Capítulo 43

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Astor

Estoy en mi habitación, terminando de vestirme luego de ducharme, cuando oigo que tocan la puerta. 

- ¿¡Qué!? - pregunto con fastidio, en voz alta. 

Si llegan a ser de nuevo Milo y Dexter les romperé el trasero a cada uno, pero a patadas y a balazos. El día de hoy me han saturado la cabeza, y agotaron mi paciencia. No hay nadie más insoportable que aquellos dos. Lo que me hace pensar en mis hermanos, y lo que tienen que haber soportado cuando caí yo de rebote. Sin duda estoy teniendo mi karma. 

- Astor, soy yo, Jun. - oigo que dice al otro lado. - El... el hermano de Atlas. - agrega luego de unos segundos. 

Si. El karma me está devolviendo todas las que hice. 

Lanzo un quejido haciendo mi cabeza hacia atrás. No puedo creer que voy a pasar mi viernes en la noche cenando con un niño, como si fuera un puto niñero. 

¿Habré echo algún mal tan terrible como para que Dios, o quien demonios sea esa entidad superiora, me castigue de este modo? Porque no tengo forma de verlo de otro modo. Como un maldito castigo. 

- ¿Qué rayos quieres? - pregunto molesto. - No quedamos hasta dentro de una hora. 

- Ya lo sé, es que... quería saber... o más bien confirmar, sí.... si seguía en píe lo de la cena. - sigue hablando a través de la puerta. - ¿Sigue en píe? 

No es como si tuviera opción. - es lo que estoy a punto de responder, pero enseguida se me viene a la cabeza la imagen de Arwen, con una de esas miradas malvadas, y se me hace un nudo en el estómago que consigue que las palabras queden atoradas en mi garganta. 

- Si. - respondo tajante. - Ya te dije que nos vemos dentro de una hora. 

- Está bien, estupendo. - dice. - Nos... nos vemos dentro de una hora. 

Intento alargar el tiempo lo más que puedo, pero ya pasada un poco más de la hora me resigno a bajar, muy cabreado. 

¿Por qué siempre me tengo que hacer cargo de situaciones en las que en primer lugar yo no tengo nada que ver? 

Luego de pensarlo un buen rato, ya elegí el lugar perfecto para llevarlo. Es una viaje taberna, que está a un costado de la ruta, de camino a la ciudad. La gente que suele frecuentarle son camioneros que están de paso, o puros ebrios que se esconden de sus familias. Lo sé porque yo era uno de esos, en aquel momento que tuve mi época oscura, que me encontraba en problemas con el alcohol y las drogas. Fue cuando apenas mis padres me dejaron a cargo de Izan. Y claro, él no tardo en saber que pasaba aquí todas mis noches hasta la madrugada. 

Izan me salvo la vida. Yo quise hacer lo mismo por él, pero fracase enormemente, cómo con todo lo que hago. En cambio Miss Corea en apenas unos meses consiguió lo que yo intenté por cinco años. 

Puede que por eso me desagrada tanto. 

Me sorprendo cuando al llegar a la entrada, él no está allí, ya que supuse que estaría junto a la puerta, meneando la cola, como si fuera un perro que escucho la oración "Vamos a pasear". 

Bueno, parece ser que tengo algo de suerte después de todo, y el niño cambió de parecer. Pero para mí pesar, sé que eso no es posible, por lo que con desgano comienzo a buscarlo por la casa. 

Y lo encuentro en el último lugar en el que pensé que estaría. La cocina. 

- ¿Es que ahora jugamos al escondite? - pregunto con fastidio. - ¿Qué demonios haces aquí? ¿Por qué no...? - dejo de hablar al verlo con más atención, y noto el extraño panorama que me rodea. 

El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora