21. Punto y seguido.

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Cuando una advertencia parece no ser suficiente

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Cuando una advertencia parece no ser suficiente

Cuando Hoseok regresa a su apartamento el veintiséis por la noche, encuentra a Jimin dentro esperando por él. Sonríe, pero el chico no le devuelve la sonrisa. Es más, se encuentra sentado de brazos cruzados y una expresión endurecida en cada rasgo de su pequeño rostro.

Por primera vez, luego de su visita anual a Aggara, pasó la Navidad en casa de Taehyung. Por lo general se lo pasa solo, pues no es un día agradable de recordar. Sin embargo, este año decidió darle una oportunidad a la fecha, aprovechando que su mejor amigo no se fue de la ciudad. No volverá a repetirlo. En definitiva, las navidades en familia no son para él una sensación grata. Lo hacen sentir más abandonado que de costumbre.

—Hola, amor —saluda entonces.

—Hola.

Se acerca hasta él para besarlo, es esquivado.

—¿Qué sucede?

—Dijiste que llegabas temprano —sentencia Jimin.

—La madre de Tae no me lo permitió —se excusa—. Tuve que quedarme a cenar hoy también.

—Pudiste avisar.

—Lo hice —asegura. Toma su celular para buscar el mensaje que le envió temprano. Su expresión decae cuando nota que allí está, pero que jamás lo envió—. Ay, no lo envié —suspira—. Lo siento.

Extiende su celular de inmediato hacia Jimin para que vea que es cierto. Gracias a ello su expresión cambia al instante.

—Bien. —Entorna la mirada—. Te salvaste. —Hoseok ríe bajito y se sienta a su lado para abrazarlo con fuerza—. Te traje un regalo.

Quiere resoplar con molestia. No es un malagradecido, claro que no, sólo lo inquieta que Jimin cada año haga caso omiso a su comentario mensual acerca de no recibir regalos en navidad. Cada año desde que lo conoce es igual, aun sabiendo sus razones.

—Ya sé que no te gusta recibir regalos en esta fecha —comenta Jimin, repitiendo el discurso de todos los años—. Pero este es muy especial para mí.

Para mí, repite. Sonríe a medias y asiente. Quiere que esa sonrisa se mantenga en el rostro de su novio. Le gusta así, feliz e ilusionado.

Jimin saca una caja pequeña de terciopelo color rojo de su mochila y la abre, ve el contenido con entusiasmo y luego se la muestra a él: son dos anillos plateados y relucientes.

—No te estoy proponiendo matrimonio —aclara—. Sólo es una pequeña ilusión. Tal vez lo haga un día.

No sabe qué responder. Le resulta un poco extraño, quizás es precisamente la incomodidad de las fechas. Pudo hacer esto en cualquier otro momento, pero lo hace hoy, justo hoy. Jimin se percata de ello en cuestión de segundos, su sonrisa enorme se desvanece.

—Bien —suspira. La caja se cierra con fuerza, Hoseok se sobresalta—. Es tan sencillo como decir lo que piensas al respecto, no tienes que humillarme así. Creí que te gustaría.

—No es por...

—A veces no te entiendo —lo corta—. Cada vez que regresas de casa de Kim Taehyung te pones así.

—¿Así?

—Distante —enfatiza—. Pensé que iba a gustarte esto, es una promesa que quiero hacerte, pero... no así.

Se levanta del sofá, Hoseok alcanza a tomar su muñeca.

—No te vayas... hablemos bien sobre esto —pide con calma.

—Ya no quiero.

—Es que, Jimin, pudiste hacerlo otro día... Sabes cómo me siento hoy. —El chico está atento—. Sólo quería llegar y arrullarnos, y estar tranquilos. No me siento bien.

—Ahora tampoco yo.

—Jimin... No te vayas. —En un movimiento brusco logra que lo suelte, ve su espalda en dirección a la salida—. Por favor, no quiero estar solo. ¡Jimin!

La puerta se cierra con fuerza y los ojos de Hoseok se llenan de lágrimas.

La puerta se cierra con fuerza y los ojos de Hoseok se llenan de lágrimas

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