47. Encabezado.

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Parece sencillo, pero jamás sabes qué agregar

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Parece sencillo, pero jamás sabes qué agregar

Una vez las clases inician, la rutina familiar vuelve a cambiar. Dahae va al colegio cada mañana. Yoongi al trabajo. Sunhi cuando debe hacer sus turnos diurnos o nocturnos dependiendo del que le corresponda semana de por medio. Es lo usual. Las cenas familiares, las conversaciones. La vida, en general, va bien entre ellos.

Lo único que limita la estabilidad plena de Yoongi ahora es la ausencia de Hoseok. La relación se ha vuelto un poco incómoda. Apenas se han visto dos fines de semana esta última época, y de un momento a otro los mensajes y llamadas cesaron.

Durante las mañanas está completamente solo, acaricia a Sr. Gato cada vez que pide caricias, bebe café y luego almuerza. Solitario, tal cual antes. Le resulta extraño. La rutina con Hoseok ya era costumbre.

En la tarde recibe a los habituales visitantes de la biblioteca, a quienes les agenda las salas para la semana. Hay una relación cordial entre ellos desde que iniciaron sus carreras y es agradable. Sus presencias, aunque silenciosas, hacen que se sienta menos solo en el trabajo.

El silencio de Hoseok se extiende hasta que octubre lleva al menos siete días de transcurso. Un viernes por la tarde, el chico aparece a través de las puertas de la biblioteca con una expresión neutral y dos vasos de café entre sus manos. Yoongi lo observa expectante, con el corazón enfurecido y nervioso. Nota lo mucho que ha extrañado su rostro.

—He estado ocupado —se excusa Hoseok.

Ambos se encuentran dentro del pequeño comedor de la biblioteca. Están al borde del cierre, por lo que no importa demasiado que no los encuentren en su sitio. Se mira el uno al otro, uno sentado sobre la mesa, el otro de pie con la espalda apoyada en la puerta.

—Lo noté —menciona.

—Lo siento. Quizá debí avisarte que no estaría disponible, pero... estabas en silencio, creí que molestaría.

—Sí —exhala—. Ambos creímos lo mismo.

—Oh —murmura Hoseok y desciende la mirada—. Bueno, lo siento, de nuevo.

—También yo. —Sonríe a medias y deja su vaso vacío de café sobre la mesa—. Siempre asumo que volverás aquí.

—Me cambié de casa. —Nota como Hoseok desvía el tema y algo dentro de él se tranquiliza—. Encontré un apartamento... bueno, es una habitación tipo casa, más bien, un poco lejos de aquí, pero cerca del trabajo.

—¿Dónde trabajas ahora?

—En una estación de servicio. —Ríe bajito—. De noche, también. Es otro sitio, pero está bien, está decente. Podría ser peor.

—¿Dónde estuviste viviendo?

—Con Tae. Somos como hermanos, ya sabes. —Asiente. Hoseok se acerca hasta la mesa para dejar su vaso de café sobre ella y luego permanecer más cerca de él—. Te daré mi dirección, por si quieres visitarme uno de estos días.

La sonrisa en su rostro es inevitable. Lo echó de menos. Es inútil sentir lo contrario. Hace muchos años que no luchaba contra sí mismo y cada vez que lo intenta se percata de que no vale la pena. Siempre gana su verdad.

Rodea la cintura de Hoseok y lo atrae hacia él sin problema. Se acomoda sobre la mesa y abre las piernas para que el chico se acomode entre ellas, mientras le rodea los hombros.

—Por favor, no vuelvas a estar en silencio —pide Hoseok en un murmullo—. Te extraño mucho.

—Yo también te extraño.

Sin cuestiones sus labios se unen. Yoongi disfruta de las caricias de los labios de Hoseok, húmedos y suaves, lento y pausado, tal cual siempre. Ni siquiera el silencio, que por momentos parece infinito, destroza la agradable sensación que lo recorre cuando es besado por él.

—¿Sales conmigo mañana? —Suena a una petición desesperada. Los ojos de Hoseok brillan esperanzados—. Sólo si quieres, Yoongi. No hay presión.

—No me presionas —aclara—. Envíame la dirección e iré donde sea.

—A mi casa, pero ve en taxi.

—¿Vamos a beber?

—En realidad, puede que donde vivo ahora no sea muy seguro. Es un poquito peor que el otro sitio.

Ambos ríen, de buen humor.

Todo es sonrisas hasta que llega a casa, porque su realidad es agotadora y las mentiras pesan. Sobre todo, en la noche del día siguiente. Todo se transforma apenas menciona que saldrá.

—Te llevas a Dahae hasta la casa de Unju —pide Sunhi sin ánimo.

—Iré en taxi.

Sunhi resopla.

—Bien. —Se encoge de hombros—. ¿Llegarás?

—No lo sé. Tal vez no.

—Papá anda muy sociable últimamente —comenta Dahae con burla, caminando hacia la cocina para beber agua—. Me agrada. Tengo un papá cool. Deberías hacer lo mismo, mamá. Busca una amiga o algo.

—¿Y quién les va a preparar sopa para la resaca al día siguiente? —cuestiona Sunhi de buen humor, lanzándose al sofá para encender el televisor—. Beberé una copa de vino y después me iré a dormir. Ustedes vayan y sean felices sin mí.

—Exagerada —canturrea Dahae.

—¿No la llevarás?

—Paga doble taxi y ya —sugiere Sunhi.

—No te preocupes, Unju viene por mí. Iremos a bailar con su hermano y sus amigos.

El estómago de Yoongi se voltea. Sólo espera que Hoseok no haya cambiado de planes sin avisar.

—Oh, bien —murmura.

—Mañana aquí antes de mediodía, Min Dahae.

—Sí, señora Min.

—Sí, señora Min

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Formato Libro 📌 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora