responsabilizarse por ellas.
—Sí, lo sé. Pero no implica que no pueda sucederle algo malo.
—Tampoco quiero que algo malo le suceda —aclara Sunhi—. Pero no podemos controlar eso más allá de advertencias sobre el mundo, está fuera de nuestras capacidades. —Con un suspiro espera lo que viene—. No somos superhéroes, cariño, sólo somos padres.
Siempre termina con esa oración.
Él la odia.
Desea ser un superhéroe con todas sus fuerzas.
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Formato Libro 📌 yoonseok.
Fiksi Penggemar📌 : ❝ Jung Hoseok ama la poesía, a los animales y las sustancias que cambian el estado de ánimo. Acostumbrado a despertar entre los brazos de la dinamita, se ve arrinconado a buscar una solución a sus problemas para no perder la beca de estudios qu...